Stephanie Demner decidió compartir una de las etapas más difíciles de su vida: su lucha silenciosa contra los trastornos alimenticios.

Desde el uso obsesivo de filtros hasta el abuso de diuréticos, la modelo relató cómo la presión estética la llevó al límite de su salud. Su testimonio busca generar conciencia y romper con los mandatos que impone la imagen.

Stephanie Demner decidió compartir una de las etapas más difíciles de su vida: su lucha silenciosa contra los trastornos alimenticios.
En una charla íntima con la periodista Barbie Simons, la influencer y modelo abrió un espacio de reflexión al relatar cómo la presión estética y la necesidad de encajar en ciertos estándares de belleza la llevaron a tomar decisiones extremas que pusieron en riesgo su salud.
“Prendía la cámara y lo primero que hacía era ponerme un filtro”, contó. La rutina de mostrarse perfecta se convirtió en una exigencia diaria, en un mandato no escrito pero asumido por la mayoría en las redes sociales. “Nadie se mostraba sin filtro”, recordó.
Sin embargo, cansada de esa impostura digital, decidió un día subir una historia al natural. La respuesta fue tan positiva como reveladora: “Stefi, qué lindo que te muestres sin filtro”, le escribieron.

Demner comenzó su carrera en el mundo del modelaje a una edad temprana y fue allí donde, según relató, comenzó la violencia estética que marcaría su vida: “Te sobran dos kilos y medio, no sos tan alta, te faltan dos centímetros”, eran algunas de las frases que escuchaba con frecuencia. Aquellas observaciones, lejos de ser consejos profesionales, funcionaban como semillas del malestar.
Durante años, su relación con el cuerpo estuvo atravesada por una obsesión con la balanza, los centímetros y la imagen reflejada en el espejo. Esa autoexigencia se intensificó con las redes sociales, donde todo debía verse perfecto. Así, cayó en hábitos peligrosos que afectaron profundamente su salud física y mental.
La modelo reveló que, en su afán por “verse deshinchadita” antes de una sesión de fotos, recurría al uso de diuréticos y supositorios. “Me deshidrataba por completo. Tomaba un supositorio antes de cada campaña”, confesó. Lo que parecía una estrategia estética se convirtió en un riesgo real: su cuerpo empezó a mostrar señales de alarma.

“Si tu hija no empieza a tomar agua hoy, mañana se muere”, fue la frase que un médico le dijo a su madre luego de una serie de estudios. El diagnóstico fue hipopotasemia, una condición causada por bajos niveles de potasio en sangre, generalmente producto de una deshidratación severa. En su caso, la provocaba de manera intencional para evitar la hinchazón y sentirse “liviana”.
La decisión de contar su historia públicamente no fue sencilla. Sin embargo, Demner considera que hacerlo puede ayudar a otras personas que estén atravesando situaciones similares. “Lo cuento para que se animen a pedir ayuda, para que no crean que tienen que encajar en una talla o una imagen retocada”, expresó.
Además, llamó a los medios y a la audiencia a reflexionar sobre el uso excesivo de filtros y sobre los comentarios hirientes que se replican en redes sociales, muchas veces sin conciencia del impacto real que pueden tener en quien los recibe.

Hoy, Stephanie Demner dice estar en un camino de sanación y aceptación. Reconoce que aún es difícil, pero ya no vive bajo el dominio de los filtros ni de la mirada ajena. Su historia, más que una denuncia, es una invitación: dejar de buscar la validación externa para empezar a construir una autoestima sólida y real.
“Mostrarme sin filtro fue mi primer acto de libertad”, concluye. Y su voz, antes atrapada por los mandatos del cuerpo perfecto, hoy resuena fuerte para otras que tal vez todavía no se animaron a hablar.
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