Un apostador le pregunta al jockey:
Un apostador le pregunta al jockey:
- ¿Maestro, qué hay que hacer para ganar?
- No jugar.
- Mire que aposté la plata del alquiler…
- Andá mudándote, antes de que te echen.
(Cosas del Turf)
Puede pasar, pero nada impide que, en torno a las necesidades económicas, no se intente salir de perdedor jugándose todo "a las patas de un caballo". El tango y el turf siempre fueron muy compinches y se llevaron de maravillas. Y esa simbiosis dio como resultado un ganador absoluto, que fue el tango, al embellecerse con verdaderas obras de arte con la participación del "deporte de los reyes"
Quinielas, timba, loterías y otras, son alternativas lucrativas, por llamarlas de una manera, están en la agenda de cualquier terrenal que no llega a cubrir sus mínimas necesidades aun yugando de sol a sol, que no pierde las esperanzas de mejorarlas a lo que de lugar. Emocionante es una visita (que después se hace crónica) al hipódromo y aun mas si algún avezado en el terreno te pica el coco, te despierta la curiosidad y te incentiva con la frasecita: "Tirate un lance"
Y fue Héctor Marcó, precisamente, quien en 1960, con letra y música, le dio vida a ese tango: "De gusto andas yugando por cuatro cobres/ Cinchando como un burro de sol a sol/ Si todos los domingos salís del sobre/ Y yo ya tengo el dato de un marcador (…)"
El poeta incursiona y se hace carne de los problemas y desesperanza de un mundo donde subyacen las guerras y los inconvenientes que nadie puede solucionar y los que si pueden, no quieren porque se pierde el negocio e insisten -de alguna manera- con invitación al riesgo apartándolos de la rutina convencional como forma de llegar al éxito ("Tirate un lance"):
"Palermo, San Isidro, Los Eucaliptus/ Vení que está la papa, vas a saber/ lo que es un biromista y un arbolito/ Lo que es prenderse a un pingo con cien y cien (…)"
Satírica y mordaz. La vida del hombre común que lucha por sobrevivir nadando con la desesperanza y el desencanto sin ver una mejora significativa es empujada a un mundo emocionante, atrapante, dibujado y que trasciende a lo desconocido. El que transita por ese estado de desesperación, aplaude y agradece la insistencia y la acepta como un sano consejo, probablemente porque la necesidad del bolsillo hace mella en su raciocinio, limitándolo en la capacidad de discernir que ese remedio (tirarse un lance) es peor que la enfermedad más cruel:
"Tirate un lance, ¿qué hacés en casa?/ Mirando futbol, televisión/ Legui, Saurito, El Tano y Chafa/ te fortifican el corazón.(…) Tirate un lance, hoy corre la gringa/ Ponele el paco no va a perder/ la avena eléctrica y la jeringa/ son las virtudes de su entrenier/ Tirate un lance, la suerte es loca/ Como la boca de una mujer".
El formato, aparentemente, le indica apuntar a la injusticia social, por eso la idea que no siempre el trabajo es la forma de salir adelante (¿?), vaya tremendo error. Siempre hay opciones, a veces no las pretendidas pero exitosas al fin y no necesariamente a las patas de un potrillo. Un viejo y gastado dicho, pero no por ello pasado de moda, dice que "jugar por necesidad, es perder obligación":
"El mundo ya está frito como un tocino/ Los yanquis tiran bombas, chiya el Vietcon/ Los rusos pa´la luna van en camino/ Y vos seguís yugando como un león/ No ves, che Policarpo que hoy el que pierde/ Es el que cincha y suda para comer/ Prendete en un final de bandera verde/ Sino te salva un pingo… quién lo va hacer/ Tirate un lance, la suerte es loca/ como la boca de una mujer".
La insistencia (vamos, "tirate un lance"), esa invitación al riesgo, a la emoción, a lo desconocido, a salir de la monotonía, a encontrar la esperanza y una vida mejor -fuera de lo convencional, comparando a la suerte con la " boca de una mujer"- es aportarle un toque de sensualidad y misterio a lo que a uno le pasa. Pero a la vez refuerza la idea de que en la vida todo es impredecible y que a veces, todos los riesgos no llevan a la felicidad… y que la suerte está de un lado, tanto como del otro.
Cada vez que oigo decir por ahí "¡En la perra vida!", se me ocurre pensar que el género humano es un generito cualquiera. Decir "perra vida" para expresar el colmo de la desdicha es hacer un olvido lamentable de la vida caballuna. ¡Ahí sí que hay desgracias, calamidades y porquerías revueltas y batidas en merengue! La existencia de un caballo de carrera bate todos los récords de infelicidad, habidos y por haber. Yo, que me he visto castigado, desprestigiado, que he sufrido la descalificación, el cambio de nombre, el doping, el bombeo, puedo decir sin falso orgullo que no me cabe ni un alfiler en lo relativo al sufrimiento. Hoy, viejo y maceta, tiro la bronca y me deschavo con el justo, siquiera para que mis descendientes no tengan que avergonzarse de su padre.
Cuando me llegó la hora infeliz de comenzar mi vida hípica, yo sentía los ardores de un potro y la vanidad de un diputado provincial cuando baja a Buenos Aires. Soñaba con victorias, con clásicos, con copas de oro… y lo único que obtuve fueron bastos: erré el palo; paciencia. Nosotros los caballos nos damos perfecta cuenta de lo que se pretende de nuestra raza, al seleccionarla por la cruza y vigorizarla por el entrenamiento. No ignoramos que, cada vez que salimos a la pista, se nos encomienda una misión de honor: llegar primero a la raya. Por esto, el día en que me vi, reluciente como un fraile, puesto en la cinta de la largada, bajo la dirección de un muñeco vestido de carnaval, no pude menos que llamar a mí todas las fuerzas y disponerme a rajar como un balazo
¡Infeliz de mí! El canalla del jockey, cada vez que el pelotón se arrimaba a la máquina, me hacía sentir el rigor del freno impidiéndome picar con los otros. Al fin, en el refucilo del levante, pude yo más que él y salí con el grupo, entreverado en los primeros puestos. ¡Todavía me duele la boca cuando me acuerdo de aquel debut!
Entonces, cubierto de espuma, jadeante y reventado, oí que mi compositor le decía al verdugo:
- ¿Qué tal, che, el burrito?
- No he visto cosa mejor; tengo los brazos rotos de tanto tironearlo.
- Bueno… en la próxima, papa (**).
Ahí me di cuenta, enseguida, lo que aquellos canallas habían cometido conmigo… eso que llaman "bombeo".
Hasta la próxima.
(*) Extraído de pequeñas anécdotas de las instituciones.
(**) Incentivo, droga, medicamento no recomendado.
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