“Cuando lleguemos, vamos a encender la economía”. La frase, repetida por el presidente Alberto Fernández durante toda la campaña electoral, no fue solo un eslogan de campaña. Fue también la admisión del por entonces candidato de la imperiosa necesidad de sacar el país de la recesión y que vuelva a crecer para llevar adelanta su gestión y que ésta tenga éxito.
Es verdad, como lo dice en cada oportunidad que habla, que le dejaron un gran desorden en el país, con una deuda que de no ser reestructurada, no dejará que empiecen a funcionar los motores de la economía, con una inflación que es la tercera del mundo y una caída del consumo que aún no encontró su piso. También es verdad que apenas lleva tres meses al frente del Poder Ejecutivo.
En este contexto, Fernández fijó como prioridad acordar con los organismos financieros internacionales y los tenedores de bonos privados llegar a un acuerdo para estirar plazos y obtener quitas. En el primero de los casos el acuerdo parece estar muy cerca de concretarse y en el caso de los segundos se prevé una negociación durísima y de final incierto.
Mientras todo eso sucede, la vida cotidiana de la gente común no muestra ningún mejora . El cambio de gobierno en diciembre revirtió para mejor las expectativas de muchos argentinos, que poco a poco vuelven a caer en la desazón y el pesimismo. La inflación, la caída del poder adquisitivo de los salarios y la inseguridad mandan, más allá de la agenda de temas que el gobierno busca instalar como la despenalización del aborto o las reformas en la justicia.
Las estadísticas son contundentes. Según el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), la pérdida de empleos se mantiene al mismo ritmo que en los últimos cuatro años. En diciembre de 2019 hubo 28.000 asalariados registrados menos, y con relación a noviembre de 2015, se redujo en 245.900 personas. El nivel de empleo registrado en empresas privadas mostró en el primer mes de este año tuvo una caída de 0,1%, siendo la construcción (8 mil trabajadores menos) y la Industria (5 mil operarios) los más afectados.
La actividad de la construcción se derrumbó el 13,5% en enero, el indicador más bajo de los últimos 12 meses. El indicador acumula 19 meses de caída consecutivos. La comercialización de insumos cayó el 63,6% en la utilización de asfalto y el 43,1% en hormigón armado. Solamente el 6,5% de las compañías que se desempeñan en el sector privado y el 7% que se dedica a las obras públicas, estimaron que la actividad aumentará entre febrero y abril próximo.
La producción industrial en tanto registró también en enero una caída interanual del 0,1% y lleva 19 meses de caída consecutiva. Cuatro de cada diez máquinas en condiciones de producir están paradas En Santa Fe, como lo reflejó el informe de la UISF, solo el 25 por ciento de los empresarios industriales cree que la situación del sector mejorará en los próximo meses.
El informe del Centro Comercial de Santa Fe indica que en febrero volvieron a decrecer las ventas de los comerciantes de la ciudad y se convierte en el vigésimo sexto mes consecutivo de caída. Según el relevamiento, el 56,4% de los comerciantes consultados vendió menos, el 30,8% igual y apenas las incrementaron el 12,8%
Así podría seguirse con otros sectores. Está claro que la situación económica no solo no ha mejorado sino que empeoró. Basta ir a cualquier centro comercial o supermercado para corroborarlo. También es cierto que el presidente se ha propuesto darle prioridad a la producción y el empleo, lo que ha sido destacado por la mayoría de los industriales y comerciantes santafesinos que pese a todo son moderamente optimistas, más allá de la realidad a la que se enfrentan todos los días.