César Carignano y su pesimismo por lo que se viene en el fútbol argentino...
"No es bueno sacar los descensos por más que a Colón lo beneficie"
Manifiesta su disconformismo con la idea de volver a los 30 equipos. “En Colón, observo que no existe un hilo conductor a la hora de elegir los entrenadores”, señala aquél goleador de principios de siglo, al que Colón transfirió en una cifra record en ese entonces para el club.
Entre el 2001 y el 2003 se produjo su “explosión”. En el 2004, se fue al Basel de Suiza en una cifra cercana a los 4 millones de dólares. Fue la transferencia más importante hasta ese momento. Su salida posibilitó la llegada de algunos refuerzos de importancia y el considerable avance en la construcción del predio. Se recuerda la famosa frase de Vignatti, cuando ya había dejado de ser presidente pero conducía el fútbol de Colón, al señalar “vamos a tirarnos una canita al aire”, con ese equipo que se armó con el Coco Basile de entrenador. Después de jugar en Suiza y en México, César Carignano cumplió con aquello del “sentido de pertenencia” y quiso regresar a Colón. Ya no fue igual, pero quedó en la memoria colectiva lo que le aportó al equipo en aquellos años de muchos goles y actuaciones. Con jóvenes 37 años, además de transitar por los medios, ya lleva escritos tres libros. Y es claro y contundente, en una amena charla en “Café con Fútbol”, el histórico programa deportivo que se emite por Cable y Diario.
—¿Cómo la llevás en estos tiempos de cuarentena?
—Tengo casa amplia, espacio libre, la calidad de los días es muy buena y eso nos beneficia y nos está acompañando. Aprovecho para hacer tareas con los chicos, compartir más tiempo en familia y otra cosa que nos ayuda es la experiencia con mi señora en Suiza, conviviendo a tiempo completo durante varios meses y con un clima que no nos permitía otra cosa que quedarnos adentro. Este es un problema invisible y todos dicen que ya va a llegar lo más duro, pero eso no llega, así que genera alivio por un lado y natural preocupación por el otro.
—¿Qué pensás que nos puede “enseñar” esta pandemia?
—El problema en la Argentina no es lo que nos quieren enseñar sino lo que queremos aprender. Después de esto, puertas adentro quizás cambien cosas, en el aspecto individual y como familia, pero como sociedad no tengo elementos para suponer que modifiquemos o dejemos de vender la grieta como gran negocio para separar las bases o impidiendo que las cumbres de los poderosos sigan queriendo arreglar los problemas.
—¿Y el fútbol?
—La vara en el fútbol siempre la van a poner los grandes mercados, siempre habrá una marcada influencia en ese aspecto... Y yendo a lo que se habla en la Argentina, lo del torneo de 30 equipos, hace poco se hizo el experimento bajo el manto de evitar, con un torneo largo, que los procesos de los técnicos se corte y resulta que los entrenadores volaban como vuelan ahora. Me permito dudar de que haya un beneficio.
—¿Cómo ves a la dirigencia?, ¿están ubicados respecto de lo que deben hacer?
—Desde la palabra o el silencio, hablando o sin decir nada —y en esto involucro a los dos presidentes de los clubes de Santa Fe— lo que observo es que estamos orillando de una banquina a la otra, yendo de un lado para el otro sin encontrar un punto medio, un equilibrio. Hay dirigentes que no resisten archivos de hace tres meses, no digo de hace cinco años. Se piensa mucho en la tajada y se está pensando en un fútbol que arranque rápido para evitar pérdidas mayores. Creo que están estirando, pero tratando de bajar el martillo y volver cuánto antes. Soy de alguna forma pesimista.
—¿Qué te lleva a ser pesimista?
—Que no es mejor que haya 30 equipos, que no es mejor que se eliminen los descensos por más que Colón esté cerca de eso y que no creo que Superliga haya hecho las cosas tan mal para destruirla como se la destruyó. Estamos alejándonos del proyecto de los 20 o 22 equipos que es lo que reina en el mundo.
—¿A qué atribuís esa falta de estabilidad y firmeza y continuidad en sus decisiones que tienen los dirigentes?
