Este jueves se desarrolló la última jornada del juicio seguido contra el muralista santafesino Andrés Iglesias, alias "Cobre", acusado de haber violado a su expareja. El viernes se conocerá la sentencia del juez.

Iglesias declaró este jueves, previo a que las partes realizaran sus alegatos. Fiscalía y querella pidieron condenas a 10 y 15 años, mientras que la defensa la absolución. Mañana el juez dará a conocer su veredicto.

Este jueves se desarrolló la última jornada del juicio seguido contra el muralista santafesino Andrés Iglesias, alias "Cobre", acusado de haber violado a su expareja. El viernes se conocerá la sentencia del juez.
"Cobre" declaró durante media hora, y dio su versión de los hechos ocurridos en diciembre de 2022 en su casa de Rincón. Además, se refirió al vínculo que mantuvo con la denunciante y rechazó algunas de las conjeturas expuestas en el debate, tanto sobre la relación como sobre su accionar.
Luego, el juez Lisandro Aguirre dio inicio a los alegatos de clausura. Los fiscales Luciana Escobar Cello y Matías Broggi, así como las querellantes Jaquelina Bussi y Paula Condrac, sostuvieron sus pedidos de condena a 10 y 15 años de prisión, respectivamente, por el delito de "abuso sexual con acceso carnal".

A su turno, los defensores particulares Sebastián Oroño e Ignacio Alfonso Garrone insistieron en la inocencia del muralista, solicitando la absolución de culpa y cargo. También pidieron que, en caso de ser condenado, se aplique a Iglesias la pena mínima prevista para el delito: 6 años de prisión.
El testimonio de "Cobre" se centró en la dinámica de la relación de nueve meses con la denunciante y su perspectiva sobre la noche del 16 y la madrugada del 17 de diciembre de 2022.
El muralista conoció a la denunciante a principios de 2022 y notó una "química muy fuerte". Durante el tiempo en que estuvieron juntos, afirmó haber fomentado las actividades personales de la denunciante, como el teatro, el gimnasio y sus amistades, desestimando la idea de haber ejercido control sobre ella.
En su declaración también mencionó que, durante los cinco meses que estuvo de gira en el exterior, la mujer iba a su casa para cuidar a su gata y plantas, e incluso invitó amigas.

Se refirió a los gestos considerados como de "control" por algunos de los testigos que fueron al juicio, como el delivery de sushi de forma sorpresiva durante una reunión de amigas o el envío de tragos a la denunciante mientras estaba en un bar con sus amigas, estando él en Europa. Los describió como "detalles" y "gestos caballerosos".
Respecto a la noche del 16 de diciembre de 2022, en la que se encontraron en un casamiento y la víctima describió que él se puso celoso y discutieron, "Cobre" indicó que fue ella la que estaba molesta porque él venía de compartir tiempo con la madre de su hijo.
La mujer denunció que la madrugada del 17 se despertó con él encima, y que a pesar de sus intentos por evitarlo, él la violó. En su declaración, el muralista dijo que eso "no pasó".
Para la denunciante, el abuso marcó el fin de la relación. En cambio Iglesias dijo que esa mañana se dieron cuenta de que "la relación ya no iba a funcionar más", que él la trajo hasta Santa Fe y que tuvieron un momento "emotivo" con "llantos y abrazos" y entendieron que era "el principio del fin".

Por último, el artista mencionó que se enteró de la denuncia siete meses después de la separación, a través de un medio de comunicación, lo que le resultó "super extraño".
La fiscalía sostuvo que logró probar con certeza que Iglesias sometió sexualmente a quien era su pareja, en la casa a la que acababan de mudarse juntos, mientras ella estaba dormida. Que se le subió encima, la atrapó, forcejeó y perpetró el abuso mientras ella lloraba y pedía que la soltara, expresando que no quería.
Esto, según la fiscalía, configuró una violación violenta y no se trató de un acto aislado, sino que se dio en el contexto de una relación de 9 meses "abusiva, desigual y violenta". Esas circunstancias fueron corroborada por amigos de la denunciante, quienes observaron "red flags" y cambios de actitud en ella.
Su psicóloga también corroboró que la denunciante le contaba contemporáneamente las situaciones de celos, manipulación, aislamiento, así como un intento de violación en noviembre de 2022. En ese incidente, la mujer se despertó con Iglesias encima de ella y logró detenerlo, planteándole "dormida nunca más".

