"Si un libro les aburre, déjenlo. No lo lean porque es famoso, no lo lean porque es moderno, no lo lean porque es antiguo. (…) Si un libro es tedioso para ustedes, déjenlo, ese libro no ha sido escrito para ustedes", aseguró alguna vez Jorge Luis Borges. No sé si fue él quien aconsejó que si uno no había comprendido ese libro, que volviera a leerlo dentro de treinta años y tal vez lo entendiera. Forma mordaz de hablar de un lector pobre de entendimiento.
Ilustración del "Romance del conde Arnaldos", poema anónimo, clásico de la literatura medieval.
Pero… ¿acaso no es una lucha a brazo partido comprender lo que encierra la letra impresa? Muchas veces abrimos un libro con temor reverencial... las palabras son huidizas y en cuanto se levantan las tapas que las oprimen, pueden echar a volar, y el lector debe apresurarse a atraparlas antes de que no regresen jamás. ¿Alguien dijo que un lector es un reescribidor del libro? Bueno, si nadie se pronunció todavía, entonces lo digo yo.
Cada libro le habla en forma especial a cada lector. Cada uno lo lee de acuerdo a ese "Yo soy yo y mis circunstancias", de José Ortega y Gasset. Y el "yo lector" debe además hacer un pacto ficcional con la trama de lo que lee. Por eso muchos lloramos con un final desastrado.
¿Cómo "sensacionar", cómo sentir, cómo arribar a las sensaciones que una obra literaria despierta en nosotros? No hay otra forma que se produzca esa magia que provoca la lectura, si no nos hemos metido de cuerpo entero en ella.
Cada lector se convierte en el conde Arnaldos, el de aquel poema que nos ha dejado con un final abierto. Lo elegí porque en la última lectura que hice de él... ¡se me vino a la cabeza que era la descripción perfecta de cada momento que va viviendo el lector cuando se enfrenta a una obra literaria!
"Romance del conde Arnaldos" (anónimo):
"Quién hubiese tal ventura
sobre las aguas del mar,
como hubo el conde Arnaldos
la mañana de San Juan!
Con un falcón en la mano
la caza iba a cazar,
vio venir una galera
que a tierra quiere llegar (...)".
En este momento, el conde Arnaldos, el "yo lector", se acerca al libro, a esa galera en la que será invitado a navegar:
"Las velas traía de seda,
la ejercía de un cendal,
marinero que la manda
diciendo viene un cantar
que la mar ponía en calma,
los vientos hace amainar,
los peces que andan nel hondo
arriba los hace andar,
las aves que andan volando
nel mástil la faz posar".
Y acá aparece la magia, la que cita Juan Ramón Jiménez cuando habla de este poema y asegura que "en este romance precioso, a través de lo pintado, como si la pintura fuese en él de cristal y se viera tras ella el sinfín, pasan fantasmas de color diferente: claros, negros.
El marinero que va en la galera,... ¿Quién es, el amor, la gloria, la muerte? ¿Es un verdadero o un engañador? "Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va". Quien así habla... ¿no es, acaso, un raptor de lo inefable?. Hagamos de cuenta que el marinero es el escritor. La pluma del buen narrador hace creíble lo que sucede, mientras el lector viva en estado de "pacto ficcional":
- Galera, la mi galera,
Dios te me guarde de mal,
de los peligros del mundo
sobre aguas de la mar,
de las fustas de los moros,
que andaban a saltear-.
Allí habló el conde Arnaldos,
bien oiréis lo que dirá:
- Por Dios te ruego, marinero,
dígasme ora ese cantar.
Es el lector el que quiere participar del hecho mágico. Hay aquí una promesa del gozo de vivir en ese encantamiento y ser parte de él:
"Respondióle el marinero,
tal respuesta le fue a dar:
- Yo no digo esta canción
sino a quien conmigo va".
Pero sólo se conocerá el poder de esa canción a quien suba a esa galera. Sólo si hay... ¡Pertenencia! Fechando el relato, el poeta preparó el ambiente para que cosas extrañas sucedieran. Todo ocurre en esa "mañana de San Juan". Aún antes de que el catolicismo asociara esta fecha con el nacimiento de san Juan Bautista, en tiempos antiguos había celebraciones paganas por toda Europa, festejando el solsticio de verano (alrededor del 21 de junio en el hemisferio norte).
Es la época en que los poderes de la naturaleza estaban en su punto máximo y para que los malos espíritus no se apoderaran de hombres y cosechas, se encendían fogatas, pues ya nos enseñó Celestina, en la philocaptio, que el demonio le teme a la luz. Dijo la vieja bruja "heriré con luz tus cárceles oscuras".
Escribió Ángela Reyes en una publicación de CNN: "La noche de San Juan tiene nombre cristiano, pero sus raíces se remontan mucho más allá del santo al que proclama festejar: los paganos ya celebraban, en torno a esta fecha y con hogueras como las que ahora iluminan ciudades (...), el solsticio de verano y, con él, el inicio de un nuevo ciclo. (...) Se hacía, por tanto, el día con más horas de luz del Sol, el astro de la vida".
Y si nosotros como lectores abrimos el libro y permitimos hechizarnos con la lectura, es que nos hemos atrevido a subir a la mágica embarcación de este poema. ¿Subió el conde Arnaldos a ese increíble navío, que lograba surcar las aguas con velas de seda y de gasa? ¿O habrá elegido seguir cazando con su halcón cebado apoyado en una mano?
No lo sé, pero su encuentro con el misterio ya estaba predestinado, era "la mañana de San Juan". Joan Manuel Serrat, hace una invitación de este tipo en la canción: "Apurad, que allí os espero si queréis venir, pues cae la noche y ya se van nuestras miserias a dormir".
Sólo el lector que se atreva a escuchar la canción del marinero podrá ver en la interminable mar a Moby Dick, a Pinocho dentro del inmenso pez que tragó a Gepetto, será capaz de emocionarse en el interior del Nautilus, o cómo Nils Holgersson logra tomarse del cuello de un ganso salvaje y recorrer Suecia por aire y también sufrir por la mala racha del viejo pescador Santiago, hasta que aparece un enorme pez vela... y aún después.
Aquél que incorpora el libro a su vida, disfrutará de esa felicidad que da la literatura. "La lectura debe ser una de las formas de la felicidad", dijo Borges. ¿Más claro todavía? Arturo Pérez-Reverte dijo: "A la cama yo me llevaría solo a una mujer o a un libro". Esperemos que sigan existiendo marineros que canten mágicas canciones y muchos condes Arnaldos que se atrevan a acompañarlos. El mundo andaría mejor.
Aclaraciones
Romance: una forma literaria española que se originó en la Edad Media. Es un poema lírico-narrativo que se caracteriza por su métrica y rima. formado por una serie indefinida de versos octosílabos. Eran cantados de pueblo en pueblo por los juglares
Philocaptio: capturar por amor. Conjuro de las hechiceras que pactan con el diablo para que las jóvenes al ser embrujadas acepten al amante que ha pagado por ese servicio.
"Moby Dick": novela Herman Melville. Moby Dick es una ballena blanca.
"Las aventuras de Pinocho": novela corta de Carlo Collodi.
"Veinte mil leguas de viaje submarino": novela de Julio Verne. El submarino era el Nautilus.
"El maravilloso viaje de Nils Holgersson": novela de la escritora sueca Selma Lagerlöf.
"El viejo y el mar": novela de Ernest Hemingway. El protagonista es el pescador Santiago.
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