Entre calabazas y caramelos: Halloween se consolida en Santa Fe como reflejo de la globalización cultural
La noche de brujas dejó de ser una rareza importada: locales decorados, niños disfrazados y fiestas temáticas marcan cómo una celebración extranjera se instala en la vida urbana santafesina. Un análisis sobre las raíces culturales, económicas y simbólicas de un fenómeno global.
Niños y adultos festejando Halloween en la tarde de este 31 de octubre. Crédito: El Litoral
Durante la última semana, la ciudad se tiñó de naranja y negro. En las vidrieras del microcentro, en los pasillos del shopping o en los barrios donde los chicos golpean timbres para pedir dulces, Halloween ya no es una rareza importada: es parte del calendario urbano santafesino.
Este viernes 31, la “noche de brujas” convocó tanto a niños con sus disfraces y bolsas de golosinas como a adultos en fiestas temáticas y eventos más grandes en los shoppings de la ciudad. Detrás de las máscaras, hay un fenómeno más profundo: la consolidación de una festividad global que reconfigura prácticas culturales locales.
Niñas con decoración de Halloween en un jardín botánico, en Praga. Xinhua/Dana Kesnerova
Globalización y apropiación cultural
Mientras que el 31 de octubre se celebra Halloween, una tradición de origen anglosajón centrada en los disfraces y el misterio, los días 1 y 2 de noviembre están dedicados al Día de Muertos, una festividad mexicana que honra a los difuntos con flores, altares y comida. Aunque estas fechas no tiene raíces propias, cada año ganan más terreno en la agenda cultural y social.
¿Por qué una celebración extranjera logra tanta adhesión en un país tan marcado por sus propias tradiciones? Para el Horacio Sodero, miembro del Observatorio de Política Internacional de la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la UCSF, la respuesta está en la dinámica misma de la globalización.
Las calaveras como ícono festivo del Día de los Muertos en México.
“En Argentina, Halloween se ha visto impulsado tanto por la globalización como por la creciente influencia de costumbres estadounidenses en la vida cotidiana a través de las redes sociales y las plataformas de streaming”, explicó.
Según Sodero, la festividad ha encontrado su propio modo de adaptación local: “A diferencia de Estados Unidos, donde el truco o trato es una tradición arraigada, en Argentina es reciente, pero su popularidad va en aumento, sobre todo en ciertos barrios de las grandes ciudades”.
Las altas producciones en disfraces de los santafesinos para Halloween. Crédito: El Litoral
Una fiesta resignificada
Más que una simple copia cultural, Halloween parece haber sido reconfigurado por la sociedad argentina. Para Sodero, reducir el fenómeno a un acto de consumo “sería inexacto”. En cambio, propone leerlo como una oportunidad de encuentro y resignificación.
“Estas festividades, aunque de origen norteamericano, ofrecen una rica muestra de tradiciones sociales que tienen mucho en común con la pasión argentina por las fiestas populares, el folclore o los conciertos de rock. En cierto modo, Halloween y el Día de Muertos representan un acercamiento cultural entre Argentina, Estados Unidos y México”, dice Sodero.
Carameleras en forma de calabaza para pedir dulce o truco en los locales santafesinos. Crédito: El Litoral
El poder blando detrás de las calabazas
La influencia estadounidense no es nueva, pero su forma actual —más visual, inmediata y cotidiana— responde a lo que los teóricos denominan soft power, o poder blando. “El creciente interés en esta celebración pone de manifiesto cómo los medios y las costumbres americanas logran, de manera sutil pero efectiva, atenuar la actitud antes más desconfiada hacia Estados Unidos”, sostiene Sodero.
Esa hegemonía cultural, advierte, también se refleja en tradiciones adoptadas sin conflicto, como la búsqueda de huevos de Pascua o la figura de Santa Claus. “Son ejemplos del modo en que ciertas costumbres se integran en contextos diferentes, incluso en sociedades con raíces mayoritariamente católicas como la argentina”.
Niños y jóvenes festejaron la noche de brujas. Crédito: El Litoral.
De lo espiritual a lo social
La instalación de Halloween también dialoga con procesos sociales más amplios. Según Sodero, “la secularización creciente de la sociedad argentina” modificó el sentido de muchas fiestas tradicionales. “El Día de Todos los Santos o el de los Muertos, de origen cristiano, fueron perdiendo su componente religioso, siendo reemplazados por rituales más lúdicos y comerciales como Halloween”, analiza.
No obstante, no se trata de una renuncia a la identidad local, sino de un desplazamiento del eje simbólico: de lo espiritual a lo social. “Entre los jóvenes, e incluso en algunos adultos, se está resignificando el sentido de las celebraciones: se privilegia el encuentro, la diversión y la expresión creativa”, apunta Sodero.
Halloween en Santa Fe. Crédito: El Litoral
Cultura pop y hegemonía global
Como señaló el analista español Julio Cañero, citado por Sodero, “Estados Unidos es hoy, nos guste o no, el epicentro cultural del mundo. Hemos llegado a suplantar muchas de nuestras costumbres por aquellas que más nos atraen de ese país”.
Halloween, -sostiene Sodero- “es una de las más exitosas, pero no la única: otras como Santa Claus, el Black Friday también han cuajado gracias al modelo económico y mediático que nos resulta familiar”.
Entre calabazas y caramelos, la festividad deja entrever algo más que una moda importada: una radiografía de cómo se negocia la identidad en tiempos de globalización. Santa Fe, como muchas ciudades intermedias del país, celebra Halloween a su manera —mezclando lo propio y lo ajeno, lo religioso y lo comercial— y confirma que las fronteras culturales, al menos en octubre, son cada vez más porosas.