EE.UU. lanza la Operación "Lanza del Sur" en el Caribe y escala la presión sobre el narcotráfico
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, presentó la iniciativa a través de la red X, donde afirmó que la operación busca “defender la patria, eliminar a los narcoterroristas del hemisferio y proteger a nuestra gente de las drogas que matan estadounidenses cada año”. Hegseth reforzó además la idea de que “el Hemisferio Occidental es el vecindario de Estados Unidos, y lo protegeremos”.
La movilización marca una ampliación sustancial de las capacidades militares estadounidenses en la región.
Estados Unidos anunció este jueves una nueva fase de su ofensiva contra el narcotráfico en el Caribe bajo el nombre Operación Lanza del Sur, un despliegue que incluye la llegada del portaaviones USS Gerald Ford, el más grande del mundo, acompañado por su grupo de ataque.
La movilización marca una ampliación sustancial de las capacidades militares estadounidenses en la región.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, presentó la iniciativa a través de la red X, donde afirmó que la operación busca “defender la patria, eliminar a los narcoterroristas del hemisferio y proteger a nuestra gente de las drogas que matan estadounidenses cada año”. Hegseth reforzó además la idea de que “el Hemisferio Occidental es el vecindario de Estados Unidos, y lo protegeremos”.
La movilización marca una ampliación sustancial de las capacidades militares estadounidenses en la región.
Aunque el comunicado oficial no detalla los alcances tácticos de esta nueva fase, analistas en Washington coinciden en que la presencia del Gerald Ford —una plataforma capaz de lanzar aviones de última generación y sostener operaciones prolongadas— representa un salto cualitativo en la capacidad de vigilancia, interdicción y respuesta militar en el Caribe y el Atlántico occidental.
Venezuela en el centro del debate
La operación se anunció en un clima de renovada tensión diplomática entre Washington y Caracas. El secretario de Estado, Marco Rubio, calificó al gobierno venezolano como “un régimen ilegítimo vinculado al narcotráfico”, aunque aclaró que la misión estadounidense “es estrictamente antidrogas” y que no habría conflicto “si se detiene el envío de cargamentos ilícitos”.
El presidente Donald Trump, consultado recientemente en televisión sobre un eventual conflicto militar, declaró que EE.UU. no buscaba “una guerra con Caracas”, aunque también sugirió que los días de Nicolás Maduro “están contados”, lo que generó interpretaciones ambiguas entre especialistas y opositores venezolanos.
Intensificación de operaciones y balance preliminar
Con la llegada del portaaviones, ya suman siete los buques estadounidenses desplegados en el Caribe, además de otro en el Pacífico oriental. Según fuentes militares, en las últimas semanas se registraron más de veinte ataques contra embarcaciones sospechadas de transportar droga, acciones que dejaron al menos 76 personas fallecidas, de acuerdo con estimaciones preliminares.
La movilización marca una ampliación sustancial de las capacidades militares estadounidenses en la región.
Trump insinuó que, además de operaciones marítimas, podrían producirse ataques terrestres selectivos y dejó entrever que la CIA ya desarrolla tareas encubiertas en la región. El Departamento de Defensa no confirmó estas afirmaciones.
El experto Alexander B. Gray, director ejecutivo de American Global Strategies, sostuvo en un panel del Consejo Atlántico que la estrategia se enmarca en la doctrina “America First” y en la competencia global con China y Rusia. “Para la Casa Blanca, antes de tener éxito a nivel mundial, hay que garantizar la estabilidad en el hemisferio”, afirmó.
Debate sobre riesgos, objetivos y escenarios
Especialistas en seguridad advierten que cualquier operación militar directa sobre territorio venezolano implicaría riesgos significativos de daños colaterales.
Douglas Farah, presidente de la consultora IBI, identificó a Puerto Cabello —el principal puerto del país y señalado por informes internacionales como punto de tránsito de drogas— como uno de los posibles objetivos, aunque consideró “difícil encontrar blancos cuya destrucción modifique la correlación de poder”.
La general retirata Laura J. Richardson, exjefa del Comando Sur, sostuvo que cualquier estrategia que pretenda impactar sobre la situación política en Venezuela debería priorizar “una transición pacífica”, lo cual requiere mantener canales de comunicación con las fuerzas armadas venezolanas.
La movilización marca una ampliación sustancial de las capacidades militares estadounidenses en la región.
En la misma línea, el exenviado especial para Venezuela, Elliott Abrams, subrayó que Washington y la oposición venezolana deben transmitir a los mandos militares que “no quedarán en desventaja ante una eventual transición” y que su supervivencia institucional está garantizada. “Serán más felices en un proceso ordenado”, afirmó, aunque evitó confirmar la existencia de operaciones encubiertas.
Un escenario abierto
La Operación Lanza del Sur supone uno de los mayores despliegues militares estadounidenses en el Caribe de los últimos años. Mientras la Casa Blanca argumenta que su objetivo es frenar el flujo de drogas hacia el norte, expertos advierten que el avance de activos militares y la presión política sobre Venezuela podrían alterar el equilibrio regional y redefinir el rol de EE.UU. en el hemisferio.
El Pentágono no precisó la duración del operativo, pero fuentes consultadas por centros de estudios en Washington estiman que la presencia militar se mantendrá “el máximo tiempo posible” hasta lograr los objetivos declarados: reducir la capacidad operativa de las organizaciones narcotraficantes y reforzar el control estadounidense en la región.