Por Alejandro A. Damianovich (*)

En el Bicentenario del nacimiento de Bartolomé Mitre (1821 – 26 de junio – 2021)

Por Alejandro A. Damianovich (*)
La descollante y polémica figura de Bartolomé Mitre se proyecta hasta nuestros días como la de uno de los principales protagonistas de la historia argentina de la segunda mitad del siglo XIX. Porteño de pura cepa, comparte con el entrerriano Justo José de Urquiza y el tucumano Julio A. Roca, los máximos liderazgos del país de su tiempo, habiendo sido árbitro del proceso de unificación nacional tras la secesión de Buenos Aires.
Poeta romántico, periodista militante, intelectual reconocido, fue por sobre todo un político sagaz y también un militar poco afortunado. Su filiación ideológica se ubica dentro de un liberalismo positivista a tono con los vientos de modernidad, compartiendo con Sarmiento y Alberdi los máximos prestigios de esta corriente, aún desde sus serias discrepancias.
Si su figura despierta fervientes adhesiones y enconadas críticas, admite sin embargo un punto de amplio reconocimiento como iniciador del tratamiento documentado del relato histórico en nuestro país, más allá de que el producto de su pesquisa y el resultado de sus análisis, han sido y siguen siendo objeto de debate, especialmente en cuanto a la construcción de un paradigma historiográfico centrado en Buenos Aires con desprecio de los caudillos y del proyecto federal que estos defendieron. "La Historia de Belgrano y de la independencia argentina" y la "Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana", constituyen sus grandes obras.
El manuscrito de Mitre sobre Artigas
Exiliado en Montevideo durante buena parte de la época de Rosas, Mitre comenzó a investigar y a escribir borradores sobre la vida de José Gervasio Artigas, influido quizá por las ideas de su suegro, el general oriental Nicolás de Vedia, quien le aportó datos e impresiones sobre el caudillo a quien había tratado. Adoptó desde el principio un método erudito de investigación, reuniendo más de cuarenta fichas bibliográficas y consultando unas cuatrocientas cartas.
Aunque Mitre siempre conservó sus borradores y los apuntes de su suegro, nunca terminó la biografía de Artigas ni publicó ningún avance. Dado a conocer el manuscrito por Mariano de Vedia y Mitre en 1937, pudo saberse que el texto destacaba positivamente muchos aspectos del "Protector", era moderado en las críticas que le mereció y cuestionaba algunos costados de la política porteña. Será por ello que el manuscrito quedó archivado sin que viera la luz en vida de su autor, pues aquellos juicios y conclusiones iniciales sobre Artigas irían a contrapelo de las expuestas luego en sus dos obras fundamentales.
Podrá decirse que su creciente interés en la vida de Belgrano, desarrollado mientras reunía documentos para su amigo Andrés Lamas, le haya hecho descartar su programada obra sobre Artigas. Pero es más razonable pensar que, en la década de 1850, cuando Buenos Aires estaba enfrentada a la Confederación, la vida de un Belgrano centralista resultara para Mitre más motivadora que la de un caudillo federal como Artigas, lo que resultaba coherente con el rol de principal defensor de la causa porteña que Mitre asumiría. Además, la apología de la modernidad expuesta en el "Facundo" de Sarmiento, publicado en 1845, permitía ubicar a Belgrano del lado de la "civilización" y a Artigas y los caudillos del lado de la "barbarie".
"Retratos terribles" y "hermosas figuras"
Mitre expone tal discriminación en el texto introductorio a la "Galería de Celebridades Argentinas", publicada en 1857, en plena secesión de Buenos Aires. Sostiene que la historia rioplatense habría producido dos tipos de hombres notables: los que se hicieron célebres "por sus servicios, sus virtudes o sus trabajos intelectuales (San Martín, Belgrano, Moreno, Rivadavia, Monteagudo, entre otros que constituían el "panteón de los grandes hombres de la Nación Argentina") y "los representantes de las tendencias dominadoras de la barbarie".
