Deseo aclarar que esta reflexión se funda exclusivamente en mis años y en las vivencias que nutren mi sentido común. No se fundan en conocimientos jurídicos, sociológicos o provenientes de las ciencias políticas.
Sobre la organización de la sociedad en la búsqueda del bien común.
Deseo aclarar que esta reflexión se funda exclusivamente en mis años y en las vivencias que nutren mi sentido común. No se fundan en conocimientos jurídicos, sociológicos o provenientes de las ciencias políticas.
Me he hecho preguntas respecto a lo que vivimos como contexto histórico y político. Me atreví a expresar esta reflexión con las limitaciones propias de mi subjetividad y experiencias de vida.
Estoy convencido que la democracia es el mejor sistema de organización que la sociedad supo construir en la modernidad, a pesar de sus muchas limitaciones y muy especialmente de las dificultades para elegir "representantes" que con el mérito suficiente estén capacitados para "guiar al Pueblo mostrando un camino".
Creo que la democracia no es un fin en sí misma ya que solo adquiere sentido si se ordena a un fin superior, como es "la grandeza de la Nación y la felicidad del Pueblo". Por lo tanto, en mi concepción, la democracia es un medio que la sociedad toda sostiene para conseguir esos fines, en paz, libertad y armonía; intentando la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos.
Nuestra Constitución y sus reformas, sostiene que "el Pueblo no delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes", por lo cual nuestros destinos están orientados, definidos y procurados por los dirigentes que elige periódicamente el Pueblo, delegando por un tiempo determinado sus decisiones a sus representantes.
Los dirigentes pueden ser buenos o malos intérpretes de los deseos y sueños del Pueblo que representan, también pueden ser más o menos eficaces en elegir el camino adecuado para armonizar los esfuerzos y beneficios de la sociedad en su conjunto, pero nunca podrán evitar la responsabilidad sobre sus decisiones. Para promover y controlar esa responsabilidad se constituye constitucionalmente la República, en la que cada poder tiene sus facultades y responsabilidades, propias y compartidas.
Tal como lo establece la Constitución Nacional, son los partidos políticos el instrumento organizacional creado para procurar en un marco doctrinario propio, la selección y presentación al electorado de los dirigentes más aptos y capaces para cumplir los roles de conducción y control de los actos de gobierno. Por ello es imposible sostener un sistema democrático de gobierno sin partidos políticos organizados y eficaces en el cumplimiento de esos objetivos.
Sin embargo, son las leyes que norman el funcionamiento de los partidos, las leyes electorales y la cultura política imperante en las diversas etapas históricas, las que facilitan o entorpecen la eficacia de los partidos políticos; más aún cuando se facilita en demasía la constitución de alianzas en las que por conveniencia electoral se aúnan agrupaciones o espacios que no coinciden en sus fundamentos doctrinarios o ideológicos, creando falsos "personalismos" que solo generan confusión en el electorado y en los medios de comunicación de los que se nutre de información el Pueblo.
Creo que, en los tiempos electorales, los partidos y sus dirigentes deben diferenciarse claramente, sin confundir al electorado, luego es necesaria la armonía de todos parta ejercer un gobierno eficaz. Muchas veces la unión se produce para facilitar el éxito electoral y la dispersión posterior hace imposible la buena gobernanza.
Definitivamente, creo que los partidos políticos son "un mal necesario" para que funcione la democracia, sin estos sería imposible la "representación" que manda al Pueblo la Constitución Nacional.
Por lo reflexionado en la pregunta anterior, los partidos políticos solo son un medio para que funcione la democracia y esta a su vez un medio, para el fin de la organización de la sociedad en la búsqueda del Bien Común.
Cuando los partidos se convierten en un fin en sí mismos dejan de ser útiles a la democracia y por lo tanto al Bien Común, que es la finalidad superior de la política.
Claramente, en sus artículos 37 y 38, la Constitución define y manda la organización de los partidos políticos. Sin embargo, las distorsiones que producen las leyes que norman su funcionamiento y las apetencias de poder de personas y organizaciones de la sociedad distorsionan o menoscaban el rol que deben cumplir en el devenir político.
Los intereses de las personas y el financiamiento que, muchas veces se procura para las campañas, provenientes de corporaciones económicas y aún de corporaciones delictivas que siempre reclaman por sus propios beneficios, distorsionan la transparencia y eficacia del objetivo de los partidos. Por ello debe revisarse el modo de financiar los partidos si es que queremos que funcione la democracia, un buen modelo es el de Alemania.
Un capítulo especial surge de la constitución de alianzas, enmarcadas en la legalidad pero que, traicionando muchas veces las convicciones doctrinarias y los principios, solo sirven para confundir al electorado y procurar votos para ciertos candidatos, sin importar la idoneidad y probidad de estos.
Lo normado en materia de alianzas y frentes debe ser revisado por los legisladores, ya que los frentes son útiles y válidos cuando se fundan en acuerdos doctrinarios que no traicionen los principios de cada partido integrante de la coalición
El liderazgo sin organización es ineficaz y la organización sin liderazgo contribuye a la anarquía y al desvío de la búsqueda del Bien Común. Por lo tanto, ambas cosas son necesarias en una organización partidaria.
Los liderazgos deben surgir de la idoneidad y probidad de sus dirigentes y de las internas partidarias, que es el único modo de dar legitimidad a los mismos. Mientras que la organización dependerá de una adecuada legislación y del financiamiento transparente, tal que norme la vida de los partidos.
Creo que la legislación que enmarca el accionar de los partidos requiere una profunda revisión, ya que a pesar de haber tenido diversas modificaciones, se funda en la legislación de partidos y la legislación electoral concebidas en las postrimerías del gobierno de la Dictadura Militar.
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