Cada cual tendrá su opinión, que puede ser compartida o no. En este último proceso de tres años a esta parte, Unión cotizó en la cancha algunos jugadores que no tuvieron la misma consecuencia -respecto del precio que se le puso- a la hora de su venta. Es decir, mostraron cosas adentro de la cancha y no se los valorizó adecuadamente en el momento de ponerles precio para su salida. Un claro ejemplo es el pase de Franco Soldano a Grecia, por 850.000 dólares, habiendo sido el goleador de un equipo clasificado para la Sudamericana. Boca lo tiene a préstamo y con una opción que ronda los 5 millones. Alguna vez, Madelón dijo que "a Soldano lo vendieron barato, el club tiene que mejorar su capacidad de venta". Y tenía razón. Soldano no hizo cosas importantes en Grecia como para que se lo cotice de tal manera: no fue campeón, no fue goleador, no fue figura.
Entre el mercado de invierno del año pasado y el de verano de este año, Unión vendió por casi 8 millones de dólares. A los 6.125.000 informados de las transferencias de los dos Pittón, Brítez y Zabala, se sumó 1,3 millones (limpios) de la transferencia de Yeimar a la MLS y alrededor de medio millón más por la venta del 50 por ciento del pase de Martínez. En concreto, casi 9 "palitos" verdes que pudieron ser más si no se lo perdía a Lucas Gamba, que se fue libre del club. ¿Se pudo sacar más?, la respuesta es afirmativa, sobre todo arrancando por lo de Soldano.
Al margen de eso, entre Central y San Lorenzo (el destino de los dos Pittón, Brítez, Zabala y Damián Martínez) hoy le están debiendo más de 2 millones de dólares al club. Pesos más, pesos menos. O mejor dicho, "verdes" más, "verdes" menos, es muchísimo dinero. Hay algo a favor: cuando se produjo la transferencia de los jugadores en el invierno del año pasado, el dólar estaba a 45 pesos; hoy está a 77. Es decir, el dólar aumentó casi un 70 por ciento y, por ende, también se incrementó en ese valor la acreencia. En eso, la comisión directiva obró acertadamente. Ocurre que no se trata de una mera especulación financiera, sino de necesidades. Quizás, Unión hubiese necesitado el dinero antes. El club tiene una tesorería ordenada si se la mide por el cumplimiento de las obligaciones con los futbolistas, pero un balance que ha tenido objeciones y la tan mentada deuda con el presidente, que es cuestionada por muchos, no baja y que también se ha incrementado en términos de la valoración en función del precio del dólar y de la fuerte devaluación que viene experimentando nuestra moneda. Porque la deuda con Spahn, es en dólares.
Hay algo que no termina de cerrar en el fútbol argentino y es el incumplimiento, que a veces se hace compulsivo y costumbrista, de las instituciones a la hora de honrar sus deudas. Lo hace Central y también San Lorenzo, cuyo presidente es nada menos que le presidente de la incipiente Liga Profesional y debiera, más que ninguno, honrar sus propias deudas. La desaparecida Superliga llegó con esa intención: la de castigar a aquéllos que deben. Refregaron a los cuatro vientos que se trataba, por fin, de un baño de seriedad y honestidad para el sospechado fútbol argentino. Sin embargo, en cuatro años la pulverizaron y decidieron volver a los viejos vicios.
Para Unión, quizás la espera no desespera. Se trata de un análisis meramente financiero, producto del permanente crecimiento del valor del dólar. En el fondo, se trata de un doble problema: Unión no es un club que se destaque por ventas importantes y, para colmo, no cobra. Este "crédito" que tiene a su favor puede convertirse en una buena reserva, pero, como dice el dicho: "más vale pájaro en mano que cien volando"... Unión ya debió haber cobrado, por más que la coyuntura lo favorezca.
En la anterior temporada, Unión modificó parte de su plantel y el resultado fue negativo. De todos modos, los 675.000 dólares que ya lleva ganados por su participación en la Sudamericana, pudo haber servido para paliar algún posible déficit. Las ventas debieron ayudar para que se empiecen a observar avances en otros aspectos. Puntualmente, el predio, la tribuna y la fachada del club son promesas que hizo Spahn hace más de un año cuando ganó las elecciones. Entre estos incumplimientos y la pandemia, quedó todo paralizado.