I
I
Fue radical toda su vida. Un leve pasaje en su primera juventud por el anarquismo y después la UCR fue su vida porque, innecesario decirlo, fue un político a tiempo completo. Un político radical que fue diputado nacional y provincial y ocupó los más honorables cargos partidarios. Nació en 1894 en Helvecia, pero luego vivió y murió en Entre Ríos en 1971. Algunos ensayos biográficos coinciden en señalar que participó en la campaña electoral de 1916 apoyando la candidatura de Yrigoyen. Ya se destacaba por su vehemencia y su talento como polemista y escritor. Cuando Yrigoyen fue derrocado en 1930 por una asonada militar, él, y un puñado de radicales, fueron los únicos que torearon a los cadetes. Silvano conciliaba la labor reflexiva del ensayista y del panfletista, con la militancia política apasionada. En la década del treinta se dedicó a pelearse con los conservadores. Varias veces fue a la cárcel y más de una vez se ligó una garroteada.
II
Su condición de radical incluía la defensa de la reforma universitaria, la reivindicación de YPF y su militancia solidaria con la república española. Decía que nació en la localidad santafesina de Helvecia, pero vivió en Entre Ríos. Autodidacta, es decir, lector obsesivo y disperso. Durante años se ganó la vida como telegrafista. Fue austero y honrado. Y lo que decía con la boca lo sostenía con el cuerpo. Siempre fue radical, siempre fue republicano y siempre fue antifascista. Demás está decir que fue un crítico severo del comunismo y aún se conservan sus escritos contra los crímenes de Stalin. En tribunas, en diarios locales, siempre dijo lo mismo: "En la UCR hay lugar para todas las ideas, menos para las totalitarias. No se puede ser radical y comunista; o radical y fascista". Digno exponente del liberalismo social de su época, fue anticlerical y masón. En 1935 lo eligieron diputado provincial por Entre Ríos. La banca la renovó en 1939, pero en 1941 fue electo diputado nacional. Los conservadores y los fascistas fueron sus rivales históricos, pero tampoco le ahorraba críticas a los antipersonalistas de su provincia. "Impersonalistas", los calificaba. Y no perdía ocasión de divertirse a costa de los errores de sus adversarios porque, importa decirlo, el temperamento apasionado y pendenciero de Silvano, se contrastaba con su sentido del humor, su acerada ironía.
III
Era diputado nacional por su partido cuando se precipitó el golpe del 4 de junio de 1943. Para Santander, al respecto, no hubo dudas: se trataba de un asalto al poder de los discípulos criollos de Hitler y Mussolini. Como diputado ya había solicitado una investigación acerca de la actividad de los nazis en la Argentina. No era para menos. Las filiales locales de los seguidores de Hitler sumaban doce mil adherentes, entre los que se incluían empresarios dedicados a hacer buenos negocios en el país. Cuando le preguntan por qué insiste en acusarlo a Perón de nazi, responde con su estilo: "Yo empecé a investigar la actividad de los nazis en la Argentina y no es mi culpa si en esas investigaciones lo encuentro a Perón". Después agrega: "A mí no tienen que preguntarme por qué soy antiperonista; a mí me tienen que preguntar por qué soy antifascista". En 1946 fue electo diputado nacional y reelecto en 1948. Integró por derecho propio el famoso "Bloque de los 44". Sus críticas al peronismo cosechaban aplausos y silbatinas: "Los nazis fueron derrotados en Europa, pero están ganando en Sudamérica", dijo. La frase le costó sanciones y el exilio en Montevideo. Hacía rato que los Visca y los Apold lo apuntaban. Más desagradable para el peronismo fue su oposición a la enseñanza religiosa. "Siento hasta como una necesidad física –explicó- de rendirle honores a la Generación del Ochenta"; gracias a esos hombres –agregaba- salimos del cepo de "Religión o muerte", a la realidad de "Hacer de toda la república una escuela". Su defensa de la 1420 fue impecable: "Si a los árboles se los juzga por su fruto, la ley 1420 nos legó una Argentina alfabetizada sin racismo, sin persecuciones religiosas y predicando la libertad". Los libros de lectura en los que la palabra "mamá" era sustituida por la palabra Evita, lo indignaban. En un debate citó un texto oficialista en el que se hablaba de "los hijos para Perón". "¿Cuál es la diferencia con la consigna nazi: "un hijo para el Führer", preguntó.
