Sin luz
Sin luz
"Es para quejarme con la EPE. Siendo día 23/3, otra vez estamos en esta zona sin luz. Es lo que se repite continuamente. Una vergüenza. Yo hace más de 25 años que vivo en este lugar y siempre pasa lo mismo. Ahora me dijeron que es una falla de alta tensión; cuando no es eso, es por un poste, por el viento, por la lluvia... ¡¡¿Hasta cuándo vamos a seguir padeciendo?!! Para colmo, acá todavía al agua corriente la pagamos, pero no existe, así que para todo dependemos de la energía eléctrica. ¡¡Por favor!! ¡Hagan algo! Solucionen este problema. Muchas gracias al diario".
****
Materiales de segunda
"Tengo un amigo que trabajó como operario haciendo calles durante años hasta jubilarse. Me respondió a una pregunta que muchos nos hacemos al ver que el pavimento, a pocos años de haberse realizado, comienza a agrietarse e incluso se quiebra; en otros se hacen baches o pozos inmensos. La respuesta que me dio fue tan lógica y tan breve, que me apabulló tanta veracidad. Me dijo que no les colocan los materiales que corresponden... He viajado seguido a la provincia de Córdoba. Es impresionante las obras que hacen y he advertido que hace muchos años paso por ciertos lugares y el pavimento está como si lo hubiesen hecho ayer. Entonces deduzco: los cordobeses seguramente usan los materiales que corresponde y no los de cuarta. ¿Cómo se denomina eso...? Por eso Santa Fe está como está, siempre involucionando..."
*****
Llegan cartas
Darle propósito a las emociones
Las emociones nos atraviesan a todos. Son parte de nuestra vida. Podemos definirlas como reacciones que se activan espontáneamente frente a una situación puntual, un momento, un recuerdo, etc.
Están, por lo tanto, asociadas no solo al contexto donde se presentan, sino también a pensamientos. Frente a un mismo estímulo todos podemos reaccionar de manera diferente. Sucede en cualquiera de los dos sexos; pero la mujer exterioriza más lo que siente.
Cuando hablamos de emociones, solemos cuestionarnos si son "buenas" o "malas". La realidad es que no podemos clasificarlas rotundamente en ninguna de estas dos categorías. Si bien algunas son más agradables que otras, todas son necesarias.
Por medio de las emociones nos adaptamos a las diversas situaciones de la vida; de manera que, debemos conocerlas, con el fin de poder utilizarlas de forma adecuada.
Si bien hay diversas teorías acerca de las emociones, varios autores coinciden en que las más conocidas y básicas son: * La alegría: que se expresa en situaciones de bienestar y disfrute, momentos que nos hacen bien. * La tristeza, como resultado de una pérdida, dolor, rechazo, decepción, abandono, etc. * El miedo: cuando se percibe algo amenazante, peligroso. * El enojo: como consecuencia de malestar e irritabilidad. * El asco: frente a algo que resulta desagradable. * La sorpresa: cuando se presenta un suceso inesperado, imprevisto.
Las emociones siempre nos están diciendo algo importante.
Es posible que, en ciertas ocasiones, producto de una situación que nos generó tristeza, se exprese ira; una emoción que no es esperable para ese caso. Cuando eso sucede, es importante detenernos y evaluar nuestra reacción. Estando más conscientes de nuestros estados, podremos validar y aceptar cada emoción, experimentándolas adecuadamente.
Por consiguiente, si tenemos la capacidad de comprender nuestros estados ¿por qué tantas veces ocultamos lo que sentimos?, ¿por qué salimos al mundo exhibiendo que "todo está bien" cuando en realidad por dentro no es así?
Vivimos en una sociedad que intenta negar y ocultar lo que resulta desagradable. Que incita a mostrar que todo debe ser perfecto, que tenemos la familia ideal, que estamos llenas de buenas amistades, que se nos presentan continuamente oportunidades laborales o académicas; como si tuviéramos una vida impecable.
Frente a esta realidad, mostrar debilidad o vulnerabilidad "no vende"...
No obstante, no podemos descartar lo que sentimos. Si constantemente silenciamos y escondemos lo que en verdad nos pasa. Nuestras emociones no van a desaparecer, sino que regresarán con mayor intensidad.
Es fundamental comprender que todas las emociones tienen propósito.
En algunos casos, las mujeres de fe se han convencido, bajo un gran engaño, que porque la Biblia dice que somos cartas abiertas, testimonios vivos, que predicamos con nuestra sola presencia, no podemos ser vulnerables, no debemos mostrarnos tristes, ya que de tal forma estaríamos manifestando una imagen débil, que no refleja una vida de fe.
Cuando somos inteligentes para administrar nuestras emociones, podemos ser canal de bendición siempre. Mostrar nuestras tristezas puede abrir una puerta en donde alguien, al verse reflejado en nuestra situación o nuestro discurso, genere un intercambio a corazón abierto y sincero, que posibilite la exposición de la fe. Expresar dónde están depositadas las esperanzas y la fuerza para salir adelante. Esclarecer que siempre van a existir situaciones complicadas, pero en Dios está la promesa de que, en medio de esos valles de sombra, Él va a estar al cuidado.
Nos va a dar una paz inexplicable, que nos permitirá experimentar el suceso con entendimiento de que hay detrás un propósito y obtendremos resiliencia, para no solo recuperarnos sino también seguir avanzado.
Aunado a esto, tendremos como resultado el aumento de empatía. Ésta se construye sobre la conciencia de uno mismo. Cuanto más abiertos estamos a conocer nuestras emociones, más hábiles vamos a ser para identificarlas en los otros.
Probablemente notemos, antes de que la persona siquiera diga una palabra, lo que está sintiendo. Estaremos mucho más atentas a sus gestos, su tono de voz, sus posturas, y con la sensibilidad que tenemos como mujeres podremos sentir junto con ellas.
Tal como dice la Biblia en Romanos 12:15: "Alégrense con los que se alegran, lloren con los que lloran".
Contemplaremos, finalmente, que estamos entrenadas para gestionar lo que nos pasa y llenas de compasión y misericordia para acompañar a otros.