El resurgir de la gripe en Europa, liderado por la variante K del virus Influenza A H3N2, genera preocupación en autoridades sanitarias y amenaza con complicar el invierno para millones de personas.

La gripe A H3N2 ha regresado con fuerza esta temporada invernal. Su nueva variante, llamada “subclado K”, se propaga mucho más rápido y ya provoca saturación hospitalaria, suspensión de clases y una ola de internaciones sin precedentes en varios países europeos.

El resurgir de la gripe en Europa, liderado por la variante K del virus Influenza A H3N2, genera preocupación en autoridades sanitarias y amenaza con complicar el invierno para millones de personas.
En lo que va del otoño boreal, los casos de gripe se multiplicaron de forma anticipada — tres a seis semanas antes que en temporadas anteriores — y ya se registran cifras récord de hospitalizaciones en países como Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, España y Canadá.
La variante responsable es H3N2 subclado K, una mutación del virus que, gracias a cambios genéticos en su cápside externa, logra evadir parcialmente la inmunidad previa (ya sea por infección natural o por vacuna) y se transmite con mayor facilidad, especialmente en espacios cerrados y poco ventilados.
Las autoridades sanitarias advierten que, aunque muchos de los cuadros clínicos podrían seguir siendo leves, la combinación de un brote anticipado, otros virus respiratorios circulantes (como el virus sincicial respiratorio o el SARS-CoV-2) y una baja inmunidad colectiva podría generar una presión sanitaria sin precedentes.

La “subclado K” del H3N2 presenta mutaciones que facilitan su diseminación y una transmisibilidad notablemente superior: algunos análisis estiman que su índice de reproducción (R) supera 1,4, más alto que el de cepas estacionales recientes.
Los síntomas reportados no difieren demasiado de los de una gripe severa convencional: fiebre elevada de inicio súbito, tos seca, dolor de garganta, dolores musculares intensos, fatiga profunda, junto con trastornos digestivos en algunos casos (diarrea, dolor abdominal).
Los grupos de riesgo continúan siendo los tradicionales: adultos mayores, niños pequeños, personas con enfermedades crónicas, embarazadas y personas inmunodeprimidas. Pero los expertos hacen hincapié en que los niños, aunque muchas veces cursan la enfermedad de forma leve, pueden actuar como vectores clave de transmisión comunitaria.

El cuadro clínico puede confundirse con otras infecciones respiratorias —como COVID-19 o virus sincicial respiratorio— por lo que se recomienda la realización de pruebas combinadas para un diagnóstico preciso.
La expansión rápida de la variante ya provocó que hospitales en varios países informen saturación de guardias, aumento de internaciones y reimplementación de medidas como el uso de tapabocas, aislamientos de casos sospechosos y protocolos especiales de ingreso.

Algunas escuelas incluso decidieron suspender clases o establecer asistencia alternada, ante el ausentismo masivo provocado por el brote.
Las autoridades del European Centre for Disease Prevention and Control (ECDC) instaron a vacunar cuanto antes a quienes aún no lo hicieron, especialmente entre grupos de riesgo, pues aunque la vacuna antigripal vigente no neutraliza por completo la variante K, sí ofrece protección considerable frente a formas graves, hospitalizaciones y muerte.
También se enfatiza la importancia de medidas básicas como ventilar ambientes, usar tapabocas ante síntomas, mantener una buena higiene de manos, evitar reuniones en lugares cerrados, y aislarse ante los primeros indicios de enfermedad.
De cara al próximo otoño austral, especialistas advierten que la variante podría llegar a América Latina, por lo que recomiendan planificar la vacunación con anticipación y mantenerse atentos a la evolución epidemiológica.