I


I
El domingo se vota en la provincia. Son elecciones PASO, pero más de una vez el resultado de las Paso anticipó el resultado final. Hay muchos candidatos, hay muchas coaliciones, pero con todo respeto la gobernación se va a disputar entre los ganadores del denominado "Frente de frentes" y el peronismo. Se da por hecho que el candidato oficialista, es decir, el candidato del peronismo santafesino es Marcelo Lewandowski. Hay otros candidatos, pero no creo cometer ninguna herejía si sostengo que el actual senador es la carta del peronismo para estos comicios. Supongo que los peronistas sospechan lo mismo. En la oposición, el resultado está un poco más complicado. En estas Paso hay dos candidatos opositores que según las encuestas están muy parejos o mantienen muy poca diferencia. Se trata de Carolina Losada y Maximiliano Pullaro. Los dos son radicales, los dos están respaldados por corrientes internas de este partido y los dos aseguran que van a ganar. A uno lo apoya Rodríguez Larreta; a la otra, Patricia Bullrich. Hay otra candidata: Mónica Fein. No la conozco, pero tengo el mejor de los conceptos de ella. No es una iniciada en la política: fue intendente de Rosario en dos ocasiones. Dicho esto, observo que Fein puede hacer una buena elección dentro de las actuales posibilidades del socialismo, pero no mucho más. Todo bien, pero si los dioses no se enloquecen, el candidato a gobernador del "Frente de frentes" será Losada o Pullaro; y el candidato peronista será Lewandoski. Hasta aquí llegan mis predicciones. Ni el peronismo ni Juntos por el Cambio pueden asegurar la victoria. Pueden desearla, lo cual es obvio; pero no pueden adivinarla, lo cual es lógico. Hace unos ochenta años, Winston Churchill declaró que ganar en una encuesta electoral es muy sencillo: hay que pagarla. La sentencia de Churchill parece mantener rigurosa vigencia. Yo por las dudas espero "la encuesta" del domingo a la noche, el momento en que las autoridades abren las urnas y cuentan los votos.
II
Losada o Pullaro es la incógnita de la oposición en la provincia de Santa Fe, como Patricia Bullrich u Horacio Rodríguez Larreta es la incógnita para las presidenciales en el orden nacional. El peronismo la tiene más clara: su candidato presidencial será Sergio Massa y su candidato a gobernador en Santa Fe será Lewandoski. Hay buenas razones para sospechar que ambos serán derrotados, de lo que se deduce que la simplificación a la hora de elegir candidatos no siempre es la idea más feliz, aunque, nobleza obliga, si el peronismo pierde en octubre no será porque lleva un solo candidato, sino porque el triunvirato que gobierna -Alberto, Cristina y Sergio- ha sido y es deplorable. Hay buenas razones para sostener que el peronismo será derrotado en Santa Fe y en el orden nacional. Hay buenas razones, pero la política no se teje solamente con buenas razones. El peronismo (y a esta verdad los opositores nunca deben olvidarla) dispone de un poder político que excede generosamente las dificultades de una coyuntura e incluso los resultados de una elección. Es, para decirlo de una manera clara, la fuerza política más poderosa del país. No está pasando por un buen momento, pero los que tenemos memoria sabemos que en sus casi ochenta años de existencia el peronismo atravesó por crisis duras y de todas resurgió vivito y coleando. Amigos "gorilas", opositores o no peronistas: nunca den por descontado ganarle al peronismo, y nunca olviden que mucho más difícil que ganarle al peronismo una elección, es gobernar con ellos como opositores. Políticamente, una elección interna pareja me resulta interesante. No me preocupa que discutan, por eso se trata de una interna. ¿O alguien quiere una interna que no se discuta, que los candidatos no marquen diferencias? Pretender una interna sin debate y con modales de caballeros y señoritas, es como pretender un partido de fútbol sin foules, orsay e incluso la posibilidad de hacer un gol con la mano. No sé cómo serán las cosas en otro planeta, pero en este son así. Y al respecto, la Argentina no tiene por qué ser una excepción. Los debates en campaña electoral son amplios, se componen de diferentes registros que van desde el lenguaje académico al más descarado lunfardo, se dirigen a plateas diversas porque las expectativas del voto, incluso al mismo candidato, son diversas. Dos candidatos diciendo vulgaridades y groserías sería inaceptable; pero dos candidatos diciendo lo mismo y sobreactuando las bondades de su corazón sería, además de aburrido, poco creíble.
III
Las preferencias nacionales de los santafesinos son favorables a Juntos por el Cambio. De ello no se infiere que la oposición vaya a ganar en la provincia. Los mismos santafesinos que en 2019 votaron mayoritariamente por Macri, eligieron al peronista Omar Perotti de gobernador. Por lo menos, una mayoría de ellos prefirió a este candidato. En política todas las figuras geométricas son posibles, menos la línea recta. El prestigio de Pullaro proviene de su gestión como ministro de Seguridad de la gobernación de Miguel Lifschitz y el apoyo decidido de Patricia Bullrich en el orden nacional. Sin embargo, en estas elecciones, Patricia apoya a Losada. Estas contradicciones a veces son obvias, a veces se parecen a misterios inescrutables. En todos los casos, los escenarios son estos. Se puede votar por los candidatos reales, se puede votar en blanco o se puede no votar, por más que la ley diga que el voto es obligatorio. El rasgo más importante en estos comicios es el alto porcentaje de abstención. Es un problema; no es gravísimo pero es preocupante: un porcentaje importante del electorado no cree en la democracia, no cree en los candidatos, y sobre todo no cree que las instituciones de la democracia vayan a resolver sus problemas. No son anarquistas libertarios que aspiran a una sociedad autogestionada; son escépticos, resentidos, desengañados. A muchos de ellos, Javier Milei les venía como anillo al dedo, pero ahora advierten que el supuesto "libertario" ejerce comportamientos de casta tan desvergonzados e inescrupulosos como los que dice criticar. En lo personal, no soy partidario de la abstención; ni siquiera del voto en blanco o anulado. Las ofertas de candidatos son amplias, pero además nunca pierdo de vista que la legitimidad del orden político en el que vivo está dado por el voto de los ciudadanos. En el mundo antiguo gobernaba el jefe militar, el vencedor de batallas y conquistador de territorios; los reyes, invocaban el derecho de sangre; las monarquías absolutas, la autorización de Dios; algunas ciudades medievales privilegiaban la riqueza. Pues bien, la democracia postula que los responsables del gobierno somos los ciudadanos practicando el principio del voto universal.
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