Su creatividad con vocablos sencillos generaba un espacio de expansión no sólo para los feligreses, sino para la sociedad toda y de diversas confesiones. Y es con palabras no rebuscadas que monseñor Vicente Zazpe da a entender acerca de la Argentina de entonces (y de ahora, tal es su vigencia). Esto es lo que hace un buen comunicador, cosa que no es fácil.
Actuó con valentía en el pensamiento en un "totum" volcado a Cristo. Pero sin nombrar a nadie -eran épocas difíciles-, especialmente a aquellos a los que van dirigidos sus mensajes. Ese es el valor de la comunicación en esos periodos y siempre, excepto una denuncia.
Mirá tambiénPadre Montini: "Zazpe tenía un don de ser profeta porque sigue iluminando el presente"Monseñor Zazpe (1920-1984) era una usina de sabiduría profunda de la vida y de la fe. Transformar la política para la humanidad con palabras serenas aunque firmes y no polémicas: cuando hablaba o escribía era asomarse apenas a la comunicación, era como un Zazpe en diálogo consigo mismo con fuerza y convicción.
Lamentablemente, detrás del éxito hay otra cosa: esperan que abandones. Pero en monseñor eso fue imposible, porque era ferviente en sus creencias. ¡No se detuvo jamás! Solo la muerte lo detuvo. Monseñor Zazpe solo procuraba la paz y la justicia. Había que buscarla en medio de actos invisibilizados, pitillos de sirenas a toda hora.
A Zazpe, los nombres, dignidades, títulos, cargos, dinero o poder, no lo acallaban. Eso es comunicación. Él se interesaba por la Verdad entera, y las vicisitudes del país, hundiendo cada vez más la mirada, o sea una exigencia interior.
Perfecto conocedor de los entresijos de la política y de la sociedad, organizaba sus documentos frente a Dios y el universo. En resumen, esas eran sus cualidades de comunicador.
(*) Se desempeñó como periodista en Diario El Litoral de Santa Fe. Fue docente de idioma italiano en la Universidad Nacional del Litoral y en el Liceo Municipal de Idiomas.
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