Gustavo J. Vittori
La noticia estremeció la mansa tarde provinciana. Las radios comenzaron a balbucear el atentado contra John Fitzgerald Kennedy porque en ese tiempo, a la vez cercano y lejano, los canales informativos eran pocos y lentos.
A eso de las 14 -hora de la Argentina- se supo que en Dallas, Texas, habían disparado contra el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica.
Por entonces yo cursaba como externo el secundario en el Colegio de la Inmaculada Concepción. Por lo tanto, mi vínculo con el diario no era laboral sino familiar.
En la reconstrucción mental de aquel día me vienen a la memoria el estar de mi casa paterna y la radio encendida que transmitía noticias imprecisas pero dramáticas. Los gestos demudados de mi abuela y mi madre, lo decían todo. La impresión era mayor porque meses antes mi madre había asistido con mi hermano a una comida de la Sociedad Interamericana de Prensa en Miami, en la que el invitado de honor había sido Kennedy.
Poco después, el teléfono empezó a sonar. Un nervioso circuito de comunicación entre conocidos permitía descargar con palabras erráticas la angustia del momento. Kennedy era un presidente muy querido en América latina, un hombre joven que encarnaba una nueva manera de hacer política y alimentaba expectativas de cambio en una década de profundas transformaciones mundiales.
Cerca de las 15, mi padre confirmó por teléfono las peores sospechas: el mandatario norteamericano había muerto. Así lo anunciaban las teletipos de El Litoral a través del servicio de noticias de United Press International (UPI), agencia que tenía su oficina central en Washington y con la que el diario había suscripto un contrato especial que le permitía recibir la información al mismo tiempo que la oficina de UPI en Buenos Aires, por entonces cabecera de esa compañía en el Cono Sur.
Entre tanto, la redacción de El Litoral trabajaba electrizada por el último momento.
A las cinco de la tarde el diario estaba en la calle con la tapa dedicada al asesinato de JFK. Fue el primer medio gráfico que publicó en el país los pormenores del trágico acontecimiento. Solo habían transcurrido dos horas desde la confirmación de la muerte.
Hoy se cumple medio siglo de un magnicidio que dejó huella en la historia universal, y cuyo rápido reflejo periodístico en El Litoral se inscribe como hito relevante en sus 95 años de trayectoria.





