Alejandro Galetto
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Ya habían pasado las 9 de la noche cuando el Honda anaranjado de la escudería Riva Racing encendió sus motores y salió a pista, para realizar el primer contacto certero con la competición y poder lograr formarse una idea de las condiciones del auto y del circuito.
Nicolás Ursprung, el único piloto nacido en la ciudad de Santa Fe que corre este año en el TC 2000, aprovechó al máximo la oportunidad de girar, no tuvo inconvenientes en su máquina y manejó tiempos interesantes en las 16 vueltas que dio. Pero fundamentalmente, le sirvió para amoldarse a circunstancias nuevas y a un coche que, según sus palabras, posiblemente muestre un buen rendimiento el fin de semana.
Veloz
—¿Qué evaluación hacés de las primeras vueltas?
—Quedé muy sorprendido con el auto. En este circuito te das cuenta cómo anda el coche, la potencia, los frenos. Estamos yendo muy rápido, se viene todo encima. Es todo muy lindo, lástima la lluvia, que arruinó un poco el circuito.
—Se pudo ver que mientras varios saltaron a pista con gomas dibujadas vos lo hiciste con lisas. ¿A qué se debió?
—Decidimos salir con las lisas porque gastar las de lluvia para esta ocasión, que básicamente era para mostrar el auto y circular un poco a ver cómo estaba el circuito, nos pareció innecesario. La diferencia es que con las lisas tracciona un poquito menos, pero nosotros salimos tranquilos, sin hacer locuras, para que el auto circule bien, frene bien y esté enterito para el sábado sí salir a poner todo, si está seco.
Conflicto
Ursprung, como muchos de los pilotos de la categoría, tuvieron varias objeciones a la decisión que tomaron los directivos en relación con el cambio de carril de Avenida Alem y calle Belgrano. “La chicana en sí a mí me encanta, siempre fue mi parte preferida del circuito, aunque voy a tener que cuidarme más de la cuenta. Creo que la penalización por tocar los ‘pitufos’ es un poquito exagerada. Que te manden diez segundos para atrás por una vez que los toques, te mata. Porque te puede ocurrir que en una vuelta te pasaste un poquito, entonces parece exagerada la medida. Los pianitos no se ven mucho tampoco, y eso no ayuda. Creo que deberían analizar el tema”, consideró.
Por último se refirió al público local, con quien se saludó mutuamente en sus primeros giros. “Yo siempre me tomo la vueltita de ir despacito y saludando a la tribuna, porque la gente aplaudía y quería devolverle la gentileza. Después de esa vuelta, salgo como los caballos a la calle, pongo todo y ahí sí que no veo a nadie”, concluyó Nico.
Al final, sí
Otro de los grandes protagonistas locales de esta fiesta del automovilismo es Maximiliano Baumgartner, que tuvo que lidiar con una situación incómoda desde que puso pie en su ciudad natal. “Ahora estoy bien”, le confió a El Litoral. “Por fin terminó todo esto. Realmente pasamos un día de mucho nerviosismo”.
—¿Qué fue lo que pasó?
—En un principio teníamos un auto pero después nos enteramos de que el equipo no lo había traído. Hablamos con diferentes escuderías y logramos conseguir un Dallara 301, que será un vehículo para correr en la clase B, que al igual que la A es muy competitiva.
—¿Cómo fueron los pasos?
—Al final del día tuvimos que ponernos a plotearlo y a realizar el último set up para poder salir bien a pista.
—¿Pasaste muchos nervios por la posibilidad de no correr en tu ciudad?
—Sí, exactamente. Cuando me dijeron que no estaba el auto, sobre el que habíamos hablado durante la semana, casi me muero. Fue un disgusto muy grande pero después lo pudimos suplir y al final estamos otra vez arriba, con la ilusión de poder competir y hacer un gran papel en mi ciudad.
—¿Cuáles son las expectativas?
—No sé. Tengo que ver bien hasta dónde podrá llegar el auto, porque en realidad lo armaron a los apurones. No puedo saber cuáles serán las condiciones. Además, me tengo que adaptar, porque es nuevo, es un Fórmula de 250 caballos, con chasis de fibra de carbono y caja de quinta. Habrá que ver. Es una experiencia nueva. Creo que están las condiciones y el potencial. Vamos a tratar de hacer lo mejor que se pueda y. por qué no, soñar con un podio.









