Un grupo de estudiantes de quinto año del Colegio Inmaculada de Santa Fe participó en una experiencia transformadora en Akamasoa, la organización que trabaja para ofrecer soluciones integrales a personas en situación de extrema pobreza.

Durante su estadía en Akamasoa, los estudiantes de 5to año participaron de actividades de voluntariado, compartieron con la comunidad local y reflexionaron sobre la importancia del esfuerzo colectivo y la solidaridad.

Un grupo de estudiantes de quinto año del Colegio Inmaculada de Santa Fe participó en una experiencia transformadora en Akamasoa, la organización que trabaja para ofrecer soluciones integrales a personas en situación de extrema pobreza.

La sede visitada, ubicada en Lima, provincia de Buenos Aires, se enfoca en crear comunidades autosustentables que ofrecen educación, oportunidades de trabajo y apoyo emocional a sus integrantes.
La actividad se enmarca dentro de un proyecto interdisciplinario que aborda la pobreza y la fraternidad, incorporando aprendizajes de distintas áreas según la modalidad de cada estudiante, como Formación Religiosa, Filosofía, Lengua, Salud y Ambiente, Historia, Administración y Artes Visuales.
Para los alumnos, la experiencia fue mucho más que un simple viaje de fin de año. Bautista, uno de los estudiantes participantes, comentó: "Es un viaje de estar con el otro, de trabajar, mucho esfuerzo y salir de nuestra zona de confort. Lo más difícil es generar una comunidad entre las personas y brindarles cosas como una casa digna, un estudio, o la posibilidad de formarse en un oficio".

El joven destacó además la importancia del compromiso de todos en la construcción de las viviendas: "Todos ayudamos a hacer estas casas, pero no se sabe para quién va hasta que se termina. Se elige el dueño y luego se muda la persona".
Tomás, otro estudiante, coincidió en que la experiencia implicó un cambio radical de rutina: "Todas las cosas que hicimos son cosas que habitualmente no solemos hacer, fue un cambio de rutina sumamente brusco. Nos levantábamos a las 7 de la mañana con muchísimo frío; íbamos a dormir en carpa, pero no pudimos por la escarcha y la lluvia".
Más allá del trabajo físico, los alumnos vivieron momentos de reflexión y contacto humano. Bautista señaló: "Aparte del trabajo, tuvimos muchos momentos de reflexión, especialmente por la noche. Somos un colegio católico y también tenemos misas, que fueron un momento de reflexión donde compartíamos anécdotas y entendíamos otra realidad".

Los estudiantes también participaron en la documentación de la experiencia: "Hicimos un podcast mostrando toda la realidad y la parte más humanística del viaje, con entrevistas que quedan para otros cursos, para motivar a los chicos que vendrán después" agregó Bautista.
De este modo, los estudiantes pudieron vincular conocimientos teóricos con experiencias prácticas y reflexionar sobre la importancia de la solidaridad y el compromiso social.
La estadía permitió a los alumnos conocer las diferentes condiciones de vida de las familias: "Akamasoa es un lugar donde se hacen casas para gente pobre, en situación de indigencia extrema y sin recursos. Los que ya tenían casa tenían calefacción y aire acondicionado, pero quienes no, vivían en containers de cuatro personas", explicó Tomás.

El voluntariado no solo acercó a los jóvenes al trabajo social, sino que también les permitió comprender la importancia de la solidaridad y la construcción de comunidades sostenibles. La experiencia concluyó con un aprendizaje profundo sobre esfuerzo, resiliencia y la posibilidad de generar cambios reales en la vida de otros.
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