III
Fue un opositor duro, intransigente a la reforma constitucional de Perón. "Es la venganza de Juan Manuel de Rosas contra la Constitución de 1853". Después se dijo: "En 1852, cayó una dictadura y fue reemplazada por una Constitución nacional; en 1947, una dictadura reemplaza a la Constitución nacional". En 1950 fue candidato a gobernador por la provincia de Entre Ríos. Lucio Martínez Garbino lo acompañaba en la fórmula. Siempre denunció las relaciones de Perón con los nazis. Que Mengele, Eichmann o Priebke hayan sido alojados VIP en la Argentina no era casualidad. En su libro: "Técnica de una traición. Agentes del nazismo en la Argentina", habla no solo de las relaciones ideológicas sino de los negociados económicos de Perón con los nazis. Recordaba que Ludwig Freude, empresario alemán residente en nuestro país y multimillonario, le facilitó a Perón y a Evita su residencia en el Tigre durante aquella confusa semana de octubre de 1945. El hijo de Ludwig Freude, Rudolf, fue funcionario de Perón a partir de 1946. Funcionario con despacho propio en el primer piso de la Casa Rosada. Titular de la Oficina de Informaciones, Rudolf hizo lo posible y lo imposible para que los criminales de guerra encuentren en estos pagos un lar de paz. Rudolf Freude murió en 2003. El diario Página 12, cuando este diario aún no era el pasquín del kirchnerismo, publicó una nota firmada por el periodista Sergio Kiernan titulada "Un nazi, que murió en la cama". Don Silvano seguramente hubiera aprobado ese título y ese contenido.
IV
Decía que Silvano Santander fue radical "veneno", y como tal no se privó de estar en cuanta interna le saliera al cruce. En la provincia de Entre Ríos sus riñas con Raúl Uranga eran para alquilar balcones. "Yo soy conservador y de derecha, me dicen, pero en septiembre de 1930 mientras yo me tiroteaba con los cadetes para defender a don Hipólito, un político entrerriano que se dice radical, y que ahora me corre por izquierda, apoyaba desde la presidencia de la FUA la caída `del César octogenario´". Le encantaba liarse con los periodistas. Un conocido columnista de esos años le preguntó si aceptaba que el Unionismo fuera alvearista y de derecha, mientras que la otra corriente, la Intransigencia, era de izquierda e yrigoyenista. Silvano no se enojaba, pero le gustaba levantar la voz: "No me venga con la taba cargada, señor periodista. Soy radical unionista, pero siempre fui yrigoyenista; soy Unionista, pero defendí a la república española y a la reforma universitaria… no sé cuántos Intransigentes podrán decir lo mismo".
V
Santader sabía que en la UCR había amigos y correligionarios. La distinción era muy sutil, pero un radical de raza sabe distinguir muy bien esa sutileza. Después, las pendencias habituales según el ritmo de las internas. En la división partidaria de 1956, estuvo con Balbín y los sabatinistas en la UCRP. Otra vez enfrentado con Uranga y con Frondizi. Fiel a sus convicciones, en 1961 viajó a Israel como cronista del juicio contra Adolf Eichmann. En 1963 fue embajador del gobierno de Illia en México. Feliz con sus hermanos masones y sus amigos de la república española. En 1972 se opuso a Balbín. Compartieron tribunas, cautiverios, pero no renunciaban a disentir. Silvano no aceptó el acuerdo de la UCR con Perón y la firma de la Hora del Pueblo. "Con el discípulo del Duce ni a la esquina. Acordar con Perón es una capitulación política, capitulación que a la Argentina solo le ofrece un futuro de luto y muerte". Pocos radicales lo acompañaron entonces. Para muchos, don Silvano había quedado prisionero de otros tiempos. Es probable, pero lo cierto es que anacrónico o no, el hombre creía en lo que decía. Y en voz baja hay que admitir que la Argentina desde 1973 y por diez años solo ofrecerá sangre y luto. "A una altura de los años en que la vida nos señala que hemos caminado mucho, un poco cansados pero no vencidos, nos incorporamos al solar patrio con la única pretensión de que se nos reconozca que nunca nos movimos sino impulsados por el amor a la verdad y la justicia".