Por Graciela Daneri
A toda gala el diseñador santafesino Francisco Ayala lanzó su colección con estilismo, coreografía y edición musical, en el Palacio Paz de Buenos Aires, donde está afincado hace tiempo y brilla con holgura.
Por Graciela Daneri
A toda gala el diseñador santafesino Francisco Ayala lanzó su colección Urdimbres con estilismo, coreografía y edición musical, en el Palacio Paz de Buenos Aires, donde está afincado hace tiempo y brilla con holgura.
Con piezas de arte textil, tejidas en telar, que desde hace algunos años se propone divulgar con el fin de hacer conocer los saberes de las tejedoras artesanas, artistas textiles y todos los que trabajan en Manos Andinas en Catamarca.
Ayala -apasionado de estas labores de nuestros Andes, hechas con fibras naturales, respetando la Madre Tierra y promoviendo el trabajo argentino- hace años en sus colecciones, siempre innovadoras, las viene planteando a través de abrigos y vestidos.
"Trabajamos con el propósito de incrementar y fomentar el conocimiento de nuestra cultura. Utilizamos géneros hechos con trazabilidad social, cultural y ambiental, por lo que tienen un triple impacto", sostiene y agrega que "el lujo para nosotros es el respeto al artesano y al medio ambiente y eso es lo que estamos proponiendo en esta colección".
Este diseñador santafesino (que preside la Cámara Argentina de la Moda) en la actual edición de Argentina Fashion Week subió a la pasarela los trabajos en telar de la artista Clara Luz Gil que están desarrollados en fibras de llama y lana merino y también con fibras hiladas a mano combinadas con recortes de descartes textiles de la tejedora Mayita Ibarlucea y los colores elaborados en el INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial). Otro aporte importante fue el de Susana Larrambebere, o sea los géneros de fieltro que son parte de un trabajo colaborativo que generan desde hace dos décadas.
Así se pudieron apreciar mezclas de palazzos de shantung de seda complementados con abrigos de fibra de llama para el día o bien con blusas pintadas a mano bordadas con cristales y pasamanería para la noche. Además de ponchos urbanos con capuchas forradas en terciopelo, que pueden usarse de día como con ropa de fiesta. Todo lo cual hace honor al nombre de Urdimbres.
Párrafo aparte merece el traje de novia, que es una síntesis de las propuestas que presenta esta colección: un top de seda dorada tejido al crochet, con una puntilla del siglo XIX aplicada como pechera y bordada con fibras de llama crudas que sobresalen del frente, espalda y mangas simulando pequeñas plumas. Completado con un vestido trapecio de tafetán de seda crudo que cae con cola desde el top. Todo ello forma un escultórico volumen armado por el gran matelassé del ruedo íntegramente pintado a mano con diseños dorados.
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