A sólo unos kilómetros de la frontera con la provincia de Santa Fe y a 3 horas en auto de la capital santafesina, Miramar se ha convertido durante los últimos años en una referencia turística de Córdoba.
La laguna Mar Chiquita descendió y permite ver el sector que fue tapado por agua en 1978 y posteriormente dinamitado. Regresan las especulaciones sobre las conexiones alemanas y la gigantesca estructura.
A sólo unos kilómetros de la frontera con la provincia de Santa Fe y a 3 horas en auto de la capital santafesina, Miramar se ha convertido durante los últimos años en una referencia turística de Córdoba.
Sin embargo, su principal atractivo, la laguna Mar Chiquita, ha sufrido una importante bajante en los últimos meses, develando los vestigios de la mayor catástrofe atravesada por la ciudad y de las más graves de la provincia.
Entre los años 1977 y 1978, en contraparte a lo que actualmente sucede se produjo una creciente notoria debido al aporte en masa de los afluentes de los ríos Dulce, Suquía y Xanaes.
El agua subió arrasó con casi el 60% de las edificaciones, poniendo fin a la llamada “época dorada” del turismo según los propios miramarenses.
Previo al fenómeno, llegó a tener unos 110 hoteles y un importante casino, que hoy en día fue reemplazado por otra edificación con modernidad de primer nivel en el país.
Desde 2017, el nivel de Mar Chiquita ha bajado casi cuatro metros y medio, como consecuencia principalmente de los cambios climáticos y la alteración de los ambientes naturales en Córdoba. Al calentamiento global se suma la zona de desmontes de los bosques sobre la desembocadura del río Dulce, que baña la laguna desde el norte del país, explicó la historiadora Mariana Zapata.
Una de las particularidades de este sector que quedó inhabitable en la ciudad costera de Córdoba es el proceso de demolición que sufrió posterior a la primera bajante.
Con el objetivo de resurgir como punto turístico, hace 30 años el Ejército Argentino inició un proceso de demolición de 10 de las 37 manzanas arrasadas por el agua. Las restantes quedaron en parte por debajo de la superficie, por lo que debieron ser dinamitadas.
Este último hecho es el que le da un aspecto similar al de posguerra, con cimientos a la vista, las huellas de lo que fueron viviendas, pilas de escombros y cierto guiños edilicios que denotan la existencia de asentamientos en dicho lugar.
Según el relato del guía turístico local Matías Michelutti, algunos restos pudieron ser removidos y otros quedaron bajo agua. La histórica bajante los dejó a la vista, convirtiéndolos inintencionadamente (o apropósito) en un nuevo atractivo.
En la actual temporada de verano se pudo acceder desde la nueva costanera a pie, interactuando con las viejas edificaciones y observando en primera persona las consecuencias de aquella catástrofe.
El propio Matías posee uno de los elementos característicos locales: un barco que recorre la laguna sobre la costa de la ciudad y permite apreciar las ruinas desde otra perspectiva.
Miles de teorías han surgido desde hace décadas en torno al famoso Gran Hotel Viena de Miramar de Ansenuza. Desde su creación en la década del ‘40, hasta la actual bajante, fue objeto de las más fuertes hipótesis.
Sus origen y primeros meses de funcionamiento no han colaborado con la elaboración de historias para encontrar respuesta al misterio.
El guía local detalló que su funcionamiento post inauguración duró sólo seis meses y luego se cerró hasta 1962, donde tuvo algunas aperturas esporádicas, pero sin llegar a la totalidad.
Los más llamativo es el terreno que ocupaba y las comodidades que poseía. Tenía banco, correo, central telefónica, lavandería, taller mecánico, una piscina, frigorífico, panadería y servicios médicos, convirtiéndose en más que un barrio cerrado.
Otros detalles como el primer ascensor de la provincia o la vajilla de oro y plata permitían definirlo como el hotel más avanzado del país por aquel entonces.
Miramar sólo tenía 1.600 habitantes en 1945.
La monstruosa inversión, la época en la que se dio, la conexión de la familia alemana Palkhe (primera dueña) con el desarrollo de tanques Panzer para el ejército nazi y las infinitas especulaciones en torno a Córdoba y las nazis refugiados son un caldo que refuerza la teoría.
Los miramarenses prefieren ser un poco escépticos al respecto, en parte por respeto a sus antepasados. A pesar de esto, no deja de ser uno de los elementos de atracción para la localidad del departamento San Justo.
La discusión interna ha estado igualmente. El intendente entre 1987 y 1993, Daniel Cerutti, en medio de una disputa de antaño entre los herederos y el municipio, indicó: “Con un mínimo de honestidad retroactiva se puede analizar que la inmensa mayoría de los alemanes eran nacionalsocialistas y al inicio de la Segunda Guerra Mundial nada hacía presagiar que Alemania sería derrotada. El hotel se construyó cuando Alemania parecía la dueña del mundo y se cerró cuando fue derrotada y los vencedores instauraron un nuevo Orden Mundial”.
Hoy en día el hotel es utilizado para visitas guiadas. Una de las partes más llamativas para mirar son las habitaciones que se mantienen intactas, todas para un sólo huésped.
El año pasado, Máximo Emilio Germán Pahlke, nieto del fundador del Viena, había declarado para Infobae: “Se usa lo de Hitler para atraer a los turistas. Es una farsa. Mi familia repudiaba al nazismo. Quiero recuperar la propiedad para volver a abrir el edificio y generar fuentes de trabajo”.
Lo cierto es que de ninguna de las dos corrientes existen documentos fehacientes para defender la buena fe del emplazamiento como así también las acusaciones de conexiones con una de las peores corrientes ideológicas de la historia de la humanidad.