Juan Francisco Seguí nació en la ciudad de Santa Fe el día 16 de noviembre de 1822, siendo hijo de Juan Francisco Seguí, alias "El Viejo" (abogado de Charcas, quien fuera ministro y mano derecha del Brigadier Estanislao López) y de Bonifacia Lassaga. "Por su padre, hombre público santafesino, y por su tío, el sacerdote Amenábar, representante santafesino a la Asamblea del año 1813, le viene el espíritu de la tierra, de la patria vieja, que se encarnará en él, otorgándole rasgos especiales" (Solari).
Doctor en "ambos derechos"
Seguí (h) realizó sus estudios primarios en la escuelita de San Francisco para continuarlos luego en la ciudad de Buenos Aires. Se dedicó a la enseñanza en los colegios Republicano Federal y San Martín, en Buenos Aires. Incursionó en el periodismo junto a Miguel Navarro Viola y J. A. Wilde, quienes fundaron el diario Mosaico Literario. En sus páginas, escribió un soneto dedicado al ilustre Rosas. También redactó temas patrióticos, como la titulada "Oda al sol de mayo", así como unos versos dedicados a Manuelita Rosas. Más tarde será redactor de El Nacional Argentino, y escribirá en El Iris Argentino y El Federal Entrerriano.
Mirá también20 de abril de 1853: el debate decisivoEn la Universidad de Buenos Aires obtuvo los grados de Doctor en Derecho Canónico y Doctor en Derecho Civil. "Son las doce y media de la mañana y acabo de recibir mi grado de Derecho Civil y de Gentes, habiendo obtenido la nota de sobresaliente por unanimidad, como la vez pasada, de suerte que me tiene usted de Doctor en Ambos Derechos (…)", escribe el 28 de agosto de 1850 a su tío, el cura D. José de Amenábar. Y agrega: "Esta mañana mismo iniciaré los preparativos de mi viaje a Entre Ríos, donde su Excelencia el señor general Urquiza me ha honrado con la plaza de secretario suyo".
En ese carácter, el de secretario de Urquiza, le toca redactar la nota circular remitida por este último a los demás gobiernos provinciales, en donde les anuncia sus intenciones políticas. También le cupo el honor de ser el redactor del histórico "Pronunciamiento" del 1° de mayo de 1851; pronunciamiento que desencadenaría todo el proceso que culminó con la sanción de la Constitución Nacional, dos años más tarde.
Producida la batalla de Caseros, y conforme con lo dispuesto en el Acuerdo de San Nicolás, en las provincias se realizaron las elecciones para diputados al Congreso que habría de reunirse en nuestra ciudad, con el objeto de sancionar una constitución.
Constituyente en 1853
El Congreso Constituyente fue inaugurado por el gobernador santafesino Domingo Crespo el 20 de noviembre de 1852. "Vosotros vais a reconstituir la patria, a restablecer el pacto de la familia dispersa (…)", se escuchó en aquella oportunidad, resonando esas palabras en el solemne salón abovedado del cabildo santafesino.
Tuvo Seguí una destacadísima actuación en el seno de la Convención, participando en muchos de los debates que allí se realizaron, aportando sus sólidos conocimientos jurídicos. En la histórica sesión del 20 de abril de 1853, por dar un ejemplo, defendió con denuedo la sanción inmediata de la carta fundamental, refutando con brillantez los argumentos del diputado por Salta y presidente del Congreso, D. Facundo Zuviría. Con voz firme señaló: "Faltaría, Señor, al más sagrado de mis deberes, si no aclamara, como lo hago con entusiasmo, el proyecto de Constitución".
Luego de su descollante actuación en el Congreso Constituyente de Santa Fe, Juan Francisco Seguí va a ser electo diputado nacional, representando a su provincia natal en el Congreso de Paraná. Fue el vicepresidente de dicho cuerpo legislativo. Intervino en los debates de leyes como la de la acuñación de moneda y los tratados de libre navegación de los ríos Paraná y Uruguay.
