Por Matías Aníbal Rossi


Por Matías Aníbal Rossi
La criptomoneda promocionada por Javier Milei, y en pocas horas colapsada provocando inmensas pérdidas, despertó la dormida ética de muchos políticos que ahora piden por su cabeza. Claro que pocas veces vi un presidente que ofreciera su cabeza en bandeja en forma tan clara.
Sinceramente no creo que Milei haya cometido un delito. Pero puso al descubierto algo mucho más grave por la investidura que ostenta. Dicho casi en lunfardo: el presidente se la cree. Se cree infalible, no escucha a nadie y dice cualquier cosa. Por ejemplo dijo que "pulverizamos la inflación", cuando la verdad es que solo vamos por el buen camino.
De desconocido a presidente de la república sin escalas, aprovechó el cansancio de los argentinos de bien por la corrupción K.
La adulación de los hombres más ricos y poderosos del planeta como Elon Musk y Donald Trump, lo convenció de tener carta blanca para insultar sin motivo a sus críticos, incluso prestigiosos profesionales, periodistas y organizaciones como hace poco en Davos y tantas desatinos más.
Ha manejado por dos años los dineros públicos a discreción sin presupuesto e incluso plantea nombrar jueces de la Suprema Corte por decreto.
Asumió como defensor de la constitución de Juan Bautista Alberdi pero se parece cada vez más a los autócratas de la historia. Este es el grave problema que nos afecta a todos los argentinos.
Como lo suyos hacen la vista gorda para que no los eche solo nos queda la invencible trinchera de la prensa como este diario para exigirle que cambie por el bien del país. Hace rato que necesitamos un demócrata de verdad.
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