Temen que el orangután más raro del mundo haya sido arrasado por las inundaciones en Sumatra
Conservacionistas de Indonesia advierten que el silencioso bosque de Batang Toru, en el norte de Sumatra, podría haber perdido parte de su diminuta población de orangutanes Tapanuli tras las inundaciones y deslizamientos provocados por el ciclón Senyar. Se estima que quedan menos de 800 ejemplares en todo el mundo.
El silencio pesa distinto en la selva de Batang Toru. Donde antes se oían crujidos de ramas y llamados de grandes primates naranjas, hoy solo se ve barro, troncos arrancados y laderas peladas. En esa montaña del norte de Sumatra vivían los orangutanes Tapanuli, la especie de gran simio más rara del planeta.
Desde que el ciclón Senyar azotó Sumatra el 25 de noviembre, provocando lluvias extremas, inundaciones y deslaves, los equipos que monitorean la zona casi no han vuelto a ver a los orangutanes. Humanitarios que trabajan en aldeas arrasadas encontraron el cadáver de un gran primate semienterrado en lodo y restos de árboles.
El orangután Tapanuli en peligro de extinción
La imagen del cuerpo desfigurado, cubierta de barro y ramas, encendió todas las alarmas. Conservacionistas que conocen la zona creen que se trata de un orangután Tapanuli. Si se confirma, sería la primera evidencia directa de que el desastre natural también golpeó de lleno a esta especie crítica para la biodiversidad global.
Con menos de 800 individuos estimados en libertad, cualquier pérdida es un golpe duro. Los científicos advierten que la población ya estaba fragmentada por carreteras, obras y deforestación, lo que limita su capacidad de huir o recolonizar áreas luego de una catástrofe como la que devastó el norte de Sumatra.
Deslizamientos de tierra arrasaron laderas completas en el norte de Sumatra. Foto: Reuters
Un ciclón devastador
El ciclón Senyar, el segundo registrado en la historia en el estrecho de Malaca, descargó lluvias excepcionales sobre Sumatra. Las inundaciones y deslizamientos de tierra dejaron casi mil muertos y más de un millón de personas desplazadas, en el peor desastre natural para Indonesia desde 2018.
Imágenes satelitales analizadas por especialistas muestran que tan solo en las laderas de Batang Toru se habrían destruido unos 7.200 hectáreas de selva. En ese mosaico de bosques primarios vivían, según cálculos preliminares, unos 35 orangutanes Tapanuli. La violencia de los derrumbes hace temer que muchos no hayan sobrevivido.
Equipos de rescate avanzan entre barro y troncos tras las inundaciones en la zona. Foto: Reuters
“Son áreas que hace dos semanas eran selva intacta y hoy aparecen como suelo desnudo”, describen los investigadores. Deslizamientos de varios hectáreas dejaron cicatrices amplias, como lenguas de barro que arrastraron árboles, suelo y todo lo que había sobre él. En ese contexto, ni siquiera un primate fuerte y ágil tiene escapatoria.
Cómo vive el orangután más raro del mundo
El orangután Tapanuli fue reconocido como especie independiente recién en 2017, distinto de los orangutanes de Borneo y Sumatra. Vive en bosques de montaña, con una distribución muy reducida y dependiente de grandes árboles frutales para alimentarse y desplazarse.
A diferencia de otros animales, estos grandes simios no migran largas distancias. Sus territorios están ligados a la estructura del bosque. Cuando una ladera completa se viene abajo, pierden alimento, refugio y rutas de movimiento de un día para el otro. Si además las zonas circundantes ya estaban fragmentadas, las posibilidades de recolonizar son mínimas.
El orangután Tapanuli en peligro de extinción
Algunos habitantes locales sostienen que los orangutanes “sienten” la llegada del peligro y escapan a tiempo a sectores más altos o alejados. Sin embargo, primatólogos recuerdan que, frente a lluvias torrenciales, estos animales suelen quedarse en los árboles, usan ramas como “paraguas” y esperan. Esta vez, cuando la lluvia paró, parte del bosque ya había desaparecido.
Investigación entre lodo y nubes
Las tareas de rescate se concentran todavía en las comunidades humanas afectadas por las inundaciones. En muchas aldeas de Sumatra, los equipos siguen recuperando cuerpos y buscando desaparecidos. Al mismo tiempo, grupos de conservación intentan evaluar el impacto en la fauna, con acceso limitado y bajo condiciones extremadamente difíciles.
Las imágenes satelitales, que ayudan a dimensionar el daño, también tienen límites: nubosidad persistente impide ver algunas zonas críticas. Por eso los expertos combinan datos de dron, recorridas de campo y testimonios de las comunidades que conocían a los orangutanes de la zona. Cada avistaje, huella o resto orgánico se vuelve una pieza clave del rompecabezas.
La destrucción alcanzó incluso a centros de investigación. En Aceh, al norte de Sumatra, el histórico centro de Ketambe —la primera estación del mundo dedicada a estudiar orangutanes— quedó prácticamente inutilizado tras las crecidas y deslaves, lo que obliga a pensar en su reconstrucción en paralelo al trabajo de monitoreo.
Equipos de rescate avanzan entre barro y troncos tras las inundaciones en la zona. Foto: Reuters
Una señal del límite
El caso de los Tapanuli condensa la doble amenaza sobre muchas especies: el cambio climático que intensifica lluvias extremas y la degradación de los bosques que les quita capacidad de resistencia. En Sumatra, millones de hectáreas de selva fueron arrasadas en las últimas décadas por talas, plantaciones y minería, reduciendo el margen de la naturaleza para absorber el impacto de tormentas como Senyar.
Mientras Indonesia intenta responder al desastre humano, conservacionistas piden que la tragedia sirva de advertencia. Si el orangután más raro del mundo puede desaparecer en cuestión de horas bajo una lluvia récord y una montaña que se derrumba, la urgencia de proteger lo que queda de su hábitat deja de ser un debate académico y se vuelve una cuestión de supervivencia inmediata.