"Me voy a ir a vivir a la costa, con una carpita", dijo Juan el pescador, empeñando ante el juez su palabra de no volver a molestar a su familia, de la cual fue apartado por la policía apenas iniciado el 2023.
Un pescador santafesino, detenido en Año Nuevo por violencia de género y familiar, se comprometió ante la Justicia a no regresar al pueblo donde se produjo el conflicto. A cambio, recuperó la libertad.
"Me voy a ir a vivir a la costa, con una carpita", dijo Juan el pescador, empeñando ante el juez su palabra de no volver a molestar a su familia, de la cual fue apartado por la policía apenas iniciado el 2023.
La resolución del conflicto fue inusual y obligó a las autoridades a tomar nota de referencias geográficas que no aparecen en los registros de catastro, ni en los mapas, sino que son parte de la idiosincrasia de Colonia Mascías, un pueblo del departamento Garay ubicado a la vera de la ruta provincial Nº 1, 130 km al norte de la capital provincial.
"Voy a estar ahí en la costa nomás, en la zona del (arroyo) Boquerón, en la isla Cambuí", detalló el hombre de 56 años, nacido y criado en la orilla. "Yo me la rebusco de la pesca", explicó, dejando en claro que no tenía otro lugar a dónde ir.
Ante la mirada incrédula de los operadores judiciales, el hombre de río continuó explicando: "Se llega por el camino del 'Chircal', por zona rural"; y agregó, "la policía sabe donde está".
Juan Eduardo A. (56) fue detenido el primer día del año, acusado de golpear a su pareja y amenazar de muerte a sus dos hijos, apenas una hora después del brindis de fin de año. Efectivos de la Comisaría 2da. de la URVII lo privaron de la libertad apenas tomaron conocimiento de lo ocurrido esa madrugada, en una vivienda ubicada en las afueras del pueblo, donde reside el grupo familiar.
Este martes, el detenido fue trasladado a los Tribunales de Santa Fe, donde el fiscal Ignacio Suasnabar lo imputó por los delitos de lesiones leves -calificadas por el contexto de violencia de género- y amenazas simples.
La audiencia, que se llevó a cabo en la Sala 1 del subsuelo, estuvo a cargo del juez penal Jorge Patrizi, mientras que el acusado contó con la asistencia técnica de la defensora pública Betina Dongo.
La descripción del hecho narrado por el fiscal fue breve. Juan Eduardo A. ocasionó "lesiones leves de un tiempo de curación inferior a los 30 días" y "les dijo que los iba a matar a todos", cuando dos de sus hijos intentaron interceder en el conflicto.
No obstante, como el implicado no tiene antecedentes y la propia víctima consintió que recuperase la libertad, "con la condición de no ser molestada", fiscalía y defensa acordaron la libertad bajo alternativas, la cual le fue concedida por el magistrado.
Entre las medidas que a partir de ahora deberá cumplir constan las de: 1) fijar domicilio; 2) mantener una medida de distancia de 200 metros de su pareja y sus hijos; 3) prohibición de contacto por cualquier medio con el grupo familiar; y 4) presentarse una vez por mes en la comisaría local para firmar una constancia de sujeción al proceso penal.
En cuanto al domicilio, el pescador propuso un paraje isleño, alejado de su grupo familiar, donde las autoridades esperan que la distancia y las aguas calmas le permita encontrar su remanso.
Campamento
El arroyo El Boquerón se encuentra en las inmediaciones de Colonia Mascías y Saladero Cabal -departamento Garay-, y une la laguna de la Calavera con el río San Javier. Allí hay puestos de pescadores -preferentemente de sábalos-, donde se montan precarios campamentos hechos con carpas de silo-bolsa y madera, en las que los trabajadores informales pasan varios días sin regresar a tierra firme, donde periódicamente los esperan los acopiadores.