En 1855 ocupó el cargo de ministro general durante la gobernación de José María Cullen. Y en 1856 presidió la Asamblea Constituyente de su provincia; también fue vocal de la Suprema Corte de Justicia Federal, miembro de la Cámara de Justicia (en Paraná) y ministro de gobierno durante la gestión de Juan Pablo López. En 1858 fue ministro de Relaciones Exteriores. Durante su breve gestión en dicho ministerio obtuvo el reconocimiento de nuestra independencia por parte de España y la reanudación de las relaciones diplomáticas. En el año 1860, integró la Convención Nacional ad hoc para la reforma de la Constitución Nacional.
El debate con Mitre
Seguí protagonizó junto a Bartolomé Mitre una interesantísima polémica sobre cuáles debían ser las modificaciones a la Carta Magna que debían realizarse. El intercambio de opiniones se publicó en El Nacional Argentino: "Desde esta perspectiva, la polémica Mitre-Seguí constituye el más importante aporte doctrinario de Derecho Constitucional que se haya efectuado antes que la Constitución cumpliera diez años de existencia, (…) corresponderá a Seguí el rango de nuestro primer constitucionalista. Es, al menos, el primer analista e intérprete, luego de ser uno de los principales redactores" (Auza).
Se casó con Cornelia Villar, natural de Gualeguaychú, a quien conoció en una de las fiestas organizadas por el general Urquiza, luego de la derrota de Rosas, siendo padres de siete hijos. Falleció en Buenos Aires, el 29 de diciembre de 1863, a la muy temprana edad de 41 años.
Testimonios y biografías
La personalidad de Juan Francisco Seguí motivó que muchos contemporáneos se refirieran a él. Así, por ejemplo, Lucio Victorio Mansilla le dedica un capítulo de sus "Retratos y Recuerdos": "Era Seguí un hombre delgado, alto, flexible, ágil; tenía el rostro pálido, a veces era de una palidez letal. Hablaba como se movía, con prosopopeya, y hablaba mucho, siempre en voz alta, como se concibe, con animación, con brillo (… ) En sus relaciones personales, sin ser amistoso, ni confiado, era franco. Solía llegar hasta prestar servicios. (…) En resumen, era Seguí, a mi juicio, un hombre nacido a destiempo, que vivió deplacé, que padecía, que tenía algo oculto, por eso quizá sólo se reía a carcajadas ficticias, especie de mímica auxiliar de su retórica".
Algunos de quienes se refirieron a su figura lo hicieron con indudable antipatía o injusticia, y de ahí que solo hayan remarcado sus gestos menos virtuosos, repitiendo hasta con una vaguedad maliciosa noticias de su vida que no lo beneficiaban y desde cuyos detalles no se juzga una personalidad.
Entre los juicios más detractores de la figura de Seguí (y, dicho sea de paso, de la de cada uno de los constituyentes de 1853), encontramos a José María Rosa, quien en su obra "Nos los representantes del pueblo argentino" se lanza con impunidad a enumerar los defectos, reales o ficticios, fundado en fuentes parciales y sin intentar probar ni la autenticidad de los datos ni la veracidad de las noticias. El resultado de su esquema biográfico concluye cuando encasilla a Seguí en la categoría de "paranoico", con una ligereza que asombra.
Más objetivas son las noticias que ofrece Víctor Gálvez (Vicente Quesada), en sus "Memorias de un viejo" (1884). Luego, han escrito interesantes biografías de Seguí, entre otros, Juan Antonio Solari, José Rafael López Rosas, Isidoro Ruiz Moreno y Salvador Dana Montaño. Indudablemente, Juan Francisco Seguí fue un actor clave en el proceso constitucional argentino y su nombre merece ser recordado.
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos y desde la Asociación Museo y Parque de la Constitución Nacional.
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