Por Luis Müller (*)


Por Luis Müller (*)
Sin duda, ante algo que está mal lo peor es acostumbrarse. Con el tiempo, aquello que en un principio molestaba, dañaba o perjudicaba pasa a ser una presencia constante, una molestia tolerable, se naturaliza y ya no lo vemos (o no queremos hacerlo), no lo sentimos (o nos engañamos, lo negamos) y pareciera que ya no es, que ya no está (pero sigue siendo, existiendo). Sucede en lo cotidiano, tanto en las relaciones personales como con los objetos físicos (nuestros dispositivos, nuestra casa, la ciudad, el ambiente) y así arraiga el maltrato, lo que no funciona bien, el deterioro, el abandono…
En febrero de 2021 se instaló frente a El Molino Fábrica Cultural una casilla que a todas luces resulta inapropiada, inadecuada y mal ubicada, una desafortunada imposición que corresponde al plan Boleto Educativo Gratuito del Gobierno Provincial. Las consideraciones acerca de su inconveniente emplazamiento (por fuera de su elogiable propósito) fueron expuestas por distintas personas a través de diversos medios de comunicación, entre ellos por quien firma esta nota de opinión y en este mismo diario, por lo que sería redundante reiterarlas (quien quiera revisarlas puede remitirse a https://www.ellitoral.com/index.php/id_um/283966-chapuzas-urbanas-ii-llegan-cartas-opinion.html). El hecho también cobró trascendencia en las redes sociales y circularon numerosos memes que trataron con sarcasmo e ironía la imagen resultante.
La Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad Nacional del Litoral (FADU UNL) a través de su Consejo Directivo, se dirigió respetuosamente a las autoridades provinciales solicitando el desplazamiento de la construcción hacia otro sitio, instando a que se despejaran las visuales y accesos de El Molino porque se trata de una obra que ya pertenece al patrimonio arquitectónico santafesino y señalando, además, que se integra a un sector destacado del Bulevar Gálvez, uno de los paseos más establecidos en el imaginario ciudadano y del cual ya forma parte. La respuesta, con fecha del 24 de febrero de 2021 y firmada por Juan Rober Benegui, Director Provincial de Boleto Educativo quien, asumiendo la representación del Sr. Gobernador, exponía (textualmente) que "se trata de una estructura desmontable, que va a permanecer allí por 60 días..."
El 24 de febrero de 2021, a través de LT9 y como respuesta oficial (https://www.lt9.com.ar/47253-respuesta-oficial-a-las-criticas-por-la-oficina-del-boleto-gratuito-en-el-molino), las autoridades expresaron públicamente la afirmación de que se trataba de una instalación provisoria por 60 días, entre otras consideraciones que referían a la "necesidad de un lugar con alta visibilidad" y "de un espacio donde los usuarios puedan esperar su turno al aire libre, con distanciamiento social y con las medidas sanitarias correspondientes". Si bien el primero de los argumentos sigue siendo válido, se reitera lo que se expresó en su momento: que en la ciudad hay muchos otros espacios que reúnen la requerida exposición pública sin afectar la imagen de una obra de arquitectura valiosa. En cuanto al segundo de los motivos, hace tiempo que perdió su vigencia, para convencerse basta observar las tribunas de un partido de fútbol o un acto político.
Al vencer el plazo comprometido en coincidencia con el recrudecimiento de la pandemia, desde la FADU UNL se consideró inoportuno continuar con el tema, pero cuatro meses después, ya con la situación más controlada, el gobierno de la facultad volvió a dirigir una nota a las autoridades provinciales, remitiendo a los términos de la réplica recibida seis meses antes, se esperaba entablar un nuevo diálogo instando a que se cumpla con lo prometido. Esta vez ya no hubo respuesta, desairando a los representantes de una universidad pública nacional.
Al día de hoy, no solo pasaron aquellos sesenta días, sino que también el almanaque cambió de portada. Se cumplió el año de tal instalación "efímera" y "provisoria" y ésta aún sigue allí, esperando continuar un nuevo ciclo ante el inminente inicio de un nuevo período escolar. ¿La palabra dada y rubricada? bien, gracias…, devaluada y carente de valor, causando grave daño a la credibilidad institucional.
En los congresos de conservación del patrimonio arquitectónico y urbano, con cierta frecuencia aparece mencionada una anécdota de la que ya no se puede determinar si fue cierta o surgió de una ocurrencia que, por lo bien narrada, resultó efectiva. El episodio se cuenta más o menos así:
"En un poblado del nordeste del país -la ubicación puede cambiar según quien lo relata- el dueño de una propiedad se cruzó hasta el domicilio de enfrente, estableciendo el siguiente diálogo con su vecino:
-Vengo a comentarle que estoy por hacer mantenimiento del frente de mi casa, cuando pueda me va diciendo de qué color le gustaría que la pinte.
-Pero si es su casa, no veo porqué me lo pregunta… (atinó a responder el sorprendido conciudadano).
-Así es, pero yo vivo adentro, el que la va a tener que ver todos los días cuando salga es usted…, entonces será mejor que le guste."
Más allá de su veracidad, el relato habla de respeto por el espacio público, de convivencia y diálogo, de un saludable sentido de vecindad, de una vocación por la construcción colectiva del ambiente. Está visto que nuestros gobernantes no piensan de ese modo ni actúan con tales criterios y, en lugar de asumir la crítica como parte del diálogo necesario, se empecinan en mantener y fijar su posición como si de una pulseada se tratase. Para los ciudadanos, lo peor es acostumbrarse.
(*) Arquitecto - Consejero Directivo FADU UNL
No solo pasaron aquellos sesenta días, sino que también el almanaque cambió de portada. Se cumplió el año de tal instalación "efímera" y "provisoria" y ésta aún sigue allí, esperando continuar un nuevo ciclo ante el inminente inicio del período escolar.