—Mirá, a mi me sorprende, realmente, y eso que soy un ferviente creyente de que las cosas se pueden modificar, pero deben ser siempre para bien. Nicolás Russo, por ejemplo, tiene, puertas para adentro, un club organizado como Lanús y quizás uno de los que mejor funcionó en los últimos 25 o 30 años en el fútbol argentino, pero puertas para afuera actúa persiguiendo los intereses suyos pero también los de los que lo rodean, que quizás no sean los mismos.
—¿A eso te referís cuando hablás de que cada uno busca su propia tajada?
—Es que mientras cada uno piense en la tajada propia, estaremos lejos de llegar a algo beneficioso para todos. Somos los chicos rebeldes que no nos dejamos enseñar. Los argentinos somos así. Por eso no logro ser optimista en el mediano plazo.
—¿Qué sería ser optimista?
—Mirá, para el hincha, podría ser que se eliminen los descensos en el corto plazo. El hincha de Colón debe querer eso, seguramente, pero a eso lo dejo para el hincha. Yo estoy más cerca de la postura de Andrés Fassi, que pretende que las reglas de juego no se modifiquen como se pretende hacer. En esto, coincido con él y no con la del resto del fútbol argentino.
—¿Cómo crees que la está pasando el jugador?
—Respecto de lo de bajar los sueldos y todo eso que tanto se habla por el problema económico de los clubes y por aquellas declaraciones de Tevez, escuchaba el otro día a Matías Fritzler diciendo que cada casa es un mundo y que cada club tiene que ver sus propias posibilidades; y yo estoy de acuerdo con él. Coincido en que no se puede imponer. Y no sé si los jugadores tienen la necesidad o la obligación de resignar un derecho adquirido, que es el de cobrar lo que les corresponde. De todos modos, quiero decir algo: a mí me preocupa mucho lo de los empleados de los clubes, porque sus ingresos no le han permitido capacidad de ahorro y me imagino que no les estará resultando fácil.
—Varias veces opinaste sobre los proyectos deportivos de los clubes...
—Yo soy un creyente de que los proyectos son de los clubes, deben ser de los clubes y no de los entrenadores. Unión, por ejemplo, tiene ahora la posibilidad histórica de llevarlo adelante con la herencia que les ha dejado toda la etapa de Madelón y su larga continuidad. Colón, en cambio, no tiene proyecto, no tiene un hilo conductor que conecte a los entrenadores que tuvo en los últimos tiempos y eso es una decisión que toman los dirigentes. El material humano en inferiores es bueno, pero el presupuesto nunca será grande comparado con el egreso de dinero que significa la planilla profesional. Y este es un gran problema.
—¿Y las posibilidades para los chicos que llegan a Primera?, ¿las tienen o no las tienen?
—No son muchas para el que llega. Seamos sinceros, yo tuve la fortuna de marcar un gol el día que me pusieron de titular, porque si no hacía un gol, volvía a las sombras. Sé que era así y eso no es lo ideal. Los procesos formativos llevan su tiempo. Y te agrego algo: hay que formar al 100 por ciento de los jugadores, no al 5 o 6 por ciento que va a llegar. El club tiene que hacer un esfuerzo supremo de preparar bien a todos, por más que en el futuro vayan quedando en el camino.
—¿Hay claridad conceptual para entender que las inferiores tienen que formar, que hay que cuidar al jugador, ser franco con él y brindarle posibilidades si llega a Primera?
—Hay que contarles, sin miedo, que la mayoría no llega, que el umbral de frustración y expectativa es muy alto y eso genera un dolor enorme, para el que no llega y muchísima presión para el que llega. Este último, el que debuta en Primera, siente que se juega el futuro de él, de su familia. Y eso es fuerte. Unión lo trabaja mejor que Colón, hay un proceso de mayor tolerancia a los chicos del club. Yo si fuese dirigente de un club saldría a decir: “Señores, este chico es nuestro, lo formamos acá adentro, en nuestro club, tengámosle paciencia, ayudémoslo para que triunfe con nosotros”. Lo haría en la comunicación y también en los hechos, naturalmente.
