Por Enrique Cruz (h) - (Enviado Especial a Buenos Aires)
Transmite mucha calma Claudio Guerra cuando habla. Quizás sea la misma tranquilidad con la que juega, porque adentro de la cancha daría la impresión de que no se inmuta por nada. Y para muchos dará una imagen de frialdad que, si a las pruebas nos remitimos, le permitió al goleador tatengue definir en forma brillante en los cinco goles que convirtió. Es la gran figura de esta recuperación rojiblanca.
—Lindo gol por la definición el segundo, Claudio...
—Recibí el centro de Pereyra, la paré con el pecho y no me quedó otra que hacer lo que hice; pero lo importante es que el equipo gane. Se reía Pereyra cuando fui a saludarlo porque fue lindo gol y estábamos pasando un momento en el que veíamos venir el segundo, pero no llegaba. Pero te repito, no quiero meter goles para mi lucimiento, sí para que el equipo gane.
—¿Y el primero?
—Me quedó un poco larga la pelota pero vi que el arquero salía y se la toqué de zurda a un costado. Entró despacio y sufrí un poco, pero me di cuenta de que ninguno podía llegar.
—¿Por qué repetís a los cuatro vientos que no sos goleador y que preferís que el equipo gane antes que hacer goles?
—Es que siempre voy a rescatar la importancia del equipo sobre la mía, en forma personal. Importa que Unión gane, no que Guerra haga un gol. Yo admito que debo hacer goles porque soy delantero y la primera misión de un delantero es convertir, pero lo que digo es que no soy un delantero neto de área y no me considero un jugador implacable, aunque las cosas me estén saliendo bien. No soy un rebotero o un aprovechador de situaciones. Pero te repito que quiero que el equipo gane por encima de todo lucimiento personal.
—¿Cómo definís el partido de hoy?
—Hubo un primer tiempo en el que jugamos bien hasta el gol, pero después ellos nos manejaron la pelota. En el segundo tiempo entramos dormidos y eso nos complicó. Ganamos y sin jugar bien. Eso también importa, porque no siempre se puede jugar bien y es bueno ganar también cuando no se luce.
—¿Qué parte de responsabilidad tienen Pereyra y Rosales en este presente de Guerra como goleador de Unión y del torneo?
—Toda la responsabilidad... En los cinco goles hubo un gran trabajo de ellos. La definición es circunstancial, a veces sale y a veces no. Lo que importa es que la pelota me llegue para que pueda definir. Ahí, yo tomo decisiones y no siempre pueden ser acertadas.
—Pero hasta ahora acertaste en todas las decisiones que tomaste...
—No siempre... Hoy, por ejemplo, Vega me tapó una pelota que abrió Rosales. En ese caso, pude tirar un centro pero decidí patear y la tapó el arquero. Yo no tengo la mentalidad de llegar al área y meter el gol sin pensar en que un compañero puede estar mejor parado que yo para meterla. En esa jugada me equivoqué, porque si tiraba el centro estaba Paulo para empujarla, pero tomé la decisión de patear con el arquero tapándome el ángulo de disparo, y me equivoqué.
—¿Sentís que un mediocampo con Rosales y Jorge Torres, más un compañero de ataque como Pereyra son sinónimo de habilitaciones permanentes para vos?
—Vos sabés cómo somos los delanteros, por ahí no entramos mucho en juego, pero sé que en cualquier momento Paulo Rosales y César Pereyra me pueden habilitar. Así que si no pierdo la calma, en cualquier instante la pelota me llega y la puedo meter. Así que mi obligación es estar siempre atento.




