Las esquinas de cada barrio, cada pueblo o cada ciudad desde siempre han sido un punto de encuentro, tanto de la gente como para las citas amorosas. En Santa Fe, en pleno Barrio Candioti, está la zona de Bv. Gálvez y Marcial Candioti, donde en la década de los 50 transcurrieron los años de mi juventud. Vivíamos en calle Marcial Candioti casi Castellano, a una cuadra del bulevar; en esas históricas esquinas estaban el club Chanta Cuatro, el bar y confitería bailable Florida, la farmacia Pasteur y el Colegio San José de las Hermanas Adoratrices.
El Chanta Cuatro, en la esquina noroeste fue uno de los clubes de bochas más importantes de nuestra ciudad. Contaba con muchos socios, en su mayoría del barrio; algunos al atardecer después de una jornada de trabajo iban a jugar a las bochas en una de sus dos canchas, las que estaban a un costado de un amplio espacio de tierra bajo un techo de chapas de zinc, a dos aguas, las que pared por medio daban a calle Marcial Candioti.
Los jugadores Chanta Cuatro competían en los torneos que organizaba la Asociación Santafesina de Bochas, tanto en las instalaciones del club como en otros de la ciudad, como El Clásico, Independiente, Amenábar, American Club y Piquete Las Flores, entre otros. Los sábados y domingos, cuando jugaban de locales, a alguno de ellos se los podía ver por las calles cercanas a la institución con su clásica vestimenta: pantalones blancos y camisas del mismo color con el logo del club, calzados con las típicas alpargatas blancas con suela de yute, llevando en sus manos el "costel" con sus propios juegos de bochas.
En la ochava del edificio estaba el bar famoso por sus "lisos", los que detrás del mostrador "tiraba" Julio Federico, su concesionario. Los servía en vasos de cristal, de doscientos centímetros cúbicos, con dos centímetros de espuma. Los mozos, con sus bandejas repletas, los llevaban a las mesas ubicadas a todo lo largo de la vereda de calle Marcial Candioti, acompañados por no menos de ocho platitos de ingredientes. En esas noches de verano era una costumbre de los vecinos ir al bar con sus propias "jarras", en busca de esa rubia y exquisita cerveza, la que degustaban en familia en una improvisada mesa sobre la vereda de sus casas… compartiendo una "picada".
En la esquina suroeste estaba la confitería Florida, con su amplio salón, en cuyo centro tenía una pista de baile de cuatro por cuatro rodeada de tantas mesas como su espacio lo permitía. Allí, los sábados y domingos por la noche muchos jóvenes iban a bailar. Tenía un escenario que daba espaldas a calle Marcial Candioti, en el que se presentaban orquestas y artistas, uno de estos fue Alfredo Barbieri, reconocido actor cómico y mimo, padre de la actriz Carmen Barbieri.
Una de esas noches llegó a las puertas del Florida nada menos que el boxeador José María Gatica (el popular y pintoresco "Mono" Gatica), en compañía de dos amigos con pinta de "guardaespaldas" y en un lujoso automóvil Kaiser Carabella convertible, de color negro y asientos tapizados de rojo, que quedó estacionado sobre Bv. Gálvez, frente al ex Cine Esperancino. El "Mono" estaba vestido de traje blanco, con corbata "pajarita" roja, una flor en el ojal y un pequeño sombrero. Recuerdo la inmensa sorpresa de la concurrencia, al ver a esa gran figura del boxeo argentino en el lugar (*).
En otra esquina frente al Florida, cruzando Marcial Candioti, la "Farmacia Pasteur, de los Benassi, dos hermanos farmacéuticos que eran muy apreciados en el barrio por su numerosa clientela, siempre dispuestos ante las más variadas consultas de la gente y para aconsejar el medicamento más conveniente. El local tenía muy bien ganado el mote de "La Farmacia del Barrio", el que perduró incluso con el transcurrir del tiempo y la sucesión de otros profesionales al frente del mismo, los que supieron mantener el prestigio de la farmacia, considerada como una de las más antiguas de la ciudad.
En la esquina noroeste se ubica una parte del edificio del Colegio San José de las Hermanas Adoratrices, que da a Marcial Candioti. Allí se encuentra el viejo kiosco de diarios y revistas, frente a la parada de taxis. Sobre calle Candioti, justamente, está la esquina donde la gente del barrio tomaba el ómnibus de la antigua Línea D del Transporte Urbano de Pasajeros, para ir trabajar, para ir al centro, al Mercado Central, a los hospitales, así como a otros puntos de su extenso recorrido.
Con el paso del tiempo en esas esquinas se produjeron algunos cambios. Al edificio del "Chanta" le hicieron algunas mejoras edilicias, las canchas de bochas desaparecieron y su denominación cambió a Club Argentino, mientras que en el local donde estuviera el bar pasó a funcionar una sucursal del ex Banco de Crédito Comercial, entidad integrada por capitales santafesinos.
La confitería Florida cerró sus puertas y en su local se instaló una casa de comercio, en tanto la Farmacia Pasteur y el Colegio San José de las Hermanas Adoratrices continuaron con su trayectoria. Estas fueron las memorias de esas tradicionales esquinas, las que pese a los años transcurridos perduran entre otros muchos recuerdos de mi juventud.
(*) Nacido el 25 de mayo de 1925 en Villa Mercedes, San Luis, José María Gatica hubiese cumplido 100 años el pasado domingo. Falleció el 12 de noviembre de 1963, a los 38 años. Su notable campaña profesional abarcó entre 1945 y 1956.
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