Aspirar a "un puesto", y no en el Mercado Central o la Feria de Artesanías, tiene sus bemoles. La elección no es nuestra, ni siquiera representando al partido que quisiéramos , a menos que poseamos el suficiente respaldo económico como para no necesitar de un "padrino político".
Ni siquiera nuestro Curriculum Vitae, con aceptables antecedentes y referencias, es instrumento necesario para afrontar estas circunstancias.
Por lo que se ha visto últimamente, para "llegar" a convencer al electorado, parece que es suficiente con andar rodando en una bicicleta, proponiendo que animales de "cuatro patas" viajen en colectivos, encerrados en jaulas, aunque en la mayoría de los casos los humanos -animales de "dos patas"- ya lo hacen, soportando el calor y la transpiración ajena, cuando no el malhumor del chofer o los tiros desde afuera.
La "carrera política", sin título claro, que muchos eligen seguir, en realidad la "dictan" algunos avispados y poderosos, que ven en el "ignorante" de lo que es la famosa "política", la posibilidad de que se los vote a ellos.
Solo hace falta que un porcentaje de la población admitida para votar crea que los candidatos les resolverán de la noche a la mañana sus problemas -no solucionados por otros que alguna vez fueron eso, candidatos a los que ya habían votado antes, no lo hicieron- para que la rueda eche a rodar, precisamente.
Así, comienza a recorrer el circuito. ¿Lo peor que puede pasar es no ser electo? No. Mientras dura la competencia, que a entender nunca es leal, se descubre hasta lo inimaginable sobre la mayoría de los candidatos, aunque por lo general siempre hay uno al que tienen en la mira... el que no tiene que tomar demasiado vuelo. Así su moral sea alta, pronto será atacada.
De ser "capaz", "incorruptible", "buen ciudadano" y hasta merecedor de un terrenito de X metros cuadrados en esa inmensidad celeste en la cual muchos están convencidos que es el Paraíso, pasará a ser catalogado de "chorro", golpeador", "abusador", "ensobrado", "pedófilo", "mentiroso", "abandónico" o "incumplidor de cuotas alimentarias", "dueño de yate y avión privado" (con amantes veinteañeras y cuentas offshore). ¡Epa! ¿Y qué queda para después de ganar, si es que esto ocurre?
El "traje" a la medida
¿Para qué queremos pasar a esa categoría, la de los elegidos, entonces? ¿Por amor al pueblo? ¿A la celeste y blanca? ¿Porque (a la plata) no la supimos hacer por la nuestra? ¿Porque el ego nos superó y cambiamos la remera con escudo de nuestro equipo favorito por un traje Armani? ¿Para qué nuestra familia se enorgullezca y al "despedirnos" de este mundo, se divida al descubrir cuentas en las Islas Caimán?
Ahora bien… ¿Si alguna vez soportó en persona las reiteradas campañas proselitistas, quizás hasta colaborando en las pegatinas de carteles y el reparto de los folletos del candidato, o tuvieron que atender al nombrado o a gente de su "equipo de colaboradores" que llamaba a cualquier hora (aunque nunca más los vieran, ni a uno o a los otros), no les cabría acaso un "sueldo temporario" como soporte o "soportador" de campañas? Y no me refiero a un puestito de esos que enseguida puede lograr ubicar el elegido.
Ojo, yo hago una diferencia. A mí entender están los políticos "de entrecasa" (la mayoría lo son, pero una vez que entran al ruedo terminan haciendo "la misma" que el anterior).
Son los que no dejan de ser seres humanos comunes llevados a la política; personas que conviven con nosotros en esta sociedad, por más que su imagen aparezca en decenas de boletas, publicidad estáticas y medios de comunicación.
Son los que siguen jugando con sus hijos pequeños, regando el perejil y las alegrías del hogar en su jardín, lavando su propio auto, es decir que continúan con sus costumbres cotidianas.
ero están los otros, los políticos "de carrera" o "profesionales de la política", los que muchas veces terminan haciendo de la mentira y el engaño el "capital político" que los sostiene, generando con ello el interés fluctuante de quien de alguna forma los "apadrina"… y decide que la "criatura" crezca o no siga creciendo.
Es como un poder en las sombras, detrás de uno de estos políticos que se sostienen en el tiempo. El problema es cuando el político "de entrecasa" empieza a sentirse cómodo en su nuevo rol y empieza a buscar nuevos mandatos o nuevos cargos, probándose los distintos "trajes" o las "máscaras" de ocasión (las famosas "caras de circunstancia") para mantenerse en el camino iniciado.
La moral en jaque
Es momento de hablar de lo que es moral y lo que es ética, más allá de lo "políticamente" correcto o factible, que muchas veces tergiversa y hasta pone en jaque a cualquiera de los dos conceptos anteriores.
Una primera y simple acepción de "moral" dice que es lo "perteneciente o relativo a las acciones de las personas, desde el punto de vista de su obrar en relación con el bien o el mal, pero en función de su vida individual y sobre todo colectiva".
Por otra parte, Adolfo Sánchez Vázquez, un filósofo y escritor español que es el autor del libro "Ética" (de 1984), define a esta última como el "conjunto de normas aceptadas libre y conscientemente, que regulan la conducta individual y social de las personas".
La moral implica pensar en cómo nuestras acciones afectan a los otros, ya que lo que hacemos puede tener consecuencias positivas o negativas para los demás.
Coincido. Pero… ¿antes de ser candidatos a un cargo o funcionarios electos, pensamos en los demás? ¿Realmente lo hacemos? Si no sale de nosotros dejar atrás nuestros propios intereses… ¿cómo vamos a pensar así una vez electos? ¿Y cómo vamos a hacer si la "cabeza" del jefe que apadrinó nuestra candidatura o la de su séquito, es otra?
Muchas veces se escucha decir: "Hay que involucrarse para que las cosas cambien". En algún momento de mi vida lo hice, pero los votos no "responden" como uno quisiera, o piensa que pueden "acompañarlo".
Tampoco los políticos "de carrera" son lo que uno espera que sean, por lo que hartos estamos de ver cómo hoy son propuestos y bendecidos para ocupar una banca, o un sillón, y mañana, sin arriesgar un resultado (como lo hicimos nosotros), los vemos al frente de una Secretaría o un Ministerio.
Las personas de bien no deben justificar por qué son honestas. Y se las puede encontrar a la vuelta de la esquina, quizás colgando o pegando carteles, o bien repartiendo boletas en apoyo de un candidato, pero no robándolas de las mesas de escrutinio, como sabemos que terminan haciendo algunos… porque creen que ese es uno de los favores que tienen que hacer para empezar a recorrer su camino "en la política".
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