El Mercado de Abasto: un crisol inmigrante que marcó el pulso de una Santa Fe en crecimiento
Era el lugar de venta de productos alimenticios a costos baratos. Estuvo en barrio Roma durante décadas, hasta que la explosión demográfica lo expulsó al extremo Norte. Cómo fue su origen.
El trabajo era incesante en el viejo Mercado de Abasto. Crédito: Archivo / Dalla Fontana
Dicen los que saben que las ciudades nacen y se organizan alrededor de cuatro o cinco lugares: la Plaza Central, la Iglesia, la Municipalidad, la Comisaría y el Mercado de Abasto. En algún punto, y más allá de algunas diferencias de distancias entre un punto y otro, la ciudad capital no fue una excepción a esa aseveración.
Hay muchas leyendas alrededor de los mercados de abasto de las grandes urbes. En ese mundo de gente había una fauna variopinta de hombres fornidos acarreando medias reses sobre sus hombros; ladronzuelos de poca monta a la espera de tirar el zarpazo y robar un pedazo de carne; lúmpenes pesados manejando una timba ilegal, y claro, carteristas.
Quizás algo de eso hubo también en el Mercado de Abasto de Santa Fe. Su origen es curioso: la primera regulación aparece en el digesto histórico de 1891, con un reglamento estricto que establecía cómo debía ser la venta de productos alimenticios (carne, pescado, verduras y frutas) en términos administrativos, bromatológicos y de salubridad.
Sí hay un hecho que es cierto: el Mercado de Abasto de la ciudad era un lugar de socialización por excelencia. Allí se mezclaba el crisol inmigrante de "tanos", españoles, turcos, polacos y argentinos. Desde bien temprano la gente se acercaba a comprar a buen precio los alimentos que necesitaba.
Su ubicación
"El Mercado de Abasto funcionó en Av. Freyre, entre Mendoza y Primera Junta, durante casi 60 años. Hasta que a principios de los '80 quedó acorralado en pleno centro y el espacio resultó cada vez más chico. Un martes 18 de agosto de 1981 el Mercado se trasladó a su actual lugar en el Norte de la ciudad", dice el sitio especializado "Santa Fe Mi Barrio".
Era un lugar de socialización por excelencia. Crédito: Archivo / Dalla Fontana
Como se dijo, el reglamento del Mercado de Abasto aparece en el digesto histórico de 1891, a finales del siglo XIX. Un digesto es un compendio de normas, ordenanzas y decretos municipales que organizaban la vida en sociedad de aquella Santa Fe en blanco y negro. Los digestos históricos fueron dados a conocer por el municipio en 2023.
El Comisario
¿Cómo funcionaba aquel viejo Mercado de Abasto? En la normativa aparece una figura saliente: la del Comisario a cargo del lugar. Tenía una serie de deberes muy exigentes: hacía de "contador", de celador de las buenas prácticas higiénicas, y tenía poder de Policía.
Era deber del Comisario del Mercado realizar el cobro de los impuestos y demás obligaciones de los arrendatarios del mercado; vigilar sobre la buena calidad de los artículos que entraban al lugar, "a fin de que no sufra la salud pública y dar cuenta a la Corporación Municipal".
Los ebrios y las buenas palabras
"El Comisario no permitirá que dentro del Mercado se vendan bebidas espirituosas ni que entren ebrios, en cuyo caso los arrestará y los hará conducir a la Policía", dice uno de los artículos.
El Comisario del Mercado "no consentirá desórdenes de ninguna clase, voces descompasadas (sic), palabras obscenas, acciones indecorosas (...), como asimismo reprimirá los dichos o palabras obscenas dirigidas a las mujeres y contendrá a éstas si las usaran con los hombres".
Tampoco podía permitir que se colgara carne afuera de los mostradores (éstas tenían que estar adentro), y debía velar para que los huesos sobrantes de las reses fuesen cortados a sierra. A las 11 de la mañana daba la "orden barrido y limpieza" y cuidaba que esto se hiciera con total esmero, para lo cual debía visitar todos los puestos.
Cuando salía el sol
El Mercado se abría a la salida del sol y se cerraba en verano a las ocho de la noche, y en invierno a las siete. No se permitiría carnear animales dentro del mercado. Esto debía hacerse en otro lugar: la carne fresca así llegaba, directa para ser vendida.
Y en las horas de venta no se permitía la descarga de sandías, zapallos -etcétera-, para evitar que esto impidiera el tránsito de los compradores.
Funcionó en Av. Freyre, entre Mendoza y Primera Junta. Crédito: Archivo / Dalla Fontana
A su vez, la empresa que tenía la concesión del mercado debía cuidar que en los puestos, veredas y patios del mercado no se arrojen carnes, cáscaras, escamas, plumas, desperdicios da legumbres, ni agua que contuviera la menor inmundicia", dice otro pasaje del articulado.
Los dueños o arrendatarios de los puestos estaban obligados a barrer los puestos de su pertenencia y amontonar las basuras a su frente a la hora que se anunciara con la campana el cierre del mercado.
Como se ve, a más de 130 años de aquel Mercado de Abasto las cosas han cambiado. Hoy se compra la comida directamente desde el celular, con envío a domicilio incluido. Con los digestos, intentar descifrar aquella Santa Fe en blanco y negro sirve acaso como un curioso ejercicio de descubrimiento.
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