El debate del lugar de conducción de los comandantes nació casi con los conflictos armados mismos. En la época napoleónica, se necesitaba conducir desde un sitio elevado para poder observar y hacer intervenir las sucesivas unidades; la caballería y las reservas. Como la denominación de ese momento histórico lo indica, nadie era mejor que Napoleón y por eso fue un conductor por excelencia de esos tiempos. Quizá de toda la historia. Por eso fue que Prusia creó la figura del “Estado Mayor”. Esto es un conjunto de oficiales que deben asesorar a los comandantes, para que pudieran tomar medidas más ajustadas a los objetivos y condiciones del combate. “Dos cabezas piensan mejor que una”.
Los alemanes desarrollaron, tiempo después, una nueva forma o método de liderazgo. La llamaban Auftragtaktik. Ésta consistía en darle a los mandos intermedios las directivas e intenciones para que estos – de acuerdo a la propia observación en primera línea – tomaran las mejores decisiones para cumplir las misiones que interesaban a sus cúpulas. No era una táctica per se, pero sí una actitud que logró suficiente sistematización y se alejaba de las rígidas y detalladas órdenes que usaban otros ejércitos. Esta fue una novedad – y ventaja – para los alemanes en la IIda Guerra Mundial. La aplicación de esto exige que los comandantes deban estar cerca de sus hombres, para saber y percibir la realidad de la situación en general. Del mismo modo, para obtener y generar confianza con sus subordinados.
Como también indica el viejo adagio “las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran”, los soviéticos – que tenían una rígida conducción – fueron mutando a finales de la IIda Guerra Mundial y lograron excelentes resultados. Lo propio sucedió con los estadounidenses, que cambiaron toda su doctrina luego de Vietnam adoptando para sí una actitud similar a la descrita. Tampoco está de más mencionar que hasta los israelíes hicieron lo propio.
Ahora, la llegada de las comunicaciones radioeléctricas y los ataques a distancias incontables, facilita la conducción (incluso lejos del lugar de impacto); como también la extensión de los frentes de batalla la dificultan.
Transversalmente a esto, la coherencia y disciplina e la menor fracción debe ser garantizada por los mandos más bajos. Estos, junto a la tropa, son los más jóvenes y normalmente son los que enfrentan y sufren el peligro físico permanentemente. Aquí se puede justificar una tendencia que tuvo lugar en los últimos años en nuestro país. Esa misión primaria nombrada es causa suficiente para entender por qué el Ejército Argentino buscó hasta hace pocos meses preponderar la figura de los suboficiales, subtenientes y tenientes, orientando a ellos el esfuerzo principal de educación y capacitación en diversas áreas de crisis.
En la guerra actual, aunque la tecnología haya aumentado la facilidad en algunos aspectos de la guerra, no se puede – como en la antigüedad – conducir sin percibir la realidad de la situación. Conducir un combate desde miles de kilómetros es una fantasía y la moral de los soldados, en enfrentamientos de popularidad dividida, funciona sólo con sus jefes y comandantes en el frente, compartiendo penurias, peligros y dando el ejemplo del eje de avance a tomar.
Por esto, sumando las acciones de grupos sobrepasados e infiltrados, es lógico ver la gran cantidad de comandantes rusos de alto prestigio caídos durante la invasión en Ucrania. Por otra parte, el plan de defensa de los locales incluye buscar e identificar a los jefes enemigos para colocarlos fuera de combate. Esto influye sobre la moral enemiga negativamente e incrementa la positividad en la moral propia con una cuota de triunfalismo. Las bajas de comandantes también afectan directa y rápidamente el desarrollo de planes tácticos rusos en la medida que evoluciona el enfrentamiento. A favor de los Generales caídos – y como motivación para sus dependientes – sus muertes mandando desde el frente es una inobjetable muestra de valor y arrojo que acicatea. Si bien la presencia de altos mandos de este país en la primera línea es común a lo largo de su historia, hay expertos que indican que esta necesidad actual de los oficiales rusos de motivar a la menor fracción es por un bajo desarrollo del cuerpo de suboficiales rusos, por lo que la capacidad de delegar tareas y análisis es prácticamente nula a partir de cierto nivel de la conducción militar rusa.
Hasta ahora, y mientras los rusos hablan de un puñado de cientos de caídos propios y otros países indican que son varios miles, se tiene conocimiento de los siguientes fallecidos de alto rango: Major-General Suhovetsky, Major-General Gerasimov, Major-General Kolesnikov, General Mityayev, Lieutenant-General Mordvichev, Major-General Tushaev.