Por Julieta Ninno
Por Julieta Ninno
Resulta desesperante no poder ayudar a alguien. Observar, como congelado, con la mirada fija pero en blanco, con los labios mudos pero urgidos por palabras, como expectante. Pies anclados en el suelo, o tal vez unos pasos nerviosos y tambaleantes, sin saber bien en qué dirección aventurarse. Inunda esa desesperación que se enreda en el pecho, seguida por una especie de culpa que vuelve sórdidas las extremidades. Algo es necesario, y se sabe. Ayuda, de algún tipo. Pero ante no poder hacer nada, en la mente solo florecen las autocríticas que suelen desprenderse de la inacción. Entonces uno solo escupe, casi balbuceando, una mezcolanza de oraciones de pésame, esperanza y propuestas, demasiado enmarañadas unas con otras como para poder tener algún efecto. Y si nada puede hacerse para ayudar a otro, mucho deja de tener sentido. Hablar, intentar, preguntar… pasan a percibirse como sinsentidos todopoderosos y simplemente invencibles.
Sin embargo, es peor aún no saber que alguien necesita ayuda. La "cultura de la salud mental" es de hecho un fenómeno relativamente reciente, y todavía podemos afirmar que la gran mayoría de la población creció pensando que debía esconder sus emociones negativas. Orquestar silencios antes de desahogar lo que a uno le pesa adentro, decir que todo está bien cuando no lo está, hacerse el distraído cuando alguien más nota que uno está al borde del llanto… No decir nada, porque en la sociedad no hay lugar para esas palabras. Al menos así se ha sentido durante mucho tiempo, y este silencio colectivo ha tenido repercusiones desastrosas (véase, por ejemplo, la tasa de suicidios que tomaron por sorpresa a familiares y amigos). Solo en la última década hemos presenciado la primavera de la "cultura de la salud mental", donde dialogar sobre los altibajos de la vida no solo se entiende como posible, sino también como necesario. Y junto a la iniciativa por expresarse libremente sobre estos temas, también han proliferado los intentos por ayudar a otros.
Este es el caso del libro "Empesares" de Jess Browne, y como lo indica el juego de palabras de su título, esta es una lectura sobre volver a empezar aun con pesares. Disponible gracias a Ediciones Urano, este libro autobiográfico comparte el camino de duelo de su autora y pretende compartir valiosas lecciones sobre cómo seguir adelante después de la pérdida. En un mundo signado por las consecuencias personales, políticas, culturales, económicas y sociales de la pandemia del Covid-19, la historia de Browne se propone crear un espacio que por mucho tiempo fue inexistente, aquel lugar donde es posible pedir, ofrecer y encontrar ayuda. De hecho, esta misión trasciende incluso a su libro, ya que el proyecto de esta mujer puede encontrarse en un sitio web donde es posible ingresar a grupos de apoyo, pedir ayuda psicológica, conversar con otros en situaciones similares, y ofrecer servicios y ayuda a quienes lo necesitan. Con la detallada información del sitio, "Empesares" se ha erguido como una plataforma donde hermanos, padres, amigos, parientes o aquellos que se sienten o encuentran solos pueden poner sus voces ahí afuera, estar acompañados, y obtener una variedad de herramientas para darle sentido al sinsentido.
Ahora certificada como educadora y acompañante de duelo, Jess Brown vio nacer su proyecto en base a una serie de acontecimientos trágicos que acaecieron en su vida. Su hijo de 28 años se quitó la vida y sus padres fallecieron por problemas de salud. Dos de estos eventos debieron vivirse por Zoom. Fue el suicidio de su hijo, no obstante, el que le despertó un llamado de atención sobre la importancia de generar una "cultura de la salud mental", dado que el siglo XXI ha presenciado un número altísimo de casos escondidos o silenciados de depresión que desembocan en suicidios que toman a amigos y familiares desprevenidos. Animada por la bienvenida, el ánimo y el apoyo en las redes sociales, Browne se embarcó en "Empesares". En parte, su camino desembocó en aquel libro autobiográfico homónimo, pero el resto se enfocó en generar aquel espacio online (y también presencial) donde poder ayudar a otros o guiar a los demás en que se ayuden a sí mismos. Así, tanto el libro como los grupos de apoyo de Browne constituyen un trayecto desde el dolor y la pérdida hacia el aprendizaje, las palabras y el "seguir adelante", así como un intento de aportar un granito de arena a la "cultura de la salud mental".
Nacida en Buenos Aires, Argentina, Browne ha habitado distintos puntos del planeta (Venezuela, Estados Unidos, Chile, Gran Bretaña y Brasil), y a pesar de la metamorfosis de paisajes e idiomas, ha notado una constante: en todo el mundo presenciamos un silencio respecto a la salud mental. En esta instancia post-pandémica, o en cualquier momento de la historia, todos cargamos pesares en nuestro interior. Más allá de los detalles particulares de cada caso, todos siempre necesitamos expresarnos sobre algo que nos sucede a nivel personal y emocional. Y todos también buscamos darle sentido al sinsentido, con mayor o menor éxito.