Juan Carlos Castagnino: un "auténtico enamorado del dibujo"
La muestra retrospectiva que Santa Fe realizó en 1979 sobre la obra del marplatense, con casi cincuenta piezas, reafirmó la imagen de un artista que trabajó desde la sensibilidad social.
Castagnino junto a una de sus obras. Foto: Archivo
A 117 años del nacimiento de Juan Carlos Castagnino, la obra del que es considerado uno de los grandes "pintores sociales" argentinos mantiene vigencia. A esto se puede sumar el recuerdo de la muestra que el Museo Municipal de Artes Visuales de Santa Fe le dedicó en 1979.
Aquella exposición (que estuvo acompañada por un exhaustivo análisis crítico de Jorge Taverna Irigoyen en El Litoral) quedó en la historia como una de las revisiones más importantes realizadas en la región sobre el artista marplatense.
Colección Santa Fe Arte
Formado entre maestros
Juan Carlos Castagnino nació en Mar del Plata el 18 de noviembre de 1908. Estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes y se perfeccionó con Lino Enea Spilimbergo, a quien reconoció como su maestro principal. También trabajó con Victorica y con Gómez Cornet.
Su compromiso con el ambiente artístico se ahondó en 1933, cuando integró el grupo fundador del primer sindicato argentino de artistas plásticos.
Arte de la Argentina
Ese mismo año se sumó a una de las experiencias más recordadas de la pintura mural en el país: la realización de murales en la Quinta de Natalio Botana en Don Torcuato, junto a Antonio Berni, Spilimbergo y David Alfaro Siqueiros.
En 1939 viajó a París para estudiar con André Lothe y recorrió Europa en contacto con figuras como Braque, Léger y Picasso. Al regresar obtuvo el título de arquitecto en la Universidad de Buenos Aires.
Museo Nacional de Bellas Artes
Más tarde, en 1963, fue nombrado miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes e ilustró para EUDEBA una edición de lujo del Martín Fierro. Entre 1964 y 1966 vivió en Roma. Murió en Buenos Aires en 1972.
¿Cómo lo vieron sus contemporáneos?
El poeta y ensayista León Benarós lo describió como "un dibujante eximio" y destacó que "sus pinturas hablan de nosotros, de nuestros paisajes y de nuestra gente". Para Benarós, Castagnino logró integrar la figura humana al paisaje sin perder el registro social ni la tensión expresiva.
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En general, la crítica habló de su dominio del dibujo, su relación entre línea y mancha, y su cualidad para unir tradición y modernidad sin obviar la mirada sobre el interior del país.
La muestra santafesina de 1979
En 1979, el Museo Municipal de Artes Visuales de Santa Fe abrió su temporada con una muestra dedicada a Castagnino que reunió cerca de cincuenta obras entre carbones, tintas, pasteles y acuarelas.
Museo Nacional de Bellas Artes
En El Litoral, Jorge Taverna Irigoyen escribió una crítica. Allí afirmó que la obra de Castagnino "atrae siempre por doble vía": por su "comunicativo humanismo" y por "cierto sabor americano, de tierra fragante de símbolos".
La muestra incluía maternidades, rostros, caballos, autorretratos y desnudos. Taverna señaló que esos motivos permitían advertir "el dominio de una línea fluida, de precisos registros, culebreante y afinada", central para entender el proceso creativo.
Museo Rosa Galisteo
"Fue un auténtico enamorado del dibujo como grafía fluyente, como lenguaje coloquial", escribió. El crítico también destacó la presencia del "patetismo goyesco" en algunas piezas, la dimensión social de su obra y la solidez de su voluntad creadora.
Su conclusión fue que Juan Carlos Castagnino tenía una identidad visual irrepetible, fácilmente reconocible en cualquier soporte y técnica.