Por Laura Carolina Castets (*)
Por Laura Carolina Castets (*)
Los desafíos a los que nos enfrentamos quienes sabemos lo que cuesta producir en nuestro país, 25 años de trabajo en una industria y casi cuatro como diputada nacional, pienso me han dado algo de experiencia para poder hablar y opinar desde uno y el otro lado del escritorio.
Seguramente no voy a decir nada que ya no se haya dicho, o que los industriales, de cualquier rubro y tamaño de su empresa o PyME no conozcan o hayan transitado, tales como problemas macro, micro y todos aquellos a los que nos tiene acostumbrado los diferentes gobiernos en este bendito suelo argentino. En el que tenemos todo, pero carecemos de una continuidad en las decisiones más importantes que nos den estabilidad, seguridad jurídica y previsibilidad a quienes decidimos quedarnos por varias generaciones a trabajar e invertir todo aquí. Lo dije en la Honorable Cámara en una de mis alocuciones sobre el tan remanido tema de las retenciones al campo: los productores solo necesitan de estas tres cosas y que le saquen el pie de encima y los dejen producir. Lo mismo aplica para la industria.
Los argentinos tenemos capacidad para hacer lo que nos propongamos, aún enfrentando muchas dificultades. Esto nos ha hecho fuertes, luchadores, resistentes; término que le escuché a uno de nuestros mejores asesores hace más de 15 años, en un momento de esos de crisis profunda como lo fue el 2001, donde no se veía la salida, y comprendí de qué se trataba. La resiliencia es ante la dificultad y luego de sortearla, tomar el aprendizaje, resurgir más fuertes y con más experiencia. A pesar del caos, salir fortalecido.
Hoy podemos enumerar y sin temor a equivocarnos todo lo que la industria nacional tiene en contra: la cantidad y diversidad de impuestos nacionales, provinciales y municipales, que se termina convirtiendo en una maraña compleja de desentramar sin cometer un error involuntario ante tantas leyes, resoluciones, reglamentos, ordenanzas, códigos fiscales por cada provincia. Y cuando uno cree que entendió, descubre la modificación de la modificación "solucionada" con un "texto ordenado" que intenta poner claridad. Pero de todas formas es tal la cantidad de regulaciones que uno no sabe si está haciendo las cosas bien, o se termina trabajando a prueba y error. Y a esto hay que sumarle la doble y hasta triple imposición, y los e impuestos que cobran algunas provincias, que son abiertamente delirantes.
Como este tema hay muchos otros. Tal el caso del costo de la energía, que es diferente en cada provincia y depende de donde uno esté radicado termina siendo un factor que modifica el costo de producción, dejando en ventaja o desventaja a unos por sobre otros solo por haber decidido invertir en diferentes provincias; la logística con rutas que en muchos casos están en muy mal estado, la falta de infraestructura y no hablemos de la osadía de intentar exportar…
Estoy de acuerdo con los controles estatales reales, bien hechos, por funcionarios probos, honestos, preparados, coherentes y no con "otros objetivos". También considero importante que no se repita la misma información a tres organismos diferentes del estado nacional, en los países más liberales existen controles, lógicos, ajustados a la diversidad de cada industria y son necesarios no solo por cuestiones recaudatorias, sino para asegurar a la población la fabricación de un producto que en toda su cadena de producción (trazabilidad) ha sido debidamente manufacturado y custodiado.
La mano de obra y sus costos es otra cuestión muy importante y en muchos casos compleja porque a muchas industrias les representa un problema que intentan solucionar de distintas formas. Una de ellas es tercerizando parte de sus procesos productivos, con trabajadores que en muchos casos no cuentan con las mínimas condiciones y precarizados. Y otra realidad es que no se consigue mano de obra que se fidelice con el trabajo, en los tiempos en que todo es rápido, efímero y descartable y la tecnología nos sobrepasa e incluso amenaza con reemplazarnos con la IA (inteligencia artificial), parece que la única alternativa es aceptar esta nueva modalidad de recambio permanente, donde "lo único constante es el cambio" (Heráclito), y parece que tendremos que adaptarnos a ello. Añoro a nuestros queridos empleados jubilados con más de 40 años de trabajos en la firma, orgullosos de pertenecer de poder ser parte de un equipo de trabajo, de poder prosperar, ver crecer y dar educación a sus hijos y hasta sentirse dueños como me lo han dicho varios luego de retirarse para volver de visita o para algún festejo. Esto ya no se consigue o al menos escasea.
En Argentina nos debemos una reforma impositiva integral que simplifique y baje impuestos, una reforma laboral que no quite los beneficios ya obtenidos por los trabajadores registrados, porque además son derechos adquiridos. Pero si vamos a los números reales, los empleos en el sector privado no han aumentado en los últimos años, sino que los que ha creado la mayor cantidad de empleos son los Estados nacionales, provinciales y municipales aún con el nivel de precarización que mantienen en sus plantas.
En cada recorrida por cada industria, quedo maravillada por la dedicación, el esfuerzo, el coraje y la garra de nuestros hombres y mujeres y de generaciones, los procesos productivos, la tecnología, la innovación, la creatividad que le ponen nuestros industriales. Y de las charlas e intercambios que se dan cuando sé que desde mi actual y "efímero" lugar no puedo darles soluciones reales, más que presentar un proyecto que difícilmente se trate o corrija y modifique lo que les hace falta o solucione de fondo sus y nuestros problemas, descubrí que con los funcionarios a cargo es preciso hacer dos cosas. Primero: golpear las puertas de todos sin distinción de partido político. Y segundo, hay que llevarles el problema y las posibilidades de solución, porque nadie sabe más de su actividad que quién está en ello día a día, 24x7x365, y los políticos y funcionarios no pueden saber de todo porque no están en cada fábrica con sus diferentes y más diversas realidades. Desde mi experiencia, sólo se obtiene alguna solución cuando el trabajo se hace en conjunto y de esta forma. Y no quiero aquí dejar de mencionar algo que me enseñó mi padre, con esa generosidad por la que es conocido y lo caracteriza, y también por el conocimiento que le dieron tantos años de luchas anteriores y las que luego compartimos: "la salida no es individual, hija, la salida es colectiva". Por eso aprendí que aquí nadie se salva solo, sino que todos tenemos que empujar para sacar a nuestra Industria Nacional adelante.
Somos un gran país, tenemos un gran potencial, tenemos todo para crecer, porque somos parte de la solución y no del problema, tenemos que lograr que de una buena vez se nos den las condiciones para poder decir bien fuerte y orgullosos: FELIZ DIA DE LA INDUSTRIA NACIONAL ARGENTINA.
(*) Diputada nacional por Santa Fe. Integrante de la Comisión de Industria.
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