—¿No abundan los ejemplos en el fútbol argentino?
—Recién hablábamos de Lanús, que pasó de de pobre a rico por un proyecto de club y deportivo... Yo laburo en una fábrica textil con mi suegro y cuando algo no nos gusta o no sale bien, vamos y nos fijamos cómo se hace en otro lado. ¿Y cuál es el problema?... Creo que eso se debe hacer cuando algo no funciona. Hay proyectos muy buenos que se pueden analizar y extraer enseñanzas por más que no sean ideas propias. Copiar lo bueno es virtuoso.
—¿Qué recuerdos tenés de los clásicos?
—Jugué solamente tres y justamente estuve haciendo una charla por redes sociales con Juan Manuel Herbella, que era mi compañero de pieza en esos tiempos. No dormía el doctor, porque estudiaba en ese entonces... Recuerdo los 18 o 20 kilómetros que nos separaban de Franck, que era el lugar en el que concentrábamos. Imágenes imborrables para mí viendo a la gente de Colón que nos acompañaba de una manera maravillosa.
—¿Extrañas esos tiempos?
—¿Sabés qué se extraña?, los clásicos con las dos hinchadas... Me fijo en los pibes de hoy... No sé si Mauro y Bruno Pittón jugaron algún clásico con las dos hinchadas, Vigo y Chancalay seguro que no, Poblete no sé, Franco Calderón tampoco. A nosotros, haber vivido aquello nos pone en un nivel de privilegio... Y otra cosa, acá en Santa Fe, lamentablemente, no está el hábito del clásico como en algún momento se instaló en Córdoba, por más que estaban en categorías diferentes.
“Lo que veo de los dirigentes del fútbol argentinos, y los de Santa Fe no son la excepción, es que van orillando de una banquina a la otra”. César Carignano, ex jugador de Colón
Flavio Raina Una imagen habitual en aquella temporada 2002-2003, cuando Carignano llegó a tener un promedio de un gol cada dos partidos y fue transferido al Basel de Suiza.
Una imagen habitual en aquella temporada 2002-2003, cuando Carignano llegó a tener un promedio de un gol cada dos partidos y fue transferido al Basel de Suiza.Foto: Flavio Raina
Su carta a Brian Fernández
César Carignano no sólo le envió una carta de puño y letra a Brian Fernández, el delantero de Colón, sino que además le regaló los tres libros de cuentos de fútbol de su autoría: “Cañito vale doble”, “Andando detrás de la pelota” y “Gol entra”.
Textualmente, el escrito de Carignano a Brian Fernández expresa lo siguiente: “Estimado Brian. Desde que leí un artículo, el año pasado, donde contabas con mucha valentía que habías decidido parártele de frente a tus problemas, me sentí identificado con vos.
No todos los problemas son adicciones, las lesiones son enfermedades también, deprimentes hasta un extremo que quizás no te imagines. Yo padecí muchas, mucho tiempo y gran parte de mi mundo me dio la espalda. Para ellos era un loco depresivo como mi papá (tiempo después se suicidó) y las lesiones un invento de mi cabeza. Y le hice frente contra esa idea que tenía la mayoría. Y las superé. Y fui feliz volviendo a entrenar normal, a concentrar, a matear y a jugar. Les demostré que era más fuerte que las adversidades que me tocaron.
Nunca me pregunté: ¿por qué a mi?. Siempre me pregunté: ¿por qué no a mi?. Y aprendí a no bajar los brazos, apoyándome en los que me creían y querían de verdad.
Cuando leí ese artículo sobre vos, me puse en tu lugar, lo mismo que cuando llegaste a Colón y más aún cuando decidiste enfrentar tus dramas con todo.
Nunca supe cómo acercarme a vos en silencio, sin levantar la perdiz, siempre sentí ganas de darte un abrazo, de hacerte sentir que no sos el único... No pretendo nada, ojalá estas historias (la mía y la de los cuentos), de gente común con aciertos y muchos errores, te hagan pasar un lindo rato... No aflojes, si ganas este partido vas a inspirar a miles en todo el mundo y vas a ver la vida con otros ojos”.