Sus cuadros, que derivan de una biografía compleja, son difíciles de digerir. Pero son representativos de los movimientos posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
"Tres estudios para un retrato" de Bacon (1969). Foto: Archivo / EFE
Una vez le preguntaron a Margaret Thatcher sobre Francis Bacon. La ex primera ministra del Reino Unido fue demoledora: "es un tipo que pinta trozos de carne asquerosos". Algo de razón tenía: el artista realizaba sus trabajos desde las heridas existenciales.
El repaso de su biografía, que parece sacada de una película de su compatriota Mike Leigh, hace comprender que toda su obra es un eco de su infancia rota y de los años de exilio (emocional y geográfico) que marcaron su mirada oscura.
"Tres estudios para una Crucifixión", 1962. Foto: Archivo / EFE
Nacido en Dublín el 28 de octubre de 1909, creció en una familia inglesa atravesada por el autoritarismo. A tal punto, que fue echado de su hogar con apenas 16 años, cuando su padre descubrió su homosexualidad.
El dolor de esa situación, se convirtió en uno de sus motores creativos: la deformación de la carne, los gritos silenciosos, los cuerpos atrapados en geometrías crueles, todo eso deriva de la intensidad de su dolor y su mirada de la condición humana.
"Study for Portrait II" (1956) en la casa de subastas Christie’s. Foto: Archivo / AFP
Viajero incansable, en los años posteriores recorrió Londres, Berlín y París, donde se cruzó con Grosz, Dix y Beckmann, y absorbió las enseñanzas del cubismo. Una exposición de Picasso en París, en 1928, lo volcó de lleno a la pintura.
Pasos y decepciones
De regreso en Londres en 1930, tomó clases formales y cuatro años después presentó su primera exposición individual. La crítica lo ignoró; el mundo artístico de la época no estaba preparado para su obra, inclasificable, perturbadora.
Patti Wong observa un cuadro de Bacon. Foto: Archivo / EFE
Desolado, destruyó casi todos los lienzos de esa etapa y sufrió el rechazo en la Primera Exposición Internacional Surrealista de Londres. Era el preludio de un estilo que se haría reconocido más adelante: intenso, brutal y visceral.
"Tres estudios para una crucifixión" en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Foto: Archivo / AFP
No fue hasta 1944 que regresó con fuerza al circuito artístico con "Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión". Con fondos naranjas agresivos y figuras distorsionadas, repensó la representación humana.
Desde allí, su obra comenzó a tener eco. Al respecto, Juan Yuste observa que "la predilección por el tríptico le dio un sello personal, abordando el motivo desde distintos ángulos y generando ambigüedad sobre el objeto, especialmente en los retratos".
Archivo / EFE
Miradas de especialistas
Marta Menéndez sostiene que "Bacon quería que sus pinturas se vieran como si un ser humano hubiera pasado por ellas, como un caracol, dejando un rastro de la presencia humana y un trazo de eventos pasados".
Miguel Calvo Santos explica por su parte que "sus óleos, aún carentes de todo realismo, son paradójicamente un fiel reflejo de la vida misma. De algún modo, el espectador se ve reflejado en esos retratos de hombres modernos, convulsos y amenazados por la violencia y degradación".
"Tres estudios de Isabel Rawsthorne" de 1967. Foto: Archivo / EFE
Sofía Vargas remarca que "debido a su temática intensamente emocional y su estilo vanguardista, el arte de Bacon sigue siendo muy influyente hasta el día de hoy. Sus pinturas dramáticas y existencialistas continúan siendo vistas como una parte clave del arte de la posguerra".
Bacon en cifras
Francis Bacon dejó una obra cuantiosa: 584 pinturas y alrededor de 600 dibujos. Además, sus famosos trípticos alcanzaron cifras récord en subastas.
"Tres estudios de Lucian Freud" se vendió en 2013 por más de 142 millones de dólares, mientras que "Tríptico" de 1976 fue adquirido en 2012 por 86,2 millones de dólares por Roman Abramovich.
El tríptico más importante de Bacon. Foto: Archivo / EFE
Damien Hirst, también coleccionista de Bacon, pagó 33 millones de dólares por Crucifixión y por el "Retrato de Henrietta Moraes" (1963).
Un capítulo reciente señala la relevancia del artista. En mayo de 2024, la policía española recuperó el cuarto de cinco cuadros de Bacon robados en 2015 en Madrid.
"Tres figuras en una habitación". Foto: Archivo / EFE
La obra, de 1989, lleva por título "Estudio para retrato de José Capelo" y está valuada en cinco millones de euros. Formaba parte de la colección de un amigo cercano de Bacon.
Trabajos que "gritan"
Francis Bacon, fallecido en 1992, no fue un artista cómodo, ni mucho menos alguien con quien empatizar. Sus cuadros (donde prevalece la deformación y la obsesión por el propio rostro) son como un "zarpazo". O, mejor dicho, como un espejo que nos enfrenta a nuestra vulnerabilidad.
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