Por María Teresa Rearte

El mensaje del Papa Francisco a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) del 17 de junio último se inscribe el peregrinar de la fe cristiana.

Por María Teresa Rearte
La reflexión de la fe cristiana no queda indiferente ante los acontecimientos históricos. En lo económico asume su importancia en la vida del hombre. Y discierne acerca de su significado religioso y moral. "El desarrollo económico debe quedar bajo el control del hombre y no sólo al arbitrio de unos pocos hombres o grupos dotados de excesivo poder económico, ni se ha de dejar en manos de la sola comunidad política, ni de algunas potencias."(GS, 65)
En ese marco conceptual la doctrina católica sostiene el principio del destino universal de los bienes de la tierra. Lo que indica que "Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene al uso de todos los hombres y de todos los pueblos, de modo que los bienes creados deben alcanzar a todos en forma equitativa presididos por la justicia y animados por la caridad. Cualesquiera que sean, pues, las formas de propiedad legítimamente en las instituciones de los pueblos (…) jamás se debe perder de vista este destino común de los bienes. " (GS, 69) Por lo que quiero citar algunos antecedentes sobre el tema, tanto como lo permite el espacio de una nota.
El Papa Juan XXIII explícitamente se refería al "carácter natural del derecho de propiedad" (MM, 109), el que es de carácter permanente porque proviene de la misma naturaleza humana. Y afirmaba que "la historia y la experiencia demuestran que en los regímenes políticos que no reconocen a los particulares la propiedad, incluida la de los bienes de producción, se viola o suprime totalmente el ejercicio de la libertad humana en las cosas más fundamentales" (o.c.).
La Doctrina Social de la Iglesia (en adelante la designaré como DSI) a la que pertenece lo referido al derecho de propiedad en esta nota, es la enseñanza social de la Iglesia contenida en los documentos pontificios, cuyo inicio se remonta a la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII, que data de 1891. Por entonces las condiciones de trabajo en los países industrializados no eran muy diferentes de lo que –décadas antes-habían descripto con enorme realismo, por una parte, el informe Villermé (1840), sobre la industria textil en Francia. Y por la otra parte el Informe Asheley (1842) sobre la situación en las minas de carbón de Inglaterra.
"La DSI –afirma Juan Pablo II- no es una tercera vía entre el capitalismo liberal y el colectivismo marxista (…), sino que tiene una categoría propia. No es tampoco una ideología, sino el resultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial (…) No pertenece al ámbito de la ideología; sino de la Teología y especialmente de la Teología Moral". (SRS, 41)
En el Antiguo Testamento el derecho de propiedad estaba comprendido en la ley moral. En el Nuevo Testamento la vida de la Iglesia primitiva, descripta en el libro de los Hechos de los Apóstoles, presenta una interesante novedad: la comunidad de bienes.
El texto sagrado dice: "todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común." (2, 44) Lo que expresa la caridad y fraternidad cristiana, sin que se excluya el derecho a poseer algo propio.
Con el correr del tiempo se ha logrado equilibrar mejor la función individual de la propiedad y su función social. Se pudo comprender su carácter instrumental, que profundiza un derecho anterior y fundamental de todos los seres humanos al uso de los bienes de la tierra. Se ha de insistir en que toda forma de dominio público o privado es legítima mientras esté puesta al servicio del trabajo. Lo que en la economía moderna implica canalizar la renta al ahorro y la inversión.
Con la Rerum Novarun se perfila un nuevo concepto de justicia social. Superando la tendencia individualista que daba primacía a la justicia conmutativa (propia de los contratos), recuperaba la idea tradicional aristotélico-tomista de la justicia general. La justicia del bien común, con énfasis en el aspecto distributivo y sensibilidad frente a los problemas económicos y sociales.
Fue el Papa Pío XI, quien frente a la crisis de su tiempo y al conmemorar el 40º aniversario de la Rerum Novarun, en un contexto de disfuncionalidad del capitalismo liberal, que mostraba la falta de equilibrio entre el capital y el trabajo, inclinándose a favor del primero, más la tendencia a acaparar la renta, la reducción del salario al sólo límite de la propia subsistencia, la desocupación y miseria generalizada, se manifiesta explícitamente sobre la justicia social, como expresión actualizada de la justicia distributiva. Reafirma la necesidad de la redistribución de la riqueza por medio del trabajo. Y la promoción del salario justo, que satisfaga las necesidades del trabajador y su familia. (Cf. QA, 71) Es el mismo pontífice que rechaza la supresión "por olvido o ignorancia del carácter moral del mundo económico." (o.c.)
Con lo dicho no sostengo la existencia de una "economía católica". Al respecto, el Concilio Vaticano II ha reconocido claramente la legítima autonomía de la razón y de las ciencias. Las que se deben tener en cuenta en la reflexión ética. (Cf. GS, 36) No obstante, el mismo concilio promovió la superación de una ética individualista.
El don divino de los bienes de la tierra demanda la respuesta del trabajo del hombre. "Es mediante el trabajo como el hombre, usando su inteligencia y su voluntad, logra dominar la tierra y hacer de ella su digna morada. De este modo, se apropia de una parte de la tierra, la que ha conquistado con su trabajo: he aquí el origen de la propiedad individual." (CA, 31)
Para desterrar equívocos, este camino brevemente tratado es el largo recorrido del encuentro del evangelio y la tradición cristiana con la realidad social y económica de cada época, expuesto por el Magisterio de la Iglesia. Hasta convertirse en voz crítica y profética, en procura de una sociedad más justa e igualitaria. También en los difíciles tiempos que sucederán a esta cruel y larga pandemia. El mensaje del Papa Francisco a la Organización Internacional del Trabajo (OIT) del 17 de junio último se inscribe en ese mismo peregrinar de la fe cristiana. Y en su enseñanza que dice: "Vuelvo a hacer mías y a proponer a todos unas palabras de san Juan Pablo II cuya contundencia quizás no ha sido advertida: 'Dios ha dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno'." (FT, 120; CA, 31).
Referencias
(GS) Concilio Vaticano II: Constitución Pastoral Gaudium et spes. (1965)
(MM) Juan XXIII: Carta encíclica Mater et Magistra. (1961)
(SRS) Juan Pablo II: Carta encíclica Sollicitudo rei socialis. (1987)
(CA) Juan Pablo II: Carta encíclica Centesimus annus. (1991)
(QA) Pío XI: Carta encíclica Quadragesimo anno. (1931)
(FT) Francisco: Carta encíclica Fratelli tutti. (2020)
El Papa Juan XXIII explícitamente se refería al "carácter natural del derecho de propiedad" (MM, 109), el que es de carácter permanente porque proviene de la misma naturaleza humana.
Con la Rerum Novarun se perfila un nuevo concepto de justicia social. Superando la tendencia individualista que daba primacía a la justicia conmutativa, recuperaba la idea tradicional aristotélico-tomista de la justicia general. La justicia del bien común.