En un delicado ejercicio de equilibrismo diplomático, la India volvió a demostrar que su política exterior se mueve entre múltiples tableros.

India y Rusia reforzaron su sociedad estratégica con una hoja de ruta comercial hasta 2030, avances hacia un Tratado de Libre Comercio y un fuerte impulso a la desdolarización. Pese a las presiones y aranceles de EE. UU., Modi aseguró que su país “no es neutral” frente a Ucrania sino que está “a favor de la paz”, mientras reafirma sus lazos económicos y militares con Moscú.

En un delicado ejercicio de equilibrismo diplomático, la India volvió a demostrar que su política exterior se mueve entre múltiples tableros.
En Nueva Delhi, el primer ministro Narendra Modi recibió al presidente ruso Vladimir Putin para una nueva cumbre bilateral que dejó una señal inequívoca: lejos de retroceder ante las presiones de Estados Unidos y la Unión Europea, los dos países buscan profundizar su cooperación en comercio, energía, defensa y tecnología.
El avance más concreto fue el impulso a un futuro Tratado de Libre Comercio (TLC) entre India y la Unión Económica Euroasiática, un paso que, de concretarse, modificaría el mapa económico asiático en la próxima década.

Uno de los puntos centrales del encuentro fue la desdolarización del comercio bilateral. Putin confirmó que el 96 % de los pagos entre ambas naciones ya se realiza en monedas locales, una estrategia diseñada para eludir el impacto de las sanciones occidentales por la guerra en Ucrania.
El intercambio comercial ya supera los 64.000 millones de dólares, impulsado por la importación india de petróleo ruso con grandes descuentos. El objetivo acordado es elevar ese volumen hasta los 100.000 millones en los próximos años.
Para sostener ese crecimiento, ambos líderes firmaron un programa de cooperación económica hasta 2030 que incluye inversiones cruzadas, nuevas cadenas logísticas, más infraestructura energética y, especialmente, un giro tecnológico.
Putin anunció la instalación en territorio ruso de una gran planta farmacéutica basada en tecnología india, una señal de que Moscú busca diversificar proveedores y reducir su dependencia de medicamentos occidentales.

La defensa sigue siendo un pilar histórico de la relación. Rusia ha sido durante medio siglo el principal proveedor del Ejército indio y, según Putin, las negociaciones celebradas en esta cumbre profundizan esa línea de cooperación.
Además, garantizó el apoyo total de Moscú cuando India asuma la presidencia de los BRICS en 2026, un bloque en plena expansión que busca posicionarse como alternativa al orden financiero dominado por Estados Unidos.
Modi, por su parte, utilizó una metáfora para describir la durabilidad de la relación: “La asociación India–Rusia ha sido como una Estrella Polar, estable y confiable, incluso en los momentos más turbulentos de los últimos 80 años”. Sus palabras no pasaron inadvertidas en un contexto en el que la India intenta sostener un delicado equilibrio entre Moscú y Washington.
El presidente Donald Trump impuso aranceles del 50 % a la mayoría de los productos indios, argumentando que las compras de petróleo ruso por parte de Nueva Delhi financian “indirectamente” la guerra en Ucrania.
La India, que se ha convertido en el segundo mayor comprador de crudo ruso, ha evitado condenar explícitamente la invasión, pero intenta mostrarse abierta al diálogo. “La India no es neutral; su posición es a favor de la paz”, aseguró Modi.

Putin respondió que Moscú también trabaja en una salida negociada y compartió detalles del conflicto durante el encuentro. Más allá de estas declaraciones, la cumbre dejó en claro que ambos países seguirán consolidando su alianza estratégica, incluso mientras el tablero global se reacomoda y las presiones estadounidenses aumentan.