¿Cómo lo imaginaba a Dios monseñor Zazpe?

¿Cómo lo imaginaba a Dios monseñor Vicente Zazpe, después de una vida consagrada a Él? La misión debía ser de la Iglesia, especialmente con los bautizados que no conocen realmente a Cristo. En una sociedad con comunidades con raíces profundamente cristianas, e históricas también, no podría ni podemos presuponer la fe.

Él sabía y conocía a fondo que había y hay mucho desconocimiento de Cristo y de Dios; aún en aquellos que se dicen católicos. Otros de prácticas externas solamente. Por eso una de sus preocupaciones catequéticas, misioneras, era el redescubrimiento de la persona de Jesús y de su mensaje salvador, gratuito, total en la cruz… ¡Por amor!

Su pensamiento giraba en torno de no sólo saber que Dios existe sino "en qué Dios creemos", del amor de Dios y de la iniciativa de Dios siempre, de que Dios nos amó y nos ama tanto, también hoy. Por eso, monseñor Zazpe no quería una "Iglesia cansada", que no contagie el entusiasmo de la fe en Dios Jesucristo para evangelizar. ¡Si no, no evangeliza! Un Dios que nos ama y es nuestro amigo… ¡Es un Dios bueno!

Por eso a Zazpe le preocupaba no solo que la gente no creyera en Dios, sino que creyera en cualquier cosa. Todos estamos llamados a ser "profetas del amor de Dios" y en esa línea se movió. Su preocupación, o una de ellas, era precisamente con los que se comprometían en la misión de la Iglesia, con una visión humana de Dios también, y divina fundamentalmente.

Como decía el papa Juan XXIII, unos días antes de su muerte: "No es que el evangelio cambie, somos nosotros los que comenzamos, en un cachito, a comprenderlo mejor a Dios", "¡Un Dios que nos quiere hasta haber dado su vida! ¡Por eso nuestra fe es Cristocéntrica!”

Y no es que Dios haya sido diferente después del Concilio Vaticano II, sino que, como lo sentía Zazpe, era necesario un acercamiento más profundo y cercano al Evangelio, para revelar, enseñar, tocar el rostro de Dios en el pobre, en el que sufre, en los olvidados, en los enfermos, los jubilados y los humildes y los más carecientes.

La fe en Cristo nos lleva a preguntarnos cómo es y quién es Dios para cada uno de nosotros. ¿Qué testimonio damos como Iglesia de ello? ¿Tiene credibilidad la Iglesia como tal, en estos días tan especiales? ¿Mostramos a un Dios que entusiasme? ¿La predicación lo logra? ¿Muchas veces la catequesis muestra a un Dios del miedo sobre el infierno? ¿Sobre la felicidad?

"Nuestra América es creyente, no cuestiona a Dios", pensaba por allí Zazpe, pero América, su realidad, nos muestra tantas injusticias y desigualdades sociales de muchos que viven por debajo de la línea de la pobreza y de la miseria.

Por eso lo importante es: ¿Qué imagen tenemos de Dios, como decía monseñor Zazpe, del "Dios verdadero"? ¿Qué proyectamos y damos testimonio?

La fe de hoy, pensaba monseñor Zaspe, y muchos en su época, en la tierra que la fe nos exige que sea más fecunda, nos hace un llamado a volver al primer anuncio, a la "Buena Noticia de Jesús", de volver a la Biblia y rescatar el verdadero rostro de Dios, un amigo del hombre, camino a la eternidad, aquel que viene y vino, según las bodas de Caná.

Dios es Jesús, porque Dios se hizo carne en Jesús. Para conocer a Dios, debemos conocer a Jesús. Así lo enseñaba y transmitía monseñor Zaspe quien creía en un Dios misericordioso. Era necesario conocer y estar cerca de nuestros hermanos, de todos, pero especialmente de los más necesitados.

(*) Diácono permanente de la Parroquia San Roque. Predicación realizada el 24 de enero pasado, durante la misa en conmemoración a un nuevo aniversario del fallecimiento de monseñor Vicente Zazpe.