Los fiscales argumentaron que la víctima no tenía motivación para dañar a Iglesias, y que decidió denunciar para poder vivir en paz y tener protección. Se mencionó su temor a que a otras mujeres les sucediera lo mismo y a la falta de acceso a la justicia que suele haber, pero que ella, a su entender, sí tuvo porque contaba con una red de apoyo.
Desde el MPA solicitaron una pena de 10 años de prisión, argumentando que la violencia ejercida fue sutil y difícil de detectar, incluso para la propia víctima, y que la vulnerabilidad de la denunciante fue explotada al máximo en el contexto de confianza de la convivencia y estando dormida. Además, pidieron la prisión preventiva de Iglesias.
La querella adhirió a los alegatos fiscales, enfatizando que se trata de un "juicio de consentimiento" en el marco de una relación de pareja, donde la prueba directa es escasa y se debe priorizar el relato de la víctima y la corroboración.
En esa línea, destacó la credibilidad del relato de la denunciante, que se mantuvo reiterado y sostenido en todas las instancias judiciales, con coherencia interna y externa, mostrando emociones espontáneas compatibles con el delito. Algo que fue corroborado por su psicoanalista, familiares, una expareja y amigas.
Un elemento objetivo y fundamental para las abogadas fueron las comunicaciones de WhatsApp entre la denunciante e Iglesias. Hicieron especial énfasis en un mensaje enviado por la denunciante horas después del hecho: "No puedo procesarlo. Siento que se me derrumba la mayor ilusión que había construido. Me duele el cuerpo y el alma".

Sobre la ambivalencia y el sentimiento de amor que la denunciante tenía por Iglesias, explicaron cómo las víctimas de abuso en relaciones afectivas pueden continuar en contacto e incluso amar a sus agresores.
En esa línea, describieron la dinámica de la relación como "muy intensa" y plagada de violencia, en la que se alternaban situaciones de control, celos y violencia con "gestos amorosos y tiernos", generando confusión y ambivalencia.
Por último, las abogadas hicieron hincapié en el "daño psíquico brutal" sufrido por la denunciante, corroborado por los test aplicados por su psicóloga, que mostraron un deterioro significativo en su personalidad desde que inició la relación con Iglesias.
A su turno, la defensa argumentó que no se produjo prueba suficiente para alcanzar la "certeza absoluta" necesaria para una condena, y afirmó que el bloque acusador se enfocó en el "contexto" para pintar a Iglesias como un "monstruo", en lugar de probar el delito imputado.
Los abogados sostuvieron que, si bien la declaración de la denunciante es importante, no es la única prueba y que otras pruebas documentales, particularmente las conversaciones de WhatsApp, arrojan "un manto de dudas" sobre la existencia del hecho tal como fue denunciado.
Para ellos, los chats demuestran una separación "prácticamente consensuada" y "madurada", en la que los mensajes continuaron después del 17 de diciembre con un tono "profundo, respetuoso, cariñoso".

Respecto a las alegaciones de sometimiento sexual, la defensa afirmó que no se probó nada, que se demoró 6 meses en presentar la denuncia y advirtió "inconsistencias" en el relato de la mujer a la policía y a sus amigos sobre la cronología y los detalles del supuesto hecho.
Oroño y Alfonso Garrone solicitaron la absolución de Iglesias, y en caso de una hipotética condena pidieron que se aplique la pena, argumentando que se trataría de un "hecho único y aislado". Finalmente, rechazaron el pedido de prisión preventiva inmediata, afirmando que no existe riesgo de fuga ni entorpecimiento probatorio.
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