Por Alberto Fabián Estrubia


Por Alberto Fabián Estrubia
Elegir es optar por algo o por alguien sin la presión de otro por un mero acto de obediencia. Para que uno diga que elige, debe hacerlo desde su libertad plena, desde su libre albedrío. Si uno meramente obedece, puede llegar a una conducta, a una meta, pero no desde un acto libre. Lo que no quiere decir que la obediencia en sí misma es opresora y quita libertad. Uno puede obedecer una orden a partir de que la elige libremente porque la ve como buena, o puede obedecer porque no puede optar.
La primera actitud está cargada de valor, la segunda es poco meritoria. Obediencia y libertad pueden complementarse y muchas veces es lo adecuado, pero otras tantas veces entran en pugna. "Yo hago lo que quiero -solemos decir- para eso soy libre". Pero, el ser libres para elegir ¿significa que puedo elegir cualquier cosa o solo aquello que redunda en mi beneficio. O dicho de otra manera… ¿solo debería elegir lo que pienso que me hace bien?
Elegir la droga, por ejemplo, no redunda en mi beneficio, muy por el contrario, me destruye, ¿cómo entonces puedo decir que es un acto de libertad que me ayuda a crecer si me perjudica? ¿No será que estoy siguiendo otras sugerencias que, por ejemplo, vienen de la publicidad de un producto o de un candidato para que sea votado? En ambos casos, no podemos asegurar que le interesa mi bien sino quizá su propio beneficio económico o de poder político.
Elegir implica conocimiento y responsabilidad. No puedo, para dar un ejemplo, tirar basura al río y contaminar porque me resulta cómodo, o se me da la gana, y que otros semejantes tengan que beber agua contaminada. Un acto mío de pretendida libertad no puede perjudicar la libertad o el derecho de otros. Hay un algo en el que todos participamos y es "El Bien Común", el bien de todos. Consta en la Constitución.
Para poder elegir, uno tiene que tener la capacidad para hacerlo. Un adolescente pretende comenzar a elegir de acuerdo a sus criterios y es lógico, y es en ese momento en que el adulto cercano tiene una responsabilidad, la de ayudarlo a elegir, a ejercer su libertad. En síntesis, para que podamos obrar eficazmente, debemos conocer, ser responsables y tender hacia el BIEN, nuestro y el de los otros. Si no es así, estamos aproximándonos a un final indeseable.
La equivocación de pocos perjudica a un grupo, pero la equivocación de muchos o de las mayorías, puede ocasionarnos un mal difícil de reparar. Se aproxima el momento de definir a las máximas autoridades políticas de nuestro país: busquemos información, analicémosla y votemos positivamente.
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