

Mi pesar sincero por la muerte de la señora Alejandra Oliveras. Sé que muchos, muchos, lloraron su muerte. No la conocía, sabía poco y nada de su desempeño como boxeadora, no he compartido sus posiciones políticas, pero me sensibilizó su historia de vida. Escuché comentarios de personas que la quisieron y de personas que fueron sus rivales pero nunca dejaron de respetarla. Leí noticias acerca de su vida. Es duro forjarse desde abajo, en un mundo donde todo parece estar en tu contra. Alejandra lo hizo. Y lo hizo como pudo: con voluntad, con coraje, a los tropezones, sabiendo que la vida nunca le iba a regalar nada, más bien todo lo contrario. Agonizaba, y una señora que dice defender la vida, insistía en negar su condición de constituyente. Se sabe que hasta en el hampa a un enemigo inválido se lo perdona. Ella no dispuso de ese alivio. Sus enemigos no la perdonaban ni siquiera cuando luchaba por su vida en terapia intensiva. Alejandra no conoció el dolor, la humillación, las carencias porque leyó de estas desgracias en los diarios o lo vio en alguna serie televisiva de moda. Lo vivió y lo sufrió en carne propia. Y hasta el último día de su vida. Según leo, fue abusada sexualmente desde su adolescencia. Nacer en el universo de la pobreza es una maldición del destino y un abuso de la fatalidad. Sospecho que su decisión de dedicarse al boxeo tiene que ver con esa violencia que golpeó su vida. La mujer golpeada, la mujer abusada, encuentra en el box algo que intenta ser una respuesta a su aspiración a vivir. Leí algunas entrevistas que le hicieron y me sorprendió su vitalidad, su elocuencia emocional y su apuesta a favor de la vida. Así dicen que fue ella: frontal, valiente, sensible y, para quienes la conocieron, generosa, muy generosa.
Cristina Kirchner lucha por su libertad. A nadie se lo puede criticar por eso. Inocente o culpable la aspiración de libertad es imposible negarla. Algunas de sus estrategias son conocidas; otras son más reservadas. Entre las conocidas están las iniciativas de sus senadores y diputados para modificar la composición de la Suprema Corte de Justicia. Entre las más reservadas imagino que su propia situación la impulsa a alentar que el actual gobierno se derrumbe porque ese derrumbe crearía condiciones favorables para su libertad. Después están los comentarios, los rumores, los chismes. Muchos se preguntan por qué no aceptó en 2023 ser senadora o diputada. Alcanzaba con decir que sí y el resto se encargaban los fueros. ¿Como Carlos Menem? Exactamente, como Menem. Sin embargo no lo hizo. Es más, habló y dijo que a partir de 2023 no sería candidata a nada, motivo por el cual expresó: "Le digo a Magnetto que ordene a sus esbirros de Casación y de la Corte que me metan presa (…)". Esas palabras las escuché, son reales. Alguien podrá decir que la cegó la soberbia, la certeza de que es impune, pero también hay derecho a pensar que corrupta o algo más, la Señora tiene agallas.
Ricardo Arriazu parece ser uno de los economistas más respetados en su profesión y al mismo tiempo uno de los más cercanos a Javier Milei. En estos días este señor moderado y liberal admitió que la economía está haciendo algo de ruido. Para tratarse de Arriazu, la observación no sé si es grave pero es delicada. De todos modos, rumores más, rumores menos, el gobierno sigue controlando el escenario político. Las variables económicas y la calle están en orden. Ese orden en más de un aspecto posiblemente deje mucho que desear, pero es un orden legitimado por un respetable consenso social. Inflación y superávit fiscal parecen ser sus llaves maestras. Los opositores dicen que esa ecuación es frágil y en cualquier momento salta por los aires. El gobierno responde que el país tiene en estos momentos un nivel de crecimiento que lo coloca entre los primeros del mundo. Se dirá que ese crecimiento no es equitativo y tampoco es consistente. Todo está por verse. Los índices de pobreza han bajado pero también cayó el empleo y las fábricas y los comercios cierran porque no pueden competir con los artículos importados, o bien porque sus propietarios deciden dejar de producir y ser agencias importadoras. Rumores y suspiros. Para algunos estamos marchando hacia el mejor de los horizontes; para otros, el único horizonte posible con este gobierno es el precipicio. Lo que sé es que un país que se respeta a sí mismo se define por la riqueza que es capaz de producir y por la calidad de vida que le da a sus ciudadanos. Un país sin ricos y sin producción de riquezas es inviable; un país que solo fabrica pobres es imperdonable ¿Mi opinión sobre la actual situación política? Solo puedo decir que no voté a este gobierno. Más no digo porque a Sergio Massa nunca se me ocurrió, ni ebrio ni dormido, votarlo.
Leo que los gobernadores de la denominada "región centro" se han reunido. Lo leo y me interesa, porque pienso en una región no solo como un dato geográfico sino también social, político y cultural. Mi esperanza es que esa región que incluye provincia y ciudad de Buenos Aires, debería traducirse en una fórmula política que se constituya en mayoría y sea capaz de elaborar un programa de libertad y justicia en el sentido más amplio y complejo de la palabra. La "región centro" podría cumplir la función de unir a la nación en un proyecto de poder y desarrollo. Las condiciones materiales existen, también las condiciones históricas. Si un consejo me es permitido, le diría a los dirigentes políticos que trabajan en esta empresa que por el momento los dejen tranquilos al brigadier Estanislao López, al general Juan Bautista Bustos, a Pancho Ramírez y al propio José Gervasio Artigas. Bastantes problemas tuvieron estos caballeros entre ellos, problemas que no tienen absolutamente nada que ver con los que hoy nos agobian. El desafío de la política siempre ha sido el de crear, no el de refugiarse en supuestas lecciones del pasado que en más de un caso son manipulaciones históricas. El tiempo presente, el único válido en política, exige lo decisivo: voluntad de poder para hacer realidad una estrategia a largo plazo que instale a la Argentina en el siglo XXI. El péndulo político de este país ha oscilado demasiado. Ahora sería deseable que deje de excursionar por los extremos y se instale en el centro, un centro concebido no como un campo neutro o confortable, sino como un escenario a construir con todas las dificultades y rispideces que esa iniciativa incluye, pero también con todas sus posibilidades y esperanzas. Si un ejemplo histórico podría inspirarnos sería el de la Liga de Gobernadores, la coalición regional y política inspirada por Julio Argentino Roca que hizo posible la formación del Estado Nacional y la consolidación de un modelo de acumulación capitalista que no nos convirtió en gran potencia como se dice por ahí, pero sí en un país que crecía, integraba, auspiciaba la movilidad social ascendente y educaba al soberano.
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