Ante lo que acontece en nuestra patria, sin constancia de la existencia del Poder Ejecutivo Nacional, sin un programa económico, con un juicio público por corrupción, con una notoria actividad de la drogadependencia, con planes de paros gremiales de docentes, lo que se puede decir es que no nos privamos de nada.
Para mí lo más notorio es el plan de paros docentes. En esta semana y la próxima, sobre diez días hábiles, seis serán de paro: es decir un sesenta por ciento de los días. Todas las razones son viables, pero la realidad nos desnuda: tenemos pobreza, desnutrición en los niños, un crecimiento de los merenderos por ausencia del Estado, una importante cantidad de personas que comercian en negro –hecho que también genera trabajo en negro-, inflación prácticamente descontrolada.
Cuando hacemos referencia a los merenderos, detectamos una importante cantidad de personas, a las cuales las denomino "Jesús Viviente", que son mayoritariamente mujeres, que siempre tienen esa vocación por los niños, para atenderlos, para acercarles alimentos. Y algo más, muy loable, les dan cariño, los abrazan y por momentos les hacen recordar que son niños (es cierto, son momentos… pero que hermosos momentos).
El Estado debería velar por los Derechos de los Niños, en especial por la educación. Y reconocer que son los privilegiados, los de los superiores derechos. Pero, si nos detenemos y analizamos que el Estado permite que los docentes cierren las puertas de las escuelas (que mantiene el Estado), que los niños estén desnutridos y que sean fácil presa de las tareas de la droga,… cómo vamos a hablar de futuro.
Para recordar algo respecto a la niñez, están los diez derechos de los niños. Esos derechos son: 1) A la salud; 2) A la educación; 3) A tener una familia; 4) A una nacionalidad; 5) A la igualdad; 6) A no ser violentado; 7) A jugar; 8) A la alimentación; 9) A poder expresarse; 10) A un trato especial.
Existen premisas, detallo algunas: las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a la educación pública, que atienda a su desarrollo integral, para hacer uso de la democracia y el respeto al trabajo. El derecho a la educación es un derecho de todos los seres humanos y es vital para el desarrollo económico, social y cultural de las sociedades.
Cuando se viola el derecho a la educación, cuando se pierden días de clases, cuando no se ofrece una educación de calidad por parte del Estado, la responsabilidad es del Estado. El derecho a la educación determina al Estado, las obligaciones de respetar, proteger y cumplir con el derecho de la educación.
Como conclusión: el Estado y los gremios docentes, conculcan el derecho a la educación de los niños.
Surge en forma inevitable determinar, quién está primero, si el derecho de los niños o el derecho de los docentes. ¿Quién se hace cargo de semejante estropicio, el señor gobernador, o los señores dirigentes gremiales? Parece que ni a uno ni a otros les interesa.
¿Quién representa a los niños? ¿Quién se hace cargo del daño causado? ¿Los fiscales y jueces? No se ve acción, por ende, nada tendrán para decir ante semejante daño. Parafraseando al Chapulín Colorado: "Y ahora… ¿quién podrá defenderlos?"
Los políticos que asumen responsabilidades en representación del pueblo, al igual que los jueces, juran por Dios y la patria. Y si no cumplen, que la patria los demande. Y en este caso la patria debería ser el Poder Judicial. Me duele la patria. No le echemos la culpa a nadie, somos el pueblo, los que elegimos, por eso el Martín Fierro es irrefutable, cuando dice: "El pueblo tiene el gobierno que se merece".
Los niños no tienen voz y no tienen representantes. ¿Entonces, de qué derechos de los niños hablamos? Lo que queda claro es una cosa: "Menos educación, más pobreza".