Un baile a beneficio, o mejor dicho... ¡Se armó la podrida!
"(...) Pronto se armó la podrida, piñas, trompadas, tortazos/ Santillán tiró un balazo, con un chumbo que traía/ toda la gente corría, quedo la casa pelada./ Pa terminar la velada yo me choree un bandoneón/ Un piloto Pantaleón y el Loco la jeta hinchada". Gentileza
La milonga, una variación distintiva del tango argentino, se destaca por su vibrante tempo y su ritmo único. A diferencia del tango, más dramático, la milonga es vivaz, alegre y está impregnada de un espíritu juguetón (si se me permite el término). Esta variación del baile no solo muestra la destreza técnica de los bailarines de tango, sino que también enfatiza la alegría y espontaneidad del baile. Mientras que el tango se asocia a menudo con emociones profundas e intensidad, la milonga permite a los bailarines explorar un conjunto diferente de sentimientos.
En definitiva, la milonga es un baile que fomenta el humor, la ligereza y un sentido general de diversión. Esto hace que no solo sea un desafío técnico, sino también un medio para que los bailarines expresen una gama más amplia de emociones, haciendo su baile más dinámico y atractivo. Entre los años 40 y 50 José Alfredo Fernández y Juan Carlos Caviello -no registro demasiados datos referidos a los autores- dieron origen a una milonga que trataba de "la vida urbana marginal", un retrato digno de una "noche turbulenta", titulada "Un baile a beneficio".
Sí amigo lector, como usted lo está leyendo, aunque el verdadero título era "La Podrida", nombre original que debió ceder terreno por clara y evidente censura a sus autores. ¿Quieren saber la verdad? La alta sociedad porteña consideró que en esta creación "se utilizan términos a los que no están acostumbradas nuestras niñas", decían sus progenitores. Pero en realidad los censuradores fueron tan obtusos que en la parte final de la letra repiten la palabra en discusión: "podrida".
Típica milonga humorística, con un increíble desfile de personajes barriales, organizadores de un baile a beneficio destinado a un "enjaulau en Devoto", por chorro, sospechado y vida social "indefinida"... pero, no por bueno, seguramente. Desde el inicio, este tema musical deja por sentado la buena intención de "la muchachada" y cita a varios de los encargados de la organización, quienes de antemano, y por las dudas, anticipan que se trata de una reunión "fulera". Pero , decididos a pasarla "re re re" bien, como dicen los chicos de "cristal"… los de ahora:
"Con el lungo Pantaleón, Pepino y el Loco Juan/ el peludo Santillán, Tito y el Chueco Ramón/ Salimos con la intención de ir a un bailongo fulero/ A beneficio de un reo que se hallaba engayolado/ En Devoto y acusado por asuntos de choreo"
Loco, Peludo, Chueco, personajes pintorescos, hasta diría del bajo mundo, aparentemente todos buenos muchachos dispuestos a concretar la anhelada causa solidaria: la de recaudar fondos para "el reo". La terminología utilizada pinta la escena con un aire auténtico y crudo a la vez:
"Al buffet por la bebida fui yo, Tito y el Peludo/ que ya estaba medio mudo de la curda que tenía/ Pero allí encontré una cría chupando que daba gusto/estaba el violero Augusto, Gatillo, el Cortao Potranca/ y el Sordo con una tranca que de verlo daba susto"
El denominador común era la sordidez, los apodos coloridos e inevitablemente su adhesión al club del "codo" y todos unidos por un objetivo común…"chupar". La fiesta estaba en marcha y la clara idea de la marginalidad "al palo":
"En el ambiente de minas estaban las de Mendieta/con la flaca Pañoleta, la Paja Brava y la China/Pichota, la Golondrina, la Mechera Encarnación, la Gorda del corralón, Sarita de la Cortada, La Grela de Puñalada y la Parda del Callejón"
No podían estar ausentes, cada una con su documento en la mano, domicilio y profesión. Todo hacia prever que, debido al coeficiente etílico de ambos bandos la situación sería difícil y hasta traumática de controlar, al menos sin consecuencias cuando entre a tallar las fibras intimas del milonguero y en "dope" en un ambiente que calificaba entre pobreza e indigencia extrema
"En el baile meta y ponga, era brava la negrada/ y entre cortes y quebradas, se mandaban la milonga/ Una negra medio conga, bailando con un chabón/ le dio al loco un pisotón, propiamente en el juanete/ si Santillán no se mete, el loco, el loco le da un piñón"
Era previsible, estaba en la agenda y entro aparecer el desmadre. El alcohol comenzó a surtir efecto, todos habían perdido el control de la realidad (y fundamentalmente de la vertical) y sobrevino la descalificada actuación de una morocha que piso al loco Juan, justamente en el juanete, con el agravante que los paramédicos no estaban invitados a la reunión: resultado salta la ira desenfrenada de ellos y ellas que no se quedaron atrás y con ganas de hacer valer sus derechos y la posibilidad de surtir algún sopapo. Sobrevinieron los golpes, disparos y el caos sobrevolaba el ambiente :
"Pero el chabón muy careta al Loco le dio un sopapo/ cayó el Loco como un sapo, haciendo sonar la jeta/ intervino Pañoleta para aliviar la cuestión/ El chabón para un rincón se las quería picar/ pero lo hizo sonar de un tortazo Pantaleón (…). Pronto se armó la podrida, piñas, trompadas, tortazos/ Santillán tiró un balazo con un chumbo que traía/ toda la gente corría, quedo la casa pelada/ Pa terminar la velada yo me choree un bandoneón/ Un piloto Pantaleón y el Loco la jeta hinchada"
La violencia en su máxima expresión, golpes, piñas, patadas y disparos. Visión cruda y realista de la vida en los márgenes de la sociedad, que hace difícil la supervivencia. A la hora de hacer la rendición de cuentas, además del visible desorden, faltaba un bandoneón y un piloto que algún descuidado se llevó como recuerdo de la inolvidable noche. Una noche que arrancó para la camaradería y la beneficiencia, pero se armó "la prodrida" y terminó en semejante lío.
Hasta la próxima.
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