"Dime, ¿qué piensas hacer con tu única, salvaje y preciosa vida?" - Mary Oliver

Crónicas reunidas: reseña del libro "Líneas de fuga", de Rosario Spina

"Dime, ¿qué piensas hacer con tu única, salvaje y preciosa vida?" - Mary Oliver
Crónica viene del latín kronos, que significa tiempo. Dice, una traducción disponible en la red, que las crónicas son textos que siguen la línea del tiempo. Pero, lo que hace original a "Líneas de fuga" (editorial Le Pecore Nere) es, precisamente, que lo rompe, que quiebra el orden lógico, lo desarma para devolverlo al caos y, entonces, ponerlo en la vida, hacerlo común.
Después de leer las primeras páginas te das cuenta de que te vas a tener que acomodar distinto, cambiar de posición, buscar otro lugar, te das cuenta de que el libro te va a doler. La voz de Valeria se quiebra, sus ojos se humedecen y buscan algún punto impreciso. Dice que todavía duele.
Un texto es un tejido y Líneas de fuga nos hace saber que somos parte de él; que las nueve historias hablan de nosotros y tienen el poder de mostrarnos desde dónde somos lo que somos.
Rosario Spina escucha y mira, traduce como una artesana los gestos y el paisaje. Es una cronista que elige estar afuera, acompañando, haciéndonos saber que no estamos solos, que la vida es un entrecruzamiento de fuerzas, que somos de todos lados, que somos, necesariamente, con otros y también, nos recuerda, que a veces lo olvidamos.
Ver lo propio a partir de lo ajeno/ es mucho más interesante, casi siempre,/que considerar lo ajeno desde lo propio,/como hemos hecho hasta ahora, escribe Chantal Maillard.
Líneas de fuga propone una cartografía que nos atraviesa a todos, una línea ya no podrá separarse de la otra. La fuga no es una huida, sino la posibilidad de encontrar nuestros propios territorios. Como dicen Deleuze y Guattari, "conocer nuestros agujeros negros y nuestras paredes blancas, conocer nuestros rostros esa es la única forma de (...) trazar nuestras líneas de fuga".
Spina no clausura identidades, las abre, las transforma para que nuestro corazón pueda latir en el de otro. Su libro es medicina, nos enseña que hace falta volver a la raíz, encontrarnos con nuestra naturaleza, con nuestra fragilidad para reconocer aquello que fuimos y que somos sin separación, en un flujo en constante de interacción.
Líneas de fuga nos enseña que la vida es colectiva, que cada soledad habita ahí y se conjuga en ese espacio en el que todos coincidimos, aunque sea, por un instante.
Este es un libro sin excesos, que no abusa de las historias, que las muestra y las cuida como si se trataran de piezas en un altar. No hay una romantización ni de la vida, ni del sufrimiento, Spina nos ofrece un estuche, como el que deja la chicharra, para que podamos regresar a la vida compartida y ver que hay flores, tierra húmeda, que hay futuro por venir y que es el ahora. Nos invita a preguntarnos qué vamos hacer con el tiempo que nos queda. Líneas de fuga es un libro de crónicas de cuidado y de duelo, porque sí, no hay uno sin el otro.
Cada historia nos devuelve una porción de mundo que fue enmudecida. Un relato se enhebra otro y a otro y a otro más, para construir un rizoma, para que en el surco que quede entre ellos podamos compartir nuestros secretos y, ya, no tener miedo. Líneas de fuga nos enseña a confiar, nos salva la memoria que sobrevive para nombrar lo que está ausente, para escuchar el silencio de los otros, para que podamos ver, en esos ojos, el mundo.
Recuerdo el poema de Alicia Genovese: escribir, la hechura/de palabras/ cauteriza la herida, /sin la simpleza/del olvido.
Rosario escribe para que leer sea siempre una forma de recordar lo importante. Y eso quiero agradecérselo especialmente.
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