Decía Protágoras que “El hombre es la medida de todas las cosas”, pero con el tiempo surge algo contradictorio: el hombre cree capitalizarlo, pero es en realidad un instrumento de este. La paradoja es visible en el reloj; el hombre lo utiliza para medir el tiempo, pero se termina sometiendo a él. El reloj dice qué se hace, cuándo se hace, y muchas veces también dice cómo se hace.
El dinamismo nos lleva, como el cauce de un río, a un cambio constante. El tiempo nos arroja a un dinamismo perpetuo. Alguna vez, en el ciclo televisivo “Filosofía aquí y ahora”, José Pablo Feinmann explicó la noción de “Conciencia-Mundo” expuesta por Jean Paul Sartre. Allí, Feinmann tomó el ejemplo en el cual un hombre corre a un tranvía, advirtiendo que no es el hombre corriendo al tranvía, sino su conciencia la que lo corre. Ya que, si el hombre se detuviera a pensar en que está corriendo al tranvía, seguramente lo perdería. La conciencia está arrojada al mundo. Además de explicar allí la correlación filosófica entre la conciencia y el mundo, se expone un dinamismo en el que no hay tiempo para detenerse.
El arte, en sus variadas versiones, logra dar con un camino donde detenerse a reflexionar, quizás en medio de la persecución a un tranvía, quizás en las idas y vueltas por la ciudad, quizás en la gracia de ser padre. El oficio de escribir poesía permite escapar por un momento de ese dinamismo alienante. O, dicho de otra manera, escribir poesía puede permitirnos arrojar el reloj al fondo del río.
El escritor santafesino Mariano Peralta parece tenerlo claro. Tanto, que “Un reloj en el fondo del río” fue el título que eligió para bautizar su último poemario. El libro fue publicado por Editorial Alción y presentado en la librería “Del otro lado” el 16 de noviembre de 2019. Aunque el autor, que también lleva adelante el taller literario “PalabravaS” (junto a Juan Pablo Bagnarol) desde hace algunos años y participa de otras publicaciones en revistas, afirma que “el título es una asociación surgida espontáneamente que decidí utilizar porque relaciona el tiempo, su desgaste o roturas, el río y lo insondable”. Mariano, de 35 años, lleva publicado dos libros más anteriores a este.
“Un reloj en el fondo del río” es un libro que consta de 25 poemas, divididos en dos secciones. Una referente a la paternidad y al recorrido de la ciudad, mientras que la otra refiere a poemas con otro tipo de exploraciones (por ejemplo, en relación al tiempo). La presentación consistió en unas palabras alusivas a cargo de Natalia Oroño, amiga del autor y escritora con quien Peralta compartió publicación en otra oportunidad y también gran parte del proceso de producción del libro. Además de algunas lecturas de poemas a cargo del propio autor. Mariano comentó que también hubo espacio para la música: “mi sobrino, Facundo Peralta tocó la guitarra, acompañado de Jordi Montenegro en el cajón peruano”.
“Cada poema es una unidad y me demanda una manera de expresarme que requiere esa unidad. Por eso me cuesta mucho armar poemarios bajo un estilo que los unifique. Por mi forma de escribir no me nace encarar la escritura de un poemario, escribo poemas”, expresó Peralta. Mariano explica que escribe en verso libre, aunque se ocupa de aprender de métrica para enseñarlo en el taller y permitir así que la persona pueda elegir. Comenta también que, en cuanto a la rima, cree que “uno casi que rima con naturalidad cuando empieza a escribir”. Respecto a la métrica, dijo que cree “que respetar una métrica te encorseta. Más allá de reconocer que existe un fundamento que afirma que a través de la restricción se libera la creatividad”. Pero advirtió que no es lo que más cómodo le resulta, ni lo que más disfruta. “Yo no encaro el oficio de escribir poesía como encaro la labor de escritura periodística o política, sino que lo relaciono con el goce. Entonces todo aquello que me impide el goce, intento hacerlo a un costado”, explicó.
Como escritor de poesía, Mariano Peralta se permitió darle un espacio al concepto de epifanía o de inspiración. “Es importante encontrar un oficio para no ser esclavo de la inspiración y para aprender a manejar recursos que permitan generar emociones buscadas por uno. Más allá que una vez que el poema está escrito cada percepción está fuera de las posibilidades del escritor”, reflexionó.
En la poesía, la metáfora es un recurso muy utilizado. El autor también reflexionó en orden a esto. “Hay una discusión en torno a si uno comunica cuando escribe poesía o no, y yo creo que si. De hecho nuestro lenguaje cotidiano está plagado de metáforas. Evidentemente esos recursos literarios han funcionado como herramientas comunicativas porque las usamos cotidianamente”, esta interesante reflexión de Peralta impulsa a pensar en aquellas metáforas que ya quedaron impregnadas en nuestras formas de expresión, en la implicancia de un recursos literario y simbólico en el lenguaje cotidiano.
En relación a los temas, el autor expresó que la comunión que encontró entre sus versos se debió a la paternidad. “Lo que pasó acá es que fui papá. Escribí mucho sobre ese proceso, sobre todo del embarazo. Ahí noté que había un hilo conductor que me permitiría armar algo”.
Respecto de la idea de publicar, Peralta explicó que se propuso una fecha para terminar de escribir el poemario. Fue la fecha límite para participar del certamen municipal de poesía. Peralta participó del concurso y obtuvo una mención. “Me decidí a buscar editor para publicar. A veces uno se pone a prueba en los concursos como para ver si el material tiene cierta solidez. Como hubo buena respuesta del jurado, decidí editarlo”, explicó el autor.
El primer vínculo que Peralta reconoce con la literatura refiere a la pubertad y a “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez. “Después me vinculé con algunos intereses de mis padres; libros de narrativa, ensayos políticos, ensayos históricos, siempre hubo mucha literatura, mucha música y mucho cine. En casa estaba todo al alcance. Pero a la poesía llegué mucho después. Empecé intentando escribir y me di cuenta que para escribir mejor tenía que leer”, expresó el escritor.
Desde el año 2016, Peralta lleva adelante “PalabravaS”; un taller literario de iniciación a la poesía que lleva adelante junto a Juan Pablo Bagnarol (editorial Del aire). El mismo taller antes era llevado adelante por Graciela Prieto Rey, y fue ella quien les ofreció continuarlo.