El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, quiere evitarle al Gobierno otro revés como el que sufrió con el intento fallido de intervención y expropiación de Vicentin, y concentrará sus esfuerzos para que el proyecto no llegue al recinto virtual sin garantías de aprobación.
Por eso, tras tomar nota que el ex ministro de Economía Roberto Lavagna y el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, le ordenaron a los diputados que les reportan que no acompañaran el proyecto, el tigrense salió rápidamente a plantear que "hay cosas más importantes" que la reforma judicial y que no había "ningún apuro" por tratarla de inmediato, demostrando una paciencia que no se observa en el Senado.
"Son temas que a lo largo de este año se irán trabajando junto a los temas urgentes. Es un debate en el que no nos corre ninguna urgencia", planteó en declaraciones televisivas, y señaló que ya hay 41 organizaciones anotadas para intervenir en las audiencias de la Cámara baja.
En realidad, esa reacción de Massa era una forma de abrir el paraguas tras admitir que, en el recuento fino, al Frente de Todos le estaría faltando 12 votos para aprobar la iniciativa, un panorama a todas luces desalentador que muestra a las claras que hará falta un trabajo minucioso de hormiga para arribar a un texto viable.
Por si fuera poco, el oficialismo juega con la cancha inclinada en contra, dado que Juntos por el Cambio ratificó que no dará acuerdo para renovar el protocolo de sesiones virtuales, dado que sólo avalará el tratamiento de la reforma judicial si vuelve la presencialidad del Congreso.
Con este cuadro complejo de situación, la idea de Massa es imprimirle a la reforma un enfoque diferente, alejado del relato kirchnerista en su cruzada contra el "lawfare" judicial, e introduciendo modificaciones consensuadas con la oposición.
En este sentido, Massa admitió que la discusión de la reforma "está centrada en el fuero penal federal y en el Contencioso", pero a su entender el debate debe plantearse de una forma más abarcativa incluyendo otros ejes.
Tenés que leerEl presidente salió en defensa de la reforma judicial y congelamiento de servicios públicos"Discutir que en la Argentina haya juicio por jurados, discutir la territorialidad de la Justicia para que esté más cerca de la gente, con capacidad de controlar al servicio de justicia y premiar al juez que lo hace bien y sancionar al que lo hace mal; en un país donde por ejemplo una adopción dura 5 años, un juicio por un desalojo dura 4 o 5 años y la gente prefiere no alquilar un inmueble", advirtió.
"Así como nosotros cada dos o cuatro años rendimos exámenes, (la idea es) que tengamos algún mecanismo para que la Justicia también de alguna manera tenga su proceso autocrítico de revisión que sirva para poner la Justicia al servicio de la gente", indicó.
"Una advertencia a los periodistas"
El ex ministro de Justicia Germán Garavano dijo que la reforma judicial "lo sorprendió" porque pensaba que el proyecto "fortalecería la iniciada en su gestión con eje en el sistema acusatorio" y advirtió que la enmienda del senador Oscar Parrilli es mala y parece "más una advertencia para los periodistas que para los jueces".
Garavano, titular de la cartera judicial durante el gobierno de Mauricio Macri, expresó estar sorprendido porque tiene "un buen concepto de la ministra de Justicia (Marcela Losardo), de Gustavo Béliz, de Vilma Ibarra y parte del equipo del presidente" y pensó que "la reforma iba a ir por otro lado".
Garavano sostuvo que pensó que el proyecto iba a fortalecer "lo que habíamos empezado con muchísimo esfuerzo y resistencia que era el sistema acusatorio donde los fiscales investigan y los jueces son jueces de garantías, que empezó a funcionar muy bien en Salta y Jujuy y pensé que se iba a poner la energía en seguir eso. Lamentablemente la reforma salió para otro lado".