Florencia Arri - [email protected]
“La gente tiene que comprender que la vida sigue; tiene que aceptar que uno se case como sea, gay o hétero. Yo no le hago mal a nadie y la gente que se casa tampoco, no sé por qué les molesta. Es un casamiento, tienen que aceptarlo; cualquiera puede casarse. Hoy me caso yo que soy conocido y mañana alguien que no se conoce”. Ni siquiera estas palabras, respecto de las pintadas que repudiaban su casamiento, empañaron la sonrisa en el bronceado rostro de Reinaldo Wabeke. A casi tres años de casarse en las mismas oficinas del Registro Civil junto a la octogenaria Adelfa Volpes, esta mañana su viudo fue el primer santafesino en contraer matrimonio con otro hombre, el joven Cristian Moreyra.
La pareja llegó a las oficinas del Registro Civil de la Provincia en taxi, minutos antes de las 10, donde era esperada por amigos y periodistas de todo el país. Cristian ocultó su rostro tras un par de lentes ahumados y una venda que cubre su nariz, y tomó distancia de su pareja a medida que se acercaron los medios. A las declaraciones las brindó sólo Reinaldo, quien se dijo “nervioso por todo esto, por pasar de vuelta toda esta experiencia mediática que creo que ya se termina. Ahora a vivir tranquilo, porque al casarme vamos a poder vivir nuestra vida tranquila los dos”.
Germán Rodríguez y Sergio Miranda, amigos de los contrayentes, llegaron media hora antes y contaron que los novios estaban “un poco nerviosos, como todo matrimonio a la hora de casarse; ansiosos porque están juntos desde hace ya varios años”.
De ansiedad, de una especie de apuro habló la consulta realizada Reinaldo hace cosa de un mes, cuando se acercó a las oficinas del Registro Civil a pocos días de promulgarse la Ley 26.618 que lo habilita y obtuvo su turno. Sin embargo, momentos antes de dar el “sí” dijo a los medios que “no buscaba ser el primero. Quise casarme así que vine y pedí fecha, pensé que había un chico que se había casado y que no era el primero en hacerlo, sí en la ciudad. Quería concretar esto, quedarme tranquilo de que todo lo mío ahora le queda a mi pareja. Por eso quería hacerlo: puedo morirme tranquilo si me pasa algo”.
En los muros
Si bien la pareja contrajo matrimonio en un ambiente de tranquilidad, alterado sólo por la presencia de los medios, su seguridad fue resguardada por agentes de la policía pertenecientes a la Jefatura de Orden Público. Sus efectivos llegaron al lugar a la madrugada, ante la presencia de dieciséis frases condenatorias respecto del matrimonio igualitario que fueron pintadas por la noche en los muros del Registro Civil. “Putos. No al putimonio. Putos al infierno. Reynaldo puto” son sólo algunas de las frases que se leen en las paredes de calle San Luis, entre Crespo e Hipólito Yrigoyen.
Las pintadas despertaron el repudio del Inadi, de las autoridades del Registro Civil y de la policía de la Provincia, y que Reinaldo dijese “me duele. En una forma de decir, que Dios me perdone, son negros sin cultura, pero todo bien. Lo hacen por mal gusto, por malos. No sé que querrán, si quisieran prensa vendrían pero no sé por qué lo hacen; de malditos que son. ¿Qué les molesta que alguien se case? Uno quiere ser feliz. Lamentablemente, me sale del alma decir esto. No tengo nada con nadie, no estoy en contra de negros ni blancos, pero me salió de adentro decirlo así porque es así, me da rabia que hagan esto; lo hacen por el registro y por todo el mundo, no a mí solo”.
“Un festejo íntimo”
La oficina de la Primera Sección del Registro donde Cristian y Reinaldo plasmaron sus firmas respetó la voluntad de privacidad de los novios y cerró sus puertas y ventanas durante el acto. Al salir entre aplausos que felicitaban su unión, Wabeke conversó sin prisa con los medios mientras Cristian se alejó con discreción y volvió de a pie a la casa de calle 9 de Julio y Crespo que fuera de Adelfa, y donde hoy reside el flamante matrimonio.
Presente en el recuerdo, la fallecida octogenaria fue una referencia obligada. Reinaldo dijo estar “tranquilo, muchos dijeron que maté a Adelfa cuando me casé con ella, pero es todo mentira. Ella vivió muy feliz hasta el momento de morirse, en que falleció cuando se le cortó una arteria. Le estoy muy agradecido. Ella estaría muy feliz de todo lo que yo haga o diga, lo aceptaría. Era una mujer muy buena, a quien le debo la vida, le debo todo. Si no fuera por ella yo ahora estaría viviendo debajo de un puente”.
Se habló de la pensión que Reinaldo podrá conservar, de la discreción de su marido y de la luna de miel que la pareja quiere realizar en el exterior “pero todavía no tenemos nada previsto, sólo ganas”. El festejo se realizó al mediodía en el Club República del Oeste. Reinaldo contó que sería “un festejo íntimo” y, amable, realizó tres veces la invitación: “si quieren los espero en República del Oeste al mediodía para charlar más íntimamente, les puedo contar muchísimas cosas de mi vida. El festejo será íntimo porque a mi novio no le gusta el escándalo ni la prensa. Ahora, a festejar”.






