Por Claudio H. Sánchez (*)


Por Claudio H. Sánchez (*)
Desde los discos de pasta hasta los CD y DVD, desde los grabadores de carrete abierto hasta los casetes y desde el fonógrafo de Edison hasta las plataformas de streaming, el almacenamiento y reproducción musical ha pasado por distintas tecnologías a lo largo de más de cien años. Pero el antecedente más curioso al respecto viene de la literatura y la fantasía: aparece en "Las aventuras del Barón de Munchausen", novela del escritor y científico alemán Rudolph Erich Raspe, publicada en 1785.
Karl Friedrich Hieronymus, barón de Münchhausen, es un personaje histórico que existió realmente en el siglo XVIII. Pero las aventuras narradas por Raspe son fantasiosas e inverosímiles: el protagonista cabalga sobre una bala de cañón en vuelo, viaja a la Luna, lucha sobre un caballo que ha sido cortado al medio y tiene asistentes capaces de ver y oír a miles de kilómetros de distancia o de desarrollar velocidades y fuerzas sobrehumanas.
En una de estas aventuras, durante un invierno especialmente frío, el barón realiza una travesía en carruaje por los caminos de Rusia. Como circulan por una ruta muy estrecha, le pide al cochero que haga sonar su cornetín para advertir a los vehículos que pudieran venir en sentido contrario. Pero, aunque sopla y sopla, el cochero no consigue sacarle ningún sonido al instrumento.
Poco después llegan a una posada y dejan sus pertenencias junto a la chimenea. Al rato, comienzan a oír música: el cornetín estaba tocando solo. La explicación que da el barón es que hacía tanto frío afuera que las notas que el cochero había tratado de tocar quedaron congeladas dentro del instrumento. Y, con el calor de la chimenea, habían empezado a sonar.
Dentro de la fantasía del relato, es posible que esta sea la primera mención en la literatura de un dispositivo para almacenar y reproducir música. Casi cien años antes que el fonógrafo de Edison. De alguna manera, el primer iPod.
(*) Docente y divulgador científico