Por Enrique Cruz (h)
No será un día más para Colón el del domingo. Por un lado, la necesidad (posiblemente la última oportunidad si se piensa en pelear bien arriba como se lo planteó el Turco y los jugadores) de vencer a Independiente; en segundo término, la puntual visita del puntero del torneo, algo que siempre es convocante; y por último, los dos años como entrenador de Mohamed (cumplidos el miércoles), algo que para los tiempos de histeria, poca paciencia y “cortoplacismo” del fútbol argentino, no es poco y es como para celebrar.
Esta mañana, tanto el técnico como el presidente hablaron del futuro. Mohamed, incluso, piensa en el plantel para la próxima temporada. Y Lerche no deja de mencionar al técnico como un pilar básico para el proyecto deportivo. Hasta los de abajo, como Mario Sciacqua, por ejemplo, dejan al desnudo algunas intimidades. “El Turco va a ver hasta las pruebas de jugadores... Y desde el primer día, habla con nosotros hasta del equipo que va a poner el fin de semana”, señaló el técnico de la reserva. Sin dudas que la convivencia es óptima en todos los niveles.
Mohamed dejó dos sentencias después de Chacarita:
* 1) “Vamos por la gloria”, señaló el entrenador luego de ganarle al “funebrero” con un gol en tiempo de descuento.
* 2) “Después de Argentinos les diré para qué estamos”, una frase que suena a contradictoria con la anterior, pero que revela un momento clave del torneo, pues luego de ese partido van a quedar cinco fechas para el final. Y para llegar al choque con los “Bichos colorados”, resta aún jugar no sólo contra Independiente, sino también con Huracán en Parque Patricios y con un Boca que llegará entonado a Santa Fe, el 8 de abril, después de la victoria de ayer en el superclásico.
Sabiendo todo esto, Mohamed arma un equipo ambicioso no sólo en la propuesta, sino también en los nombres. Nunca dejó de atacar Mohamed, más allá de los jugadores empleados. Y priorizó una idea, un estilo de juego que se mantuvo incólumne pese a los rivales o a los avatares propios de la campaña.
Pero ahora, para jugar con el puntero, redobla la apuesta con los nombres. Arma línea de cuatro por una cuestión muy puntual: Independiente juega con dos mediapuntas que arrancan desde atrás pero que se transforman en delanteros para acompañar a Silvera. Gandín es uno de ellos, y el otro puede salir de Nuñez o Gracián, porque se lesionó Piatti; jugadores distintos en cuanto al estilo pero con una vocación ofensiva irreprochable.
Coudet por un lado y Ricardo Gómez por el otro, aseguran buen manejo de pelota y ambición ofensiva en el mediocampo. A ellos,se agregan Bertoglio, ya sea jugando suelto o volcándose por derecha, como habitualmente (y acertadamente) lo hace jugar Mohamed, más los dos puntas para ir por adentro (Nieto y Fuertes). Sin dudas que esto denuncia una intención muy clara desde el arranque: plantear un partido de ataque, no sólo en la propuesta sino también en los nombres.
“Tengo un equipo base y trato de jugar con la mayor cantidad posible de esos titulares”, fue otra de las frases que sentenció el entrenador. Todos los técnicos cambian (algunos lo hacen alevosamente, como por ejemplo Simeone, que luego de Colón piensa meter siete cambios para jugar este fin de semana con Arsenal), pero no es cierto que Mohamed no tenga una formación base. La tiene. Ocurre que hay jugadores que no tienen una adecuada respuesta individual que, sumado a lesiones y/o expulsiones, le complican el panorama. Pozo, Garcé, Candia, Goux, Rivarola, Bertoglio, Fuertes, el propio Coudet, Capurro o Pellerano, Nieto o Lucero, son jugadores que tienen su lugar en el equipo. Algunos de ellos en un nivel inferior al habitual, lo cual motiva no sólo un bajón colectivo sino también el planteamiento de ciertas dudas a la hora de definir la formación titular.




