El ministro del Interior de Chile, Rodrigo Delgado, anunció un paquete de "medidas de seguridad y humanitarias" en la frontera norte del país, luego de una ola de críticas por los ataques del fin de semana a un campamento de inmigrantes venezolanos y presiones por el ingreso ilegal de ciudadanos extranjeros, principalmente oriundos de ese país sudamericano.
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Las autoridades chilenas confirmaron una serie de medidas de seguridad y humanitarias, luego de haber recibido críticas por los ataques del fin de semana pasado a un campamento de migrantes venezolanos. Así, el gobierno trasandino trata de hacer frente a las presiones impuestas por las comunas locales ante el masivo e incesante ingreso clandestino de ciudadanos extranjeros, principalmente oriundos de Venezuela.
Delgado, en conferencia de prensa desde el Palacio de La Moneda, admitió que Chile vive una "crisis de ingreso clandestino por la macrozona norte" por la llegada de inmigrantes que desató rechazo y denuncias en las comunas (barrios) de Colchane (frontera), Iquique y Antofagasta.
El ministro anunció que van a "aumentar el resguardo en los puntos de control y de observación en la frontera" y, para ello, van a instalar en la comuna de Colchane a un grupo de la fuerza de Carabineros, compuesto por 50 efectivos, unidad policial que va a colaborar con los efectivos del Ejército que custodian la zona. Delgado, además, indicó que llegarán a las ciudades fronterizas "vehículos satelitales para poder tomar determinaciones y poder utilizar los nuevos recursos en virtud de esas imágenes".
Y explicó que la idea es reforzar el llamado "plan Colchane", anunciado hace meses para resguardo de la frontera norte, pero que ha sido severamente criticado por las autoridades regionales del norte por no ayudar a resolver la situación. En las últimas semanas, las autoridades locales han denunciado un incremento de las llegadas irregulares al país -con ingresos diarios de más de 200 personas, en su mayoría de nacionalidad venezolana- a la comuna de Colchane.
"Clima caldeado"
Según el análisis del gobierno chileno, y el testimonio de algunos habitantes del lugar, la llegada de los venezolanos "generó un clima de inseguridad en la zona", que tiene menos de 3.000 habitantes. En medio de esta situación, las autoridades ordenaron un desalojo masivo de migrantes en la ciudad norteña de Iquique, un operativo de Carabineros que generó un enfrentamiento entre los inmigrantes y las fuerzas de seguridad.
"Con el clima ya caldeado", aclaran, "un grupo de ciudadanos chilenos inició una marcha antimigratoria en esa misma ciudad, la que finalizó con la quema de carpas, bolsos y bienes personales de una veintena de venezolanos que pernoctaban en una plaza porque no tienen donde dormir.
Las imágenes de cochecitos de bebes, colchones y ropa hechos trizas desataron un rechazo transversal en el país y en el extranjero. En este contexto, el ministro del Interior explicó que las personas que logren entrar a Chile "van a tener una entrevista especial y específica en las dependencias que estamos creando para aquello" y así evaluar su situación.
También anunció un reforzamiento de "medidas humanitarias" a los migrantes, como habilitar albergues temporales donde recibirán a los inmigrantes para su atención general, priorizando a los menores de edad y mujeres, en conjunto con Unicef.
"También hará refugios en hostales", dijo Delgado y aclaró que, para el caso de Iquique, instalarán un Centro de Estadía Sanitaria Transitoria para atender sanitariamente a quienes hayan entrado a Chile por pasos clandestinos. Chile, un país de unos 19 millones de habitantes, tiene más de 1,4 millones de extranjeros residentes en la actualidad, según datos del Departamento de Extranjería y Migración.
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