Entre estas enumera la figura de "Artigas, el Atila del caudillaje; la de López, levantando las lanzas sangrientas y proclamando entre el pillaje y la matanza los principios de Washington, que deshonraba; la de Quiroga, el flagelo de Dios en las provincias del interior; la de Ramírez, caudillo impetuoso, armado de la espada y de la tea del genio del mal; la de Aldao, el fraile apóstata, tirano de la escuela de los Borgias; y la de Ibarra, cacique feroz, inmortal como Iván el Terrible por sus crímenes y por sus crueldades inauditas".
No puede extrañarnos que esto escribiera el político y el militar porteño que debería enfrentarse con las fuerzas federales de la Confederación en Cepeda (1859) y en Pavón (1861), los mismos campos en los que las tropas de Buenos Aires habían sufrido el ataque de los caudillos que Mitre estigmatizaba.
Santa Fe, "baluarte de la República"
Mitre consideró a su "Biografía del General Belgrano" aparecida en la "Galería", como la primera versión de la obra que iría ampliando y profundizando en las décadas siguientes. La segunda edición fue inmediata y salió en 1858 y 1859 (tomos I y II). La tercera apareció entre 1876 y 1877, ampliada y documentada convenientemente. Entre una y otra había publicado sus "Estudios Históricos sobre la revolución argentina" (1864) en respuesta a ciertas críticas que le había hecho Vélez Sársfield.
Al publicar estos "Estudios" Mitre era presidente de la República. Por eso Alberdi señaló que, cuando el presidente repartía su tiempo entre el gobierno y los estudios históricos, debía entenderse que adjudicaba a tales estudios la misma importancia que a su acción de gobierno, o que dicho estudio no era otro que el del gobierno mismo. Eran los inicios de la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay, y puede entenderse el interés renovado del presidente Mitre sobre Belgrano, primer general que operó contra aquel país al que ahora él hacía la guerra como Comandante en Jefe de los ejércitos de tres naciones.
Pero la Historia de Belgrano de Mitre se convirtió, a partir de su tercera edición, en un sólido estudio histórico que supera cualquier intencionalidad política de coyuntura, y proyecta su relato hasta la consolidación del orden con posterioridad a la derrota de Ramírez y Carrera. Si bien queda clara su mirada liberal conservadora y su punto de vista proyectado desde Buenos Aires, también es cierto que matizó sus juicios sobre los caudillos, especialmente en el caso de Estanislao López, de quien va a valorar su independencia de juicio, su espíritu contemporizador, y su capacidad de hacer de Santa Fe un "baluarte de la República".
No puede Mitre dejar de expresar admiración frente a la proclama de los caudillos vencedores en Cepeda. Encuentra en ella un espíritu integrador que demostraba "cuánto habían progresado las ideas políticas y el sentimiento nacional", pero sin dejar de empañar su juicio con dudas sobre la sinceridad de los firmantes y la comprensión de sus declaraciones. Desvirtúa además las ideas artiguistas al decir que estos caudillos parecían alejarse de la política disgregadora del Protector, cuando nunca estuvo en la mente de Artigas otra meta que no fuera la de la integración rioplatense y americana.
La historia del proceso independentista parece encontrar en su libro el punto culminante en la obra "civilizadora" de Rivadavia como ministro de Martín Rodríguez. Pero la importancia que adjudica a Estanislao López en el desenvolvimiento posterior a Cepeda, estaría indicando que, sin su intervención ordenadora, no hubiera sido posible el marco necesario para la acción de aquel.
La Historia de Belgrano de Mitre se convirtió, a partir de su tercera edición, en un sólido estudio histórico que supera cualquier intencionalidad política de coyuntura, y proyecta su relato hasta la consolidación del orden con posterioridad a la derrota de Ramírez y Carrera.
Si bien queda clara su mirada liberal conservadora y su punto de vista proyectado desde Buenos Aires, también es cierto que matizó sus juicios sobre los caudillos, especialmente en el caso de Estanislao López.
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos.