Una historia interesante sobrevuela la casona. Foto: Flavio Raina.Una historia interesante sobrevuela la casona. Foto: Flavio Raina.
Pegada al Salado
Oculta entre árboles y el río, una misteriosa casa quinta guarda una increíble leyenda para Santa Fe
El casco quedó cubierto por la vegetación y apenas se puede apreciar desde la circunvalación oeste. Mientras convive con el relleno sanitario, esconde un pasado relevante, vinculado a una figura importante para la provincia del siglo XIX.
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Oculta por frondosas y altas copas de árboles y gigantes palmeras, una quinta descansa a la vera del río Salado. Es testigo del paso del tiempo y mira atónita el ir y venir de decenas de camiones de basura. Ubicada sobre los confines del extremo oeste de Santa Fe, la finca parece no tener el merecido reconocimiento y los cuidados del caso.

Se trata de una construcción antigua, con más de un siglo en su espalda. Resistió la peor inundación de los últimos tiempos y hoy pasa sus días junto al relleno sanitario de la capital santafesina.

La vieja casona data del siglo XIX. Foto: Flavio Raina.La vieja casona data del siglo XIX. Foto: Flavio Raina.

Quienes transiten por la circunvalación oeste de la ciudad podrán notar que apenas puede verse la fachada de la vieja construcción. Durante mucho tiempo, fue referencia para los lugareños. “De la finca al norte” o “al oeste”, donde a pocos metros aparecen los meandros del extenso cauce de agua.

No muy lejos de allí, tuvo su corta vida el puente Iriondo, que no resistió los cruces de pesadas carretas y quedó maltrecho, hasta desaparecer en el agua. Hace años, la zona fue reconvertida en el relleno sanitario, por ello el incesante tránsito de vehículos recolectores.

Como ocurrió con otras construcciones de principios de siglo, la quinta fue perdiendo su brillo y los años le pasan factura. Al borde del olvido, en la actualidad casi nadie se acuerda de su emplazamiento. Incluso, es muy difícil encontrar imágenes de la propiedad.

Un equipo de El Litoral llegó hasta el lugar y se topó con una tranquera y un mensaje para los visitantes: "Llame, no pase". Sin movimientos en el predio, el cantar de los pájaros caracterizó la visita. El chasquido del lente de la cámara tampoco llamó la atención. No se acercó nadie.

Las arcadas, con la mampostería y las rejas. Parte de la construcción que resiste el paso del tiempo. Foto: Flavio Raina.Las arcadas, con la mampostería y las rejas, resisten el paso del tiempo. Foto: Flavio Raina.

Las impresiones de un lugar abandonado se entremezclan con algunas pistas de que alguien puede llegar a habitar la vieja casona. Mobiliario plástico, algunas lonas y otros elementos dan a entender que tan sola no está la propiedad. Unos 20 o 30 metros al oeste, otras construcciones, más nuevas en el tiempo, sí están habitadas.

Como se dijo, la vivienda es realmente antigua por lo que encontrar información fidedigna de ella es a priori complicado. Apenas un puñado de fotos permanecen guardadas en el Banco de Imágenes “Florian Paucke” perteneciente al Archivo General de la Provincia.

En las fotografías se puede apreciar que la construcción guarda las características de las casas de mediados del siglo XIX. Presenta ventanales, arcadas y mampostería. Unas rejas de hierro, también con un peculiar diseño, protegen de la intromisión. Una espaciosa galería completa la secuencia de la antigua propiedad.

Las líneas investigativas sobre el origen de la propiedad llevan a dos teorías, ambas verosímiles, sobre una figura destacada de la política provincial del siglo XIX. Estamos hablando de Juan Pablo López, quien fue ubicado como habitante del lugar en cuestión por una corriente de historiadores. La otra, en cambio, no lo afirma.

El paso está vedado. Nadie respondió al llamado. Foto: Flavio Raina.El paso está vedado. Nadie respondió al llamado. Foto: Flavio Raina.

El mito de Juan Pablo López

A saber, el periodista e historiador Miguel Dalla Fontana, en su libro “Ciudad Invisible” describió: “En el siglo XIX, esta casa y predio de catorce hectáreas estaban localizados muy cerca de la ribera del río Salado y tierra adentro. Por ello, con el tiempo se constituyó en un faro de descanso o sosiego para todo aquel caminante que recorriera la zona”.

“Según testimonios, al parecer, había en el dintel de la puerta principal una decoración con el supuesto año de finalización de su construcción: ‘1859’”, agregó y sumó un llamativo dato. “Habitó por breve tiempo Juan Pablo López”, sostiene Dalla Fontana.

El periodista santafesino contó en su libro que el predio donde está emplazada la vivienda contiene además una especie de cripta, donde se supone hay restos de familiares de los López. También aportó que en los años 50 la estancia estuvo habitada por una familia de apellido Ringa y que fue escenario de celebraciones de la antigua escuela Ballarini.

El casco de la vivienda, imponente y misterioso al mismo tiempo.El casco de la vivienda, imponente y misterioso al mismo tiempo.

Dalla Fontana sigue la línea investigativa de José Rafael López Rosas, quien en su libro “Santa Fe. La perenne memoria” incluyó una crónica de la zona en cuestión y adjetivó a la casa como “misteriosa”; descripción que se sostiene con los años.

En la publicación de 1993, el autor hace referencia al lugar al decir: “De repente, cuando buscaba la huella y trataba de divisar el río, pensando en ese olvidado puente (N. del R: el Iriondo) que en el siglo pasado cumplió una importante misión, surgió ante mis ojos el portal de una casa, con sus verjas un tanto derruidas”.

“Detuve el automóvil y me bajé para contemplar con detenimiento un antiguo caserón que surgía en el fondo del amplio jardín, a unos setenta u ochenta metros de la entrada”, sigue el relato de López Rosas.

La galería de la vivienda.La galería de la vivienda.

En el libro, el escritor enumeró: “Un gran salón, un tanto abandonado, abarcaba todo el frente de la casa. Más hacia el sur, continuaban algunos aposentos. (...) Al final del terreno, sobre el sur de la propiedad, el río Salado asomaba rostro languideciente. Al este, como toda casa de campo una amplia galería, con su patio y aljibe al frente, enmarcaba la parte correspondiente a los dormitorios”.

En la continuidad del texto, López Rosas advierte que dialogó con lugareños, quienes conocían la propiedad como “la casa de López” y consiguió charlar con el por entonces propietario del lugar, el Dr. Andrés Mathurin. Según el escritor, fue este médico quien le aseguró que la casa perteneció en el siglo XIX al General López.

“Pero la referencia —por los años en que actuaban ambos hermanos— me pareció que correspondía a Juan Pablo y no a Estanislao”, conjeturó el investigador aquí citado.

Otro aspecto de la casona.Otro aspecto de la casona.

Acto seguido, López Rosas comentó que siguió el rastro del registro propietario hasta 1895 y constató, en el Archivo General de la Provincia, Tribunales y el Registro de la Propiedad, unos siete u ocho dueños del inmueble previos al Dr. Mathurin. “Sobre quien la mandó a construir o quién la poseyó en los años finiseculares, ronda la incógnita”, aseguró.

Otro dato que aporta la investigación citada es que el lugar fue escenario de “grandes fiestas” que “duraban varios días”. Además, el escritor en una de sus visitas a la zona se topó con restos de una rampa al río, para el disfrute de los propietarios.

La construcción anexa, una especie de cripta familiar.La construcción anexa, una especie de cripta familiar.

Incógnita

Por su parte, Gustavo Víttori en su libro “Santa Fe en Clave” (1997) mencionó que “a pesar del estudio de títulos que realizamos, no pudimos alcanzar su origen con claridad. De todos modos podemos encuadrarla como de fin de siglo”.

En ese sentido, quien fuese director de El Litoral describió la llamativa construcción anexa al casco principal. “Una suerte de raro templete que se presta a distintas interpretaciones. Semejando la silueta de un castillo en escala, con sus torreones almenados y su puerta ojival constituye una verdadera incógnita”, publicó Víttori.

La zona, vista desde un avión mientras se construía la circunvalación. Amancio Alem / Archivo.La zona, vista desde un avión mientras se construía la circunvalación. Amancio Alem / Archivo.

“Por si su concepción no abriera suficientes interrogantes, se encuentra asentado sobre un gran túmulo que desciende a través de dos escalinatas -a cuyos lados obsérvanse esculturas- a una enorme fuente de aproximadamente un metro de profundidad y varios de diámetro”, sumó a su investigación.

“En el centro de ésta hállase un pie de mampostería que se continúa en piedras y se corona de una pequeña fuente de hierro fundido. En las piedras y borrosamente, se pueden leer partes de poesías de Gustavo Adolfo Bécquer y Rubén Darío”, agregó.

El terreno de la quinta, de unas 14 hectáreas lindantes al río Salado. Foto del 2007. Amancio Alem / ArchivoEl terreno de la quinta, de unas 14 hectáreas lindantes al río Salado. Foto del 2007. Amancio Alem / Archivo

En otro tramo de “Santa Fe en clave”, también se hace referencia al Dr. Mathurin pero el relato es opuesto al anterior citado: “Manifestó no tener certeza sobre su origen y destino en tanto que el señor César Berraz Mai nos expresó que es un edificio funerario, con su cripta subterránea rellena ahora con tierra, y que perteneció a una familia de apellido López”.

Fotografía aérea de 2007, muestra cómo era la zona previo a la circunvalación. Amancio Alem / ArchivoFotografía aérea de 2007, muestra cómo era la zona previo a la circunvalación. Amancio Alem / Archivo

Especulaciones

En lugar de evacuar dudas, todo lo dicho deja abierto al imaginario por el origen de la propiedad y si ésta alguna vez perteneció, o en todo caso, vivió Juan Pablo López. Lo concreto es que se trata de una construcción antigua, de tiempos donde Santa Fe era una aldea y se buscaba la tranquilidad en las orillas del río Salado.

Un siglo y medio después, El Litoral volvió al lugar. La dificultad del terreno y su actualidad como relleno sanitario hacen difícil aún encontrar pistas sobre lo que alguna vez fue. Apenas se lograron imágenes actuales del casco y sus adyacencias. A lo lejos, se puede imaginar que alguien habita la vivienda.

El retrato de J.P López. ¿Vivió el caudillo en esta quinta? El gran misterio que rodea a la casona. Foto: Fernando NicolaEl retrato de J.P López. ¿Vivió en esta quinta? El misterio que rodea a la casona. Foto: Fernando Nicola

Cae la noche sobre la urbe santafesina y el ocaso del sol le pone fin a la jornada. Las impactantes luces led instaladas en todo el corredor de la circunvalación se hacen notar. La disminución en la cantidad de vehículos circulando también marca el final del día.

De repente, a las brillosas lámparas de la ruta, se le suma un farol proveniente de la misteriosa casa. La luz blanca rompe la noche de la ribera del Salado. La prueba indeclinable de que está habitada, de que entre sus muros todavía hay quienes escuchan los susurros nocturnos de aquellas historias de J.P López por la zona y el mito que alrededor de ella se creó.

Todo, en el terreno de las